Aún recuerdo cuáles eran algunos de mis sueños cuando era todavía un chaval chaval, mediada la década de los ‘70. Por entonces pasaba la mayor parte de mi tiempo libre (que tenía mucho más que ahora), enredando con ciclomotores y motos de campo de procedencia nacional.
En esos tiempos era muy difícil ver motos extranjeras circulando por nuestras calles y aún más difícil era poder tener una. Las pocas que había por mi barrio las tenía fichadas y ver una de ellas en funcionamiento era todo un acontecimiento. Su sonido era muy peculiar y las hacía facilmente reconocibles desde lejos.
En aquellos años la casa de mis padres estaba muy próxima al monte de El Pardo en Madrid, lugar de residencia de Francisco Franco, y fueron muchas las veces que le pude ver pasar acompañado de sus comitivas. La presencia de policías por las esquinas delataba que estaba a punto de aparecer y éramos unos cuantos los que salíamos a pasar un buen rato. Aquello era un espectáculo. Bueno, la verdad es que a Franco no se le veía demasiado porque acostumbraba a ir «enfrascado» en señoriales coches negros, pero a los que sí se podía contemplar con claridad y en mi caso con más ganas, era a los componentes de la Guardia Real, que sobre la marcha protegían el coche, rodeándolo con sus enormes motos.
Aquellas grandes máquinas de dos ruedas no eran otras que las majestuosas Harley-Davidson Electra Glide de entonces. Verlas pasar en formación era muy bonito y tengo que confesar que me hacían soñar despierto. Quería tener una igual cuando fuese mayor...
Majestuosa
Pasaron los años y, como suele ocurrir, mis gustos y preferencias cambiaron. En esto de las motos, como se suele decir, tiré por otros derroteros y ya prácticamente se me olvidó que cuando era un chaval de once o doce años había soñado con ser propietario de una Electra Glide de aquellas. Pero bueno, acabé de estudiar y tras varios trabajos distintos acabé «aterrizando» en el Departamento de Pruebas de MOTOCICLISMO.
Y gracias a ello, puedo decir que en los últimos 18 años he probado prácticamente todas las novedades que la marca norteamericana ha puesto en el mercado. Y entre ellas, unas pocas Electra Glide. De este modo, puede ser que haya cumplido en parte mi sueño de chaval. Las Electra Glide, como es lógico, han evolucionado con el paso de los años, pero siguen fieles a una idea que nació hace ya 46 años, la idea de ser las Gran Turismo americanas.
La versión Classic de estas páginas es una novedad de 2011, aunque también se puede decir que no es una novedad absoluta. El modelo ya existía hace unos años y ahora ha sido rescatado, aunque, por supuesto, se ha aprovechado de las reformas llegadas a la familia Touring de H-D en los tres últimos años. De este modo incorpora todos los cambios introducidos en 2009 (chasis y basculante más rígidos, llantas y neumáticos más modernos, suspensiones y frenos actualizados, y cuatro anclajes elásticos para el motor en lugar de tres, entre otras modificaciones).
Además, también se beneficia de la incorporación del motor Twin Cam103 de 1.690 cc, que este año montan todas las Touring (el año pasado lo usaba sólo la Ultra Limited) y que sustituye al Twin Cam 96 de 1.584 cc. Gracias a él han mejorado ostensiblemente las prestaciones, destacando especialmente la mayor contundencia en la respuesta desde muy bajo régimen. Los valores máximos de potencia y par han crecido en cierta medida, pero lo mejor es que llegan antes, conservando el régimen máximo de giro (5.800 rpm). Los 12,5 kgm a sólo 3.000 rpm nos dan una idea de lo que empuja el «nuevo» Twin Cam 103 a pesar de que «sólo» tiene que mover 400 «kilos» de moto, más los que lleve encima.
Con tanta fuerza, masa y tamaño, la Electra Glide Classic consigue circular de forma majestuosa, aunque también hay que señalar que no es una moto para «unas prisas», ni tampoco para andar sorteando imprevistos con asiduidad. Es un modelo que hay que entender y si es así puedes pasar momentos muy gratos a sus mandos.
Como la seda
Su motor en V a 45º posee un funcionamiento muy muy suave para tratarse de un gran bicilíndrico. Responde con mucha fuerza ante la mínima insinuación que efectuamos sobre su acelerador independientemente del régimen. No se atraganta lo más mínimo, incluso si aceleramos con ganas desde 1.500 rpm con su larguísima sexta relación de cambio engranada. A muy bajas vueltas bien es verdad que se pueden sentir las pulsaciones de sus grandes pistones, pero nos llegan muy bien amortiguadas, como si estuviesen dentro de un bloque de goma.
Como entodas las Harley, la caja de cambios es ruidosa, pero el accionamiento es suave y dándole su tiempo, las marchas se engranan con precisión. A la hora de exigirle el máximo en relaciones largas, llama la atención que se consigue una mejor respuesta si giras el acelerador de forma progresiva, adaptándolo a las necesidades del momento. Si aceleras en plan «ONOFF», el sonido grave que emana de su admisión demuestra que las cosas no van perfectas. Incluso llaneando, también es mejor no mantener el acelerador enrroscado a tope para que la forma de rodar sea más suave. Pero los ritmos sosegados son los que van más con esta moto.
Con ella no concuerda ir «atacado», aunque luego también sorprende por su agilidad y por la facilidad con la que te puedes llegar a desenvolver a sus mandos, hablando siempre de acuerdo a una moto de su peso y longitud (recuerda que pesa 400 kg y mide 1.620 mm entre ejes).
A su ritmo
Si no pretendes ir por encima de sus posibilidades, esta Electra Glide Classic de desenvuelve con cierta soltura en carreteras de curvas enlazadas. Bien es verdad que tiene cierta querencia a salir un poco abierta de las curvas y que hay que forzar un poco sobre su manillar para que siga la trazada deseada, pero en cambios de dirección su agilidad aceptable. La altura libre de sus plataformas no es demasiado reducida y esto nos permite inclinar más que en otras cruiser. Los neumáticos más modernos que se montan en las Touring desde 2009, aunque duran menos que los anteriores, han supuesto un gran paso adelante en lo que a seguridad se refiere.
Con respecto a la frenada, la verdad es que el tacto es bueno, aunque hay que aprender a dosifi carla bien para no hacer saltar antes de lo deseado el ABS del tren trasero y también saber cuáles son las distancias de frenado que requiere esta limusina de dos ruedas. En versión económica La versión Classic se distingue por ser las más económica entre las Electra Glide. Su precio es de 25.750 euros, en torno a 5.000 euros menos que una Ultra Limited. Ello no le impide incluir ABS y sistema antirrobo de serie. Está claro que hay lujo en ella.