Si naces en Polonia y quieres ser piloto de motos profesional, dedicarse a la velocidad no parece la mejor idea. Nunca ha sido el asfalto el terreno propicio para los polacos, cuyas grandes estrellas han brillado en otros terrenos como los óvalos de ceniza -donde Bartosz Zmazlik sigue coleccionando mundiales- o el desierto, con nombres como Marek Dabrowski, Jacek Czachor o Jakub Przygoński.
Sin embargo, para Milan Pawelec era lo natural. Su padre Tomasz fue campeón polaco de Supersport, y su tío Andrzej dominó el nacional polaco en la primera década de siglo, hizo sus pinitos en el IDM e incluso hizo wild card en el Mundial de Superbike. Todos ellos tenían claro que el futuro de Milan pasaba por irse a España cuanto antes.
Así, mientras dominaba en Polonia con las pit Bike, probó en el nacional español de Moto5 y después en la European Talent Cup, pero tras un par de años tuvo que claudicar, llegando incluso a quedarse sin competir en 2022, año que se pasó entrenando con una BMW S 1000 RR, con la que en 2023 volvió para ganar el Alpe Adria de Superstock 1000.
De ahí, se le abrió una nueva oportunidad de volver al Road to MotoGP en 2024, y por partida doble. Fue seleccionado para la MotoGP Rookies Cup y fichó por el Laglisse para correr el Mundial de JuniorGP. Pero ‘bajar’ a las motos pequeñas no le sentó especialmente bien, terminando 19º en la copa monomarca y 20º en el JuniorGP.
Seguramente por eso, cuando se supo que iba a dar el salto al Europeo de Moto2 con el AGR, las expectativas no eran altas, sobre todo en su primer año. Un chaval polaco de 17 años sin resultados reseñables no era gran carta de presentación, desde luego. Lo que sucede es que, a veces, el problema no es la percha, sino el traje.
Y está claro que a Milan Pawelec no le gustan los trajes ajustados, como ya se podía intuir por sus títulos en el Alpe Adria y en el polaco de Superbike. No obstante, nadie era capaz de imaginar lo que estaba por venir: de hecho, terminar octavo y cuarto en su debut en Estoril ya estaba por encima de las perspectivas más optimistas.
Era solo el principio: tras otro cuarto en Jerez –y mientras brillaba en el EWC con el Wojcik- llegó su primer podio con un segundo puesto en Magny-Cours, donde solo pudo ser octavo en la segunda carrera. También empezó con un octavo en Aragón... donde se destapó con su primera victoria. Quedaban cuatro carreras y estaba a 29 puntos. ¿Y si...?
Y vaya si. Con un tercer puesto en Misano la redujo distancia ay, tras empezar con un cuarto en Catalunya, ganó la segunda carrera para llegar a 10 puntos a Valencia, donde un golpe de efecto le dio la victoria y el título. Nadie lo hubiera dicho hace un año, pero es lo que puede pasar cuando encuentras un traje a medida.
