Durante muchos años, en países de la Europa continental se utilizó el concepto de flema británica (o flema inglesa) para referirse a la forma de ser de los habitantes de las islas, poniendo el foco en su carácter calmado, estoico, prácticamente imperturbable ante los avatares y las vicisitudes de la vida y el destino. Algo a caballo entre la impasibilidad y la indiferencia.
Un estereotipo reforzado con el mantra ‘Keep calm and carry on’ -que hace unos años se versionó hasta el infinito por todos los rincones de internet-, proveniente de un póster que el gobierno del Reino Unido produjo en 1939 para subir la moral de la población ante el temor de una inminente invasión en los albores de la Segunda Guerra Mundial.
Como sucede con todos los estereotipos, hay algunos británicos que los cumplen y otros británicos que no. Kyle Ryde ha demostrado ser de los primeros. Y no solo eso: lo ha hecho precisamente ante sus compatriotas, exhibiendo unos niveles superlativos de estoicismo a lo largo de la temporada 2025 del British Superbike, donde defendía el título conquistado el curso anterior.
Un título para el que también tuvo que hacer un ejercicio de resiliencia en la carrera final; en lo que fue una auténtica oda al motociclismo que resolvió en su favor ante Tommy Bridewell, inclinando en su favor el duelo entre Yamaha y Honda en un desenlace que pervivirá para siempre en la memoria de cualquiera aficionado que tuviese la suerte de disfrutar de esa carrera.
Pero claro, hay también una frase hecha (la variante lingüística del estereotipo) que dice que lo fácil es llegar y, lo difícil, mantenerse. Nuevamente, Ryde la ha llevado al extremo. Tanto que, desde que Shane Byrne defendió su corona con éxito en 2017 para lograr su sexto título, hubo una racha de ocho años con ocho campeones distintos, seis de ellos nuevos.
No iba a tardar Ryde en comprobar que su defensa del título estaría lejos de ser un camino de rosas. Para colmo, el que le estaba poniendo contra las cuerdas no era otro que Bradley Ray, campeón en 2022 cuando ambos eran compañeros de equipo. Tras dos cursos en el Mundial de Superbike, Ray había vuelto con el claro objetivo de recuperar el trono británico.
Arrasó como un ciclón en las cuatro primeras rondas, ganando nueve carreras (ocho seguidas) con un segundo y un tercero como peores resultados. Mientras, Ryde aguantaba estoicamente el chaparrón con cinco podios, todos en el segundo escalón. En aquellos momentos parecía imposible defender el uno, pero todo cambió en Brands Hatch, donde Ray empezó ganando... pero cayó en la segunda carrera.
En la tercera Ryde estrenó su casillero de 2025, iniciando una remontada sin demasiadas victorias (seis en todo el año y ninguna en el Shakedown), pero aferrándose al podio mientras Ray se diluía hasta perder el liderato. Cuando quiso reaccionar, era tarde: Kyle Ryde se había escapado rumbo al título sin dar una voz más alta que otra. Será la flema británica.
