En 1962 Montesa empezó a poner a prueba el motor que en un futuro inmediato equiparía a la mítica Impala. La especialidad del motocross se mostró como un laboratorio ideal para ello.
El puño del acelerador de la moto es una de las piezas claves para una correcta conducción. La limpieza y engrase de su mecanismo y de la camisa y cable evitarán que se agarrote, o lo que es peor, que se rompa el cable.
Texto y fotos: Joan Carles Orengo. Motocicleta restaurada: familia Aragall
A los aficionados al «off road», puede que poco o nada les diga el nombre de MYMSA. Pero esta marca catalana, considerada pionera en muchos aspectos, realizó una 74 c.c. de motocross muy competitiva al final de su vida activa.
Kawasaki buscaba a principios de los 80 una moto que devolviese a la marca la gloria que había logrado su primera Z1, y no cejó en su empeño hasta conseguirlo con la GPZ900R.
En 1978 Montesa lanzaba una renovada Enduro 250 H6, destinada al público que prefería una moto más económica y polivalente que le sirviera tanto para el día a día como para una utilización más deportiva.
En 1974 KTM lograba su primer Mundial de Motocross con el ruso Guennady Moiseev, título que repetiría tres años más tarde, conquistando un triplete histórico para la marca austriaca.
A principios de los 80, las japonesas de cross imponían su ley en el mundo, pero en España no estaban a la venta y nos teníamos que conformar con verlas en las revistas.
En 1976 la italiana SWM celebraba su éxito en los ISDE del año anterior con este modelo Silver Vase, equipado con un nuevo motor Sachs de siete velocidades.
A punto de que las tetracilíndricas japonesas comenzaran a marcar su propia ley, BMW consiguió con esta moto imponerse a las grandes deportivas del momento, y nada menos que en Daytona.
En 1979 Montesa sorprende renovando su gama de motos de enduro de 75 y 125 c.c., pasando a denominarlas H6. De esta forma las equiparaba con sus hermanas mayores, lo que suponía una evolución radical con respecto a sus antecesoras, las enduro 75/125 l.
En la última etapa de su vida, OSSA lo intentó todo para sobrevivir, como por ejemplo probar fortuna en una especialidad tan minoritaria como el «motoball», que acabo suponiendo un gol en propia puerta para la marca del trébol.
La disciplina del side-trial, prácticamente desaparecida ya en España, llegó a contar con numerosos adeptos y campeonato propio durante la segunda mitad de los años setenta.