MotoGP

Marc Márquez y la leyenda de Fausto

Con su paso del Repsol Honda al Gresini de Fausto, Marc Márquez está ante su propia leyenda.

Swinxy

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Marc Márquez y Gigi Dall'Igna

Entre finales del siglo XV y principios del siglo XVI, vivió en Alemania un mago y alquimista llamado Johann Georg Faust. Unos años antes de su nacimiento, había fallecido el también alemán Johann Fust, que además de ser socio comercial de Johannes Gutenberg (el famoso inventor de la imprenta) pudo ser tipógrafo, orfebre, editor, abogado, banquero, impresor y comerciante.

Faust y Fust no tenían nada en común, salvo dos cosas. La primera y más obvia es que eran alemanes. La segunda y más interesante es que ambos han sido señalados (más el primero) como referentes del archiconocido personaje de Fausto, protagonista de una leyenda clásica alemana y en torno a cuya figura surgieron decenas de obras artísticas, tanto literarias como musicales, alcanzando su cumbre en drama de Goethe, considerado una de las grandes piezas de la literatura universal.

Lo bueno de las leyendas es que cada cual puede cogerlas y moldearlas a su gusto. Aun así, suelen partir de una idea común. Atendiendo a la tan falible como útil Wikipedia, “Fausto es un hombre inteligente y de gran éxito, pero también insatisfecho con su vida, por lo que hace un pacto con el diablo en un cruce de caminos, entregando su alma a cambio de conocimiento y placeres mundanos ilimitados”.

Su importancia es tal que hasta derivó en el adjetivo ‘fáustico’, que refiere a cuando “una persona ambiciosa renuncia a la integridad moral para alcanzar el poder y el éxito durante un plazo limitado”.

No se puede decir que Marc Márquez, uno de los mejores magos y alquimistas de la historia del motociclismo, haya renunciado a su integridad moral al cambiar el Repsol Honda por el Gresini Racing; pero de alguna forma sí ha traicionado a su propio corazón en busca del poder y del éxito en un plazo limitado.

Él mismo lo ha dicho: Honda es una marca y tiene todo el tiempo del mundo. Él es un piloto y, como tal, tiene una vida deportiva limitada. MotoGP es la vida real, no una ficción fáustica como ‘El retrato de Dorian Grey’ donde el protagonista se va haciendo más y más joven.

Marc Márquez es un hombre inteligente y de gran éxito, pero desde hace algo más de tres años -y cada vez más- está insatisfecho con su vida deportiva.

Marc Márquez durante la rueda de prensa del Gran Premio de Indonesia.

Vale, tampoco es que Ducati sea el diablo como tal, pero van de rojo, tienen una moto de serie llamada Diavel y, con su puntiaguda perilla, su sonrisa maliciosa y su maquiavélica mente para interpretar reglamentos, Gigi Dall’Igna podría presentarse perfectamente a un casting para encarnar a Satanás, Belcebú, Leviatán, Pedro Botero y, por supuesto, Mefistófeles.

Sin haber llegado -todavía- a hacer un horrocrux como su némesis Valentino Rossi, sí se puede considerar que Marc Márquez estará entregando un trocito de su alma con el movimiento que realizará el próximo mes de noviembre del box en el que lleva once años al que habita su hermano desde hace un curso. Una parte de él vivirá siempre en Honda.

A cambio, obtendrá el conocimiento más preciado que alberga MotoGP en la actualidad: los entresijos de la Ducati Desmosedici GP23. La moto que va a conquistar la categoría, heredera directa de la que se alzó con el título el año pasado.

El objetivo es alcanzar ese ilimitado placer mundano que poco más de una centena de hombres han conocido en toda la historia, y que solo dos hombres han degustado más veces que él: auparse de nuevo al escalón más alto del podio de MotoGP. Un placer del que una vez hizo rutina y que le lleva esquivando demasiado tiempo.

Marc Márquez no gana desde Misano 2021

Un placer tan adictivo como efímero, vinculado a la juventud.

Pese a que se sabe competitivo, Marc Márquez es consciente de que no es inmune a la ley más inexorable de la vida y el motociclismo: igual que él llegó ganando a sus mayores, llegará el día en que no pueda con los jóvenes.

Llegará. Pero no ha llegado. Él lo sabe y quiere demostrarlo. Para eso, tenía que renunciar a su zona de confort para volver a divertirse.

Divertirse, el más mundano de los placeres. El verbo más utilizado por el octacampeón mundial cada vez que le han acercado un micrófono desde que salió el comunicado del Gresini Racing donde se anunciaba su fichaje.

Nadia Padovani, la jefa de su nuevo equipo, tiene claro que el objetivo será el título mundial.

Dicho de otra forma, la meta no es otra que hollar la mayor cumbre del motociclismo para llevar al clímax su particular leyenda de Fausto: de Fausto Gresini, el hombre que un día soñó que se podía batir a los equipos oficiales más poderosos del motociclismo con una estructura independiente.

Nadia Padovani, la guardiana de la leyenda de Fausto Gresini

El sueño de un bicampeón mundial del octavo de litro. Un sueño que estuvo cerca hace dos décadas, cuando de la mano de un piloto español amenazaron con derrocar al imperio italiano de la época. Y, como ahora, la amenaza llegaba desde dentro de la misma marca.

Han pasado 20 años y basta con cambiar Sete Gibernau por Marc Márquez; Valentino Rossi y por Pecco Bagnaia; y Honda por Ducati.

A nadie se le escapa que el gran placer mundano perseguido por Marc Márquez en su pacto con Mefistófeles es conquistar su noveno título mundial para igualar a Carlo Ubbiali, Mike Hailwood y Valentino Rossi; y el séptimo de la categoría reina, que también le igualaría con Rossi y le dejaría a solo uno del récord histórico de Giacomo Agostini.

Parafraseando al mejor, “tan solo a los más grandes cabe el honor de contar entre sus peores adversarios a pilotos contra los que nunca se enfrentaron” (Psicobasket CXL).

Decíamos que lo bueno de las leyendas es que son moldeables al gusto de quien las crea. El tiempo dirá cómo avanza la particular leyenda de Fausto de Marc Márquez; que para alcanzar su final feliz está dispuesto a ser tipógrafo, orfebre, editor, abogado, banquero, impresor, comerciante o lo que haga falta.

Porque, en esta fáustica epopeya, si hay algo claro es que el cruce de caminos que emprenderá en poco más de un mes no está hecho pensando en nombres como Pecco Bagnaia, Jorge Martín o Fabio Quartararo; sino en los Agostini y Rossi que fueron o los Pedro Acosta que puedan venir.

Y se va a dejar el alma para conseguirlo.

Marc Márquez, Giacomo Agostini y Valentino Rossi (Montaje: @lakonur / Fotos: Gold & Goose).

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