Después de tener una Moto Guzzi Nevada, con todo lo que significaba en aquella época, pasé a una Yamaha FZ6, que es cuando empecé a darme cuenta de que las naked no eran lo mío. Me cansaba mucho en los viajes. Lo cierto es que no me dio problemas, pero buscaba algo diferente o por lo menos más cómodo; sobre todo con maletas y después de buscar por revistas, internet y largas tertulias con los amigos, la encontré: una Honda VFR800 V-Tech con ABS y maletas. Es lo que buscaba y a pesar del precio era esta mi moto, «a por ella Futain».
Cuando fue mía hice el ritual que hace todo el mundo. Después de sacarla del concesionario, me quedé observándola como la cosa más preciada del mundo y se la enseñé a familiares y amigos. Los primeros 1.000 km sin forzar, me fui a Murcia, volví y con un par de salidas más me di cuenta de que en cuatro días, ¡zas! Hecho el rodaje. Llamé al taller oficial y me dijeron «ya le hiciste el rodaje, pero ¿si solo hace cuatro días que te la llevaste?»… Sería por la emoción de moto nueva.
Sin darme cuenta, 100.000 km
Mi primer gran viaje surgió casi de la nada. Estaba en el trabajo a la hora de comer, pasé por el kiosco y me compré La Moto, como todos los meses. El Turismo hablaba de un viaje con destino a Marruecos… y como se dice en valenciano: «pensat y fet» (pensado y hecho). Llamé por teléfono para reservar, revisé el pasaporte, la tarjeta verde y en marcha. Fue un viaje fantástico a pesar del frío, y eso que estaba en Marruecos. Tampoco fue fácil introducir la moto por la arena hasta llegar a las jaimas, porque no se podían montar a menos de cinco kilómetros de la carretera. Por otro lado, la lluvia y el barro provocan que todo lo que tocan se convierta de color marrón, pero eso está dentro de la aventura y lo volvería a hacer. Igual que volvería a visitar con los ojos cerrados Marrakech, Togra, Fez, etc. Un viaje para aconsejar.
Luego vinieron otros. Salidas con los amigos, rutas de fin de semana, viajes a Portugal, Palma de Mallorca, Asturias, Andalucía, o la clásica reunión con los amigos y ese comentario de «a que no hay huevos de irnos este fin de semana a Pirineos», y aparecer allí mismo, en noviembre. Que es muy bonito, no digo que no, pero que hace un frío que pela. Y es que personalmente lo del frío no lo llevo nada bien. En definitiva, que cuando me he querido dar cuenta he llegado a los 100.000 km.
Calle y circuito
La VFR es un moto muy polivalente, por ciudad la muevo bastante bien, por carreteras reviradas es divertida a pesar de su peso. Es discreta cuando le quitas las maletas originales porque los anclajes son disimulados. También es cómoda en viajes incluso cuando viajo acompañado. Y por qué no, mencionar mis visitas al circuito porque es una experiencia que, después de toda la vida en moto, aconsejaría a todo el mundo. Aunque solo fuera a un curso de conducción. Por cierto, casi siempre que anunciáis en la revista cursos de conducción al lado de mi casa (en el Ricardo Tormo), me apunto. Paso la noche anterior nervioso como un niño, con todo preparado para salir y a las 9 de la mañana ya voy camino del circuito
Para demostrar la importancia de los cursos voy a contar una cosa que me pasó una vez. Salí a pista en Cheste, la primera curva nada más terminar la recta es la de «Aspar», luego viene «Doohan», hasta que llegas a la curva «de la afición». Yo iba el primero (me siento como un campeón del mundo), detrás el monitor y detrás los demás pilotos. En un momento se me pone al lado el monitor y me para, y mi sorpresa es cuando me dice que así no puedo ir en moto, que freno mucho, tarde y entro en la curva inclinándome muy pronto. Al acabar la tanda estoy sorprendido porque toda la vida y con las diferentes motos he conducido igual y ahora me dicen que no es lo correcto. Total me enseña un video y me dice que hay que corregir «los hábitos».
En las siguientes tandas me pongo a ello y efectivamente al final del día, más tranquilo, consciente de la seguridad de un circuito, no frenando tanto y dejando correr la moto, puedes bajar en dos segundos el tiempo por vuelta. Muy aconsejable realizar un curso de conducción en un circuito, cambies o no la moto y da igual la moto y cilindrada que tenga.
Muchas son las aventuras que hemos vivido juntos desde el 2008. Para mí cada viaje es una aventura que se tiene que disfrutar al máximo. Si es en moto, muchísimo mejor y si además me acompaña Yolanda, mi compañera incansable en las aventuras, pues es fantástico. La verdad es que ahora hay muchas ofertas, novedades y máquinas de todo tipo, pero ninguna me llama la atención. Me gusta demasiado mi VFR, estoy cómodo con ella y pienso aguantarla. Y os aseguro que por mis manos han pasado varias motos de diferente marca y cilindrada, pero siempre la mejor máquina que uno puede comprar es aquella en la que uno mismo se encuentra a gusto, y para mí es la VFR.