Se apagó la luz de las MotoE. El 8 de noviembre quedó reducida a cenizas una categoría que comenzó de forma accidentada con un incendio de las motos en marzo de 2019 durante el test previo al curso inaugural, avivando todavía más las llamas de un acalorado debate en la afición motera, que veía en estas máquinas poco más que una venta de humo.
Es cierto que durante un tiempo la tensión pareció relajarse por lo electrizante de las carreras, donde pilotos de muy diversas procedencias se adelantaban como si fuesen Moto3 con motos pesadísimas en carreras que duraban la mitad de uno de los actuales Sprint. Así que, sin ser un espectáculo generador de grandes pasiones, se mantuvo en una corriente continua durante años.
Para cambiar esa corriente llegó Ducati como alternativa en 2023, con una V21L que prometía una subida de tensión al mejorar las prestaciones con una máquina de una vertiente mucho más deportiva. El potencial parecía grande, pero quizás el campo todavía no estaba bien preparado. Lo único cierto es que nunca llegó a alcanzar el magnetismo deseado con los fans.
Hay muchas voces que señalan (y con mucha razón) como gran culpable de esta desconexión a la falta de publicidad por parte del propio campeonato; que debía haber ejercido de hilo conductor aprovechando la fuerza de MotoGP para dar visibilidad a MotoE, pero en lugar de eso prácticamente hizo de aislante, relegando sus carreras a un segundo plano en el programa de los grandes premios.
Se fue produciendo así una pérdida progresiva de energía que se tradujo también en un estancamiento a nivel de pilotos, tanto que la gran mayoría de la parrilla de 2025 estaba condensada en Italia. Tampoco ayudaba que funcionase como un diodo que solo permitía pasar la corriente en un sentido: ningún piloto pudo decir que MotoE fue el gran transformador de su carrera.
Así, con el paso de los años la resistencia se fue agotando y el pasado 11 de septiembre, se confirmó el colapso de la categoría, que no existirá el próximo 2026, donde serán las baggers de Harley-Davidson las que acompañen a algunas rondas de MotoGP. Dicho de otra forma, la carga pasará de ser eléctrica a ser física en forma de enormes maletones.
Ya había señales que hacían pensar en un inminente apagón, pero desde esa confirmación los pilotos pudieron centrarse en la conducción para terminar en el polo positivo y convertirse en el último campeón del mundo de una categoría que, al menos sí, pudo tener un final eléctrico y se decidió en la última cita donde, por supuesto, también hubo momentos de alta tensión.
Y así, cuando los fusibles estaban a punto de saltar, fue Alessandro Zaccone el que encontró la chispa necesaria para encender su bombilla antes de que todo terminase por cortocircuitar por sí mismo ante la presión de las energías renovables; dándose el gustazo de ser el encargado de accionar el interruptor y apagar una luz que ha estado siete temporadas encendida.
