La S, flamante ganadora del galardón Moto eléctrica del año 2012, no sólo nos ha gustado, sino que nos ha sorprendido e impresionado. Sigue teniendo defectos que difícilmente se pueden solventar sin un rediseño bastante profundo, en especial su chasis, que sigue abrazando las nuevas y enormes baterías, y que topa de forma irremisible con tus rodillas. Pero lo más importante y el sabor que te deja tras su prueba es el de muy agradable. Todos los que se han subido a ella en la redacción se han bajado sorprendidos de sus respectivos paseos de prueba. “Ya os lo había dicho yo, hombres de poca fe”.
Me detendré lo justo en la valoración de su parte ciclo por dos razones. Una es que es bastante convencional. Y la otra es que, o mucho me equivoco, o son otras las preguntas que esperas que te responda. Dinámicamente, la Zero S se caracteriza por una postura en la que llevas las manos y los pies un poco bajos y que te situa un poco hacia adelante y sobre una moto bastante plana. A pesar de que las baterías, su principal novedad junto con el nuevo motor sin escobillas, suben hasta bien alto, el peso de la S es bastante contenido y no le impide tumbar de forma especialmente ágil. La razón está en una geometría de dirección bastante radical, que no llega a hacerla nerviosa por muy poco y por un chasis tremendamente rígido y sobredimensionado incluso para las brillantes prestaciones de esta eléctrica. Con las supensiones podríamos decir que ocurre lo contrario, ya que éstas las suminstra una marca de componentes de bicicleta, y digo podríamos, porque funcionan con solvencia. No en vano están fabricadas ex profeso para ella. Algo secas en baches pronunciados, pero suaves ante badenes. En cuanto a los frenos, el disco delantero de 310 mm a priori invita a pensar a aquellos que consideran que las eléctricas son una especie de cacharros infernales que estos de Zero se han pasado un poco. “Mucho freno para un microondas con ruedas, que debe pillar 40 por hora, ¿no?”. Ay, amigo. Incluso un poco más de potencia (no hay freno motor, recuerda) no vendría mal para lo que corre la S. Esto nos da pie a empezar a contarte lo que realmente te preguntas sobre ella.
Lo primero que hay que decir es que te enfrentas a una moto normal y corriente en lo que a funcionamiento se refiere. Metes la llave, la giras, esperas a que termine el chequeo que anuncia el pequeño cuadro y una vez que pliegas el caballete lateral, ya sólo queda elegir entre el modo Eco o Sport y a dar voltios. En ambos programas, el software hace que la salida sea muy conservadora, teniendo en cuenta que podrías contar con el máximo de empuje desde el primer centímetro de movimiento. Cuestión de seguridad, para evitar sustos en mojado, pero que dificulta acciones como subir un bordillo para aparcarla. Tendrás que ayudarte de algo de inercia. Luego, hasta 50 o 60 km/h empuja suavemente con un silbido tipo ovni de las películas de serie B, sin defraudar ni sorprender. Sin embargo, es a partir de los 70 por hora cuando dar gas a fondo se convierte en una sensación tan placentera como sorpresiva. ¡Empuja más de lo que te esperas! Y lo hace con constancia hasta los 140 km/h en llano, e incluso más sin que llegues a notar corte alguno o reducción del empuje. Para mi gusto, lo suyo es moverse combinando ambos modos. Así he conseguido mis mejores autonomías. Eco para vías rápidas, en las que sin problemas mantienes 110 km/h con posibilidad de adelantar con solvencia y rapidez apurando hasta su velocidad máxima sin que el motor se caliente (veremos que ése es el límite, más que la batería) y comience a parpadear la correspondiente luz roja. A mediodía con 35º y con cruceros de más de 125 km/h sólo unos pocos kilómetros sirven para que esto ocurra. Tranquilo, no pasa nada. Es sólo una advertencia. Si insistes, el chivato se quedará fijo, y, si sigues empeñado en seguir dándole caña, puede desconectarse dejándote en una situación incómoda que, como digo, es sencillo de prever y por las mañanas es muchísimo más difícil provocarlo.
El motor va totalmente independiente del chasis, que no coge nada de temperatura. Toda una delicia para ti ahora que hace calor porque al deleite de su suave rodar se suma la ausencia de calor, pero una unión más directa al chasis contribuiría a ser una vía de evacuación del calor para el motor. El resto de los componentes y cableado hemos comprobado que se mantienen a una temperatura segura para su integridad. Todo bien dimensionado. Como iba diciendo, el Sport es más apropiado para la ciudad, donde necesitas aceleraciones más fulgurantes para meterte por los huecos que te van surgiendo. Ten en cuenta que al “no te he visto” se suma el “no te he oído” y cuidado porque el manillar queda a la altura de la mayoría de los retrovisores. Al margen de esto sólo queda disfrutar y a fe que lo haces, pero ten ojo que es fácil animarse e ir más rápido de lo que deberías y a la hora de frenar, no contarás con la ayuda de la retención del motor. Con esta táctica de combinar modos, y haciendo un uso normal con ciertas alegrías, verás que superar los 100 km de autonomía es pan comido y sin perder prestaciones de forma muy acusada, por lo que cumple con el radio de acción que le exigirías a una moto con la que desplazarte al trabajo. Al llegar, sólo necesitas conectar el cable trifásico (como el de un monitor de PC) a cualquier toma de corriente. Con 4 horas cargarás la mitad de la batería, aunque si prevés que habitualmente vas a tener menos tiempo, la marca vende como opción cargadores rápidos que reducen ese tiempo hasta a una cuarta parte. Por último y al contrario de lo que se suele pensar, es preferible tener en carga la batería siempre que la moto esté parada y no es preciso agotarla a tope para cargarla. Eso es cosa del pasado.
Según las mediciones de nuestro compañero Josep Armengol, físico y todo un experto en electrónica, la S gasta poco más de un euro cada 100 km, teniendo en cuenta la tarifa actual, lo que puede reducirse más si la cargas por la noche con la tarifa nocturna (casi la mitad). Como ves en la ficha, la vida útil de la batería (hasta que sólo carga el 80 % de su capacidad cuando está nueva) es de cerca de medio millón de kilómetros. Esto, junto con el irrisorio consumo que hemos comprobado, compensa su gran coste de adquisición a pesar de las ayudas a este tipo de vehículo… en las circunstancias actuales mejor no contar con ellas por si los recortes. También puedes optar por la S con batería menos capaz en todos los sentidos, la ZF6, con la que ahorras 2.500 euros en su compra respecto a ésta, dotada de la ZF9. Sea como fuere, lo mejor es que hagas cuentas y valores si el uso que le vas a dar se ajusta a sus peculiaridades porque su funcionamiento no te va a defraudar. Pero no olvides poner una columna extra junto a tus números, en la que debes anotar conceptos como cuánto valoras circular de forma limpia y silenciosa o hacerlo en un vehículo que sin ser estéticamente espectacular, ni mucho menos, causará más expectación allá donde vayas que la mismísima Panigale, por cierto, también es la S (en algo se parecen) de la Superprueba de este mes. A su lado, la italiana no deja de ser una vulgar y obsoleta máquina “quemagasolina”, al menos para alguien que con la Zero S ya ha visto la luz.
QUÉ ME GUSTA
Empuje “mágico” del motor, dos modos de potencia, funcionamiento general, economía de mantenimiento.
QUÉ MEJORARÍA
Precio, regulación de retrovisores, estética más homogénea, faros por unos de LED, ergonomía, refrigeración del motor.
QUÉ ECHO EN FALTA
Freno de estacionamiento, hueco para antirrobo o cable de carga, poder llevar pasajero.