La temporada 2022 de Fabio Quartararo puede estructurarse en dos mitades totalmente diferenciadas: en las primeras diez carreras, hizo todo lo que un piloto puede hacer para ganar el Campeonato del Mundo de MotoGP. Desde entonces, ha hecho todo lo que un piloto puede hacer para perder el Campeonato del Mundo de MotoGP.
Si la temporada del galo tuviese una caja negra para entender qué ha sucedido, se podrían encontrar con total seguridad las coordenadas exactas y el instante preciso en el que todo empezó a torcerse: el domingo 26 de junio a las 14 horas, 7 minutos y 32 segundos en la curva 5 del TT Circuit Assen.
Después de un inicio de curso complicado -en el que supo exprimir su maquinaria-, el francés había empezado a carburar de verdad con la llegada a Europa, arrancando un periplo de seis carreras en el que rozó la perfección para llegar al ecuador de la temporada con dos victorias y una renta de 34 puntos sobre Aleix Espargaró.
En la quinta vuelta del Gran Premio de los Países Bajos, Quartararo rodaba en tercera posición a la rueda del propio Aleix. Delante de ellos rodaba Pecco Bagnaia, que buscaba su tercera victoria del curso, y que necesitaba redimirse tras dos ceros consecutivos que le habían dejado sexto en la general a 91 puntos de Quartararo, que le doblaba en puntos.
Buscando un adelantamiento que no tocaba, Quartararo se fue al suelo y se llevó puesto a Aleix, que consiguió evitar la caída y cuajó una formidable remontada hasta el cuarto puesto. Era la última carrera antes del larguísimo parón veraniego, lo que significa que ese fue el último momento que Quartararo pudo recordar durante mes y medio.
Lo peor no fue caerse e irse con un cero. Ni arruinar la carrera de Aleix. Ni tan siquiera la long lap que le fue impuesta de cara a Silverstone.
Lo peor fue la sensación que dejó el movimiento. Mejor dicho: la que dejó la precipitación en el mismo. Ni tocaba ni era necesario. Eso dejó una percepción flotando en el ambiente de MotoGP: pese a la inmensa diferencia de puntos que les separaba en la general, Quartararo tenía la cabeza llena de fantasmas: los de las Desmosedici en general, y el de Bagnaia en particular.
Él mismo lo evidenciaba cuando señalaba a Bagnaia como su gran rival. Hubo quien lo tomó como un desplante hacia Aleix Espargaró. Nada más lejos de la realidad: Quartararo lo decía con toda la sinceridad del mundo. Porque no hablaba él, hablaban sus fantasmas. Estaban tomando el control.
Unos fantasmas que seguramente tienen su origen en el final de 2021, cuando vio lo que el joven piloto turinés es capaz de hacer cuando tiene su máquina por la mano. Por aquel entonces ganó cuatro de las seis últimas carreras, fue tercero en otra, y en la restante se cayó cuando lideraba.
Si a eso se le suma la vasta presencia de Ducati en la parrilla, al empezar a hacer cuentas los fantasmas se multiplicaban sin cesar. Trató de mantenerlos a raya, y por momentos pareció conseguirlo: sobre todo cuando, tras el octavo puesto en Silverstone (que podría haber sido un cuarto sin la polémica ‘long lap’) acabó segundo en el Red Bull Ring.
Ahí su resistencia empezó a tambalearse. Tras su quinto puesto en Misano llegó el desafortunado incidente con Marc Márquez en Aragón, que supuso su segundo cero del año y que ponía las tablas con Bagnaia en el apartado de ceros sin culpa, ya que el italiano había sido derribado en la primera curva de Catalunya.
El octavo puesto en Motegi fue el preludio del desastre: la presión (del neumático) le hundió en Tailandia… y en Phillip Island se consumó el naufragio. Un primer error le mandó a la última posición de carrera y se cayó cuando trataba de remontar. El resultado es bien sabido: liderato perdido ante Bagnaia y, con él, prácticamente todas sus opciones de título.
Quizás verse perdido le devuelva su mejor versión, pero es que ya ni siquiera depende de sí mismo para ser campeón. Ahora mismo no necesita un milagro, necesita dos: porque, aunque Pecco falle en una de las dos carreras restantes, necesitaría dos grandes resultados... y lleva un podio en las últimas ocho carreras.
Y sí, su Yamaha YZR-M1 está lejos de ser la mejor moto. Lejísimos. Pero es la misma moto con la que promedió 17,2 puntos en la primera mitad de curso… para pasar a promediar 5,75 en la segunda mitad. Los números de las dos mitades de MotoGP 2022 hablan a voces:
Lo fácil sería culpar a la superioridad de Ducati de la derrota, y no sería mentira. De hecho, es tan verdad como que no se remontan 91 puntos sin el descalabro del líder, que iría 13º en la general si la temporada hubiese arrancado en Assen.
Bagnaia y Ducati han hecho su parte del trabajo. Pero los fantasmas de Quartararo se han encargado del resto.