El pasado domingo, Fabio Quartararo aprovechaba el error de Marc Márquez para imponerse de forma contundente en el Gran Premio de España y convertirse en el octavo piloto más joven de la historia en ganar en la clase reina.
Siete días después, sin tiempo de rebajar la euforia y mientras todos miraban al eclipse solar que suponía la ausencia de Marc Márquez, Fabio Quartararo daba un golpe encima de la mesa y dominaba de principio a fin la carrera del Gran Premio de Andalucía, convirtiéndose en el quinto piloto más joven de la historia en ganar dos carreras en categoría reina, y el segundo más joven en ganar dos carreras seguidas… solo por detrás de Marc Márquez.
UN RIVAL PARA MÁRQUEZ
Hace ya tiempo que el sistema solar de MotoGP orbita en torno al sol Márquez, lo cual tiene un lado bueno y un lado malo: el bueno es que su espectacularidad hace a mucha gente acercarse al campeonato; el malo es que últimamente estaba sentenciando los títulos con demasiada antelación. Por eso es necesario que Márquez tenga un rival capaz de llevarle al límite e impedir que las temporadas de MotoGP sean un monólogo del 93.
Conviene abstenerse de colgarle el cartel de anti-Márquez, por dos motivos: el primero, que si algo se puede afirmar de forma tajante a día de hoy, es que el único anti-Márquez demostrado es el propio Marc Márquez, siendo sus errores lo que dan las opciones al resto. El segundo, que el propio Quartararo ya recibió ese cartel hace más de un lustro, y no le sentó nada bien portarlo a tenor de lo visto en sus primeros años mundialistas, cuando la presión de ser el elegido le sobrepasó.
Por suerte todo aquello ya es historia y de la mano del Speed Up de Moto2 primero y del Petronas Yamaha SRT después, el galo ha ido encauzando su talento y el año pasado ya se quedó a las puertas de batir a Márquez, ya que sus cinco segundas posiciones fueron tras el de Cervera y solo en una quedó realmente lejos: en tres se quedó en torno al segundo, rozando la gloria con los dedos en Tailandia, donde sucumbió por tan solo 171 milésimas.
En su segunda temporada, un mundial que ha arrancado en pleno verano en el abrasador Circuito de Jerez – Ángel Nieto, el calor irradiado por Márquez amenazaba con convertir MotoGP en un secarral. Y en ese clima asfixiante, ha aparecido una tormenta de verano para refrescar el ambiente: Fabio Quartararo cayó como un trueno sobre el trazado andaluz, abriendo una brecha enorme entre él y la lucha por la segunda posición.
Márquez no necesita un anti, necesita un rival. No solo lo tiene, sino que encima le ha 'dado' 50 puntos de ventaja en la lucha por el título, que bien puede convertirse en una contienda entre el sol y la tormenta.
UNA MEZCLA EXPLOSIVA
Descontando las 38 victorias que consiguió Casey Stoner, que se bastó solito para meter a Australia de forma destacada en la tercera posición de la categoría, España e Italia se han repartido 261 de las otras 279 carreras (un 93,55%), dejando apenas las migas al resto de países. Desde que se retiró Stoner y hasta finales de 2019, solamente cuatro triunfos no habían ido a parar a España o Italia: tres de Cal Crutchlow y uno de Jack Miller.
De repente, entre España e Italia, aparece la bandera francesa portada por Fabio Quartararo. Un país de enorme tradición en el motociclismo, que ha dominado históricamente disciplinas como la resistencia o el cross-country y suma numerosos éxitos en otras como motocross o enduro, pero que en velocidad siempre ha estado en un segundo plano: de sus siete títulos mundiales en los grandes premios, ninguno es en clase reina.
De hecho, hasta este 2020 apenas contaban con tres victorias en 500cc (Pierre Monneret en Reims 1954, Christian Sarron en Hockenheim 1985 y Regis Laconi en Valencia 1999). La llegada de Johann Zarco resultaba prometedora, pero el bicampeón de Moto2 no terminó de rematar la faena.
En esas llegó Fabio Quartararo para poner la bandera francesa en lo alto de la clase reina. Nacido en Niza, es una mezcla explosiva de Italia y España, los dos países dominadores y que, con El Diablo, parecen haberse ido a encontrar en el país que les separa geográficamente.
De origen siciliano, sus bisabuelos tuvieron que emigrar a Túnez, pero él habla italiano a la perfección y en alguna ocasión ha revelado que piensa en italiano. Tanto su nombre como su apellido evocan al país transalpino, por lo que no es extraño que lleve el motociclismo en las venas.
Curtido en territorio español, su padre decidió apostar por el talento de Fabio y llevarle a competir a España, ya que en Francia ganaba tan fácil que era difícil mejorar. Eso le permitió, además de hablar un perfecto español, crecer con la generación de pilotos que ahora puebla el Mundial, a los que lleva ganando desde la infancia.
Con sangre italiana y criado en España, Fabio Quartararo compite para un gran país como Francia que necesitaba desde hace décadas una mega estrella en la cima del motociclismo de velocidad. Una mezcla explosiva para cargar a cuestas en MotoGP el destino de una de las grandes potencias mundiales.
UNA MARCA A SUS PIES
Cuando el Petronas compró la plaza del Aspar Team para convertirse en el equipo satélite de Yamaha, lo hizo con Franco Morbidelli como opción fija y el sueño de firmar a Jorge Lorenzo. Cuando el balear fichó por el Repsol Honda, viraron su interés hacia Dani Pedrosa. Cuando el español anunció su retirada la opción más lógica parecía la de Álvaro Bautista, desde el equipo malasio se lanzaron a la piscina del talento, donde el joven Fabio Quartararo salía a flote tras unos años un tanto desaparecido.
Sin más presión que la de demostrar que podía ser un elemento válido en la máxima categoría, Quartararo comenzó su andadura en Qatar con un error en la misma parrilla, calando su moto y condenándose a salir desde el pit lane. Habiendo tirado por la borda toda opción de hacer un gran resultado, se tomó la carrera como un entrenamiento y se llevó la vuelta rápida en carrera.
En Jerez dejó a todo el mundo boquiabierto al hacerse con la pole, y en Catalunya aprovechó el strike de Lorenzo para lograr su primer podio. Y así, sin hacer más ruido que el de su M1, fue haciéndose grande a base de resultados en un contexto en el que Yamaha se debatía entre sus dos pilotos oficiales.
Los de Iwata estaban inmersos en una crisis de resultados con una sola victoria (Australia 2018) en las 35 carreras comprendidas entre Alemania 2017 y Catalunya 2019. Valentino Rossi y Maverick Viñales tenían ideas distintas sobre la dirección a seguir y eso lastraba su avance. Los dos lo tenían muy claro y no pensaban dar su brazo a torcer.
Y en esas llegó Quartararo. Sin ninguna idea preconcebida sobre cómo había de pilotarse la M1 y sin voz ni voto en cuanto a la línea de desarrollo a seguir, se limitó a ir lo más rápido que sabía en cada momento. Y resultó que era muy rápido, hasta el punto de que nada más comenzar 2020 Yamaha anunció su salto al oficial en 2021.
Él no ha querido esperar a vestirse con los colores oficiales para erigirse en el número uno de facto de Yamaha. Puede que su liderazgo de la general de MotoGP 2020 esté motivado por las circunstancias externas, pero su liderazgo absoluto en Yamaha es cosa suya y solo suya. Es la estrella que Yamaha necesitaba.
LA TORMENTA PERFECTA
En este caluroso verano de temperaturas infernales, Fabio Quartararo se ha convertido en la tormenta perfecta: es el rival que estaba buscando Marc Márquez, contiene una mezcla explosiva con un gran país a sus espaldas y es lo que estaba esperando Yamaha para resurgir. Es exactamente lo que necesita MotoGP.