“Si me dan el OK, iré a Mugello”, así de seguro se mostraba Pol Espargaró en una reciente entrevista en la televisión catalana, TV3, donde el piloto de Granollers tenía esperanzas de volver a subirse a su GasGas antes del parón del verano. “La semana que viene pasaré revisión médica y si los médicos me dicen que sí, iré a Mugello. Si no puede ser allí, intentaré estar en la segunda carrera (Sachsenring) o en la tercera (Assen) de este triplete”.
Pol Espargaró sufrió un terrorífico accidente en los entrenamientos del viernes del Gran Premio inaugural en Portimao, del que aún se recupera. “Ahora estoy en una situación privilegiada, tengo muy poco dolor, casi nada. Sufrí por mi vida los primeros días. Realmente en la UCI yo no era muy consciente, pero la gente de mi entorno sí y los veía sufrir”, apuntaba en el canal autonómico.
Lo peor de un extenso parte de lesiones fue la doble fractura de mandíbula que le mantuvo cuatro semanas con la boca cerrada (perdió 9 kg), una lesión en el oído. Una fractura en las cervicales, que desencadenó en un problema neuronal con afectación en los nervios. Y otras dos fracturas de costilla y tres de vértebras que le obligaron a usar corsé a diario y limitar su entrenamiento físico para recuperar la masa muscular perdida.
Desde el primer momento que pudo avanzar en su rehabilitación, el piloto catalán trabaja sin descanso con un único objetivo en mente: regresar a la competición y comprobar de primera mano el paso adelante dado por las KTM en 2023. Brad Binder ha ganado dos sprint y es tercero en la clasificación provisional, mientras que Jack Miller ya ha subido al podio con la RC16 y es octavo en su primer año de naranja. Incluso su compañero y rookie, Augusto Fernández, terminó cuarto en el pasado GP de Francia.
Hay que recordar que Pol Espargaró fue el principal artífice en los inicios del proyecto austriaco en MotoGP y el que le dio sus primeros éxitos: su primer podio en Valencia 2018 o la primera pole en Estiria 2020. Tras un paréntesis de dos años en el Repsol Honda, ‘Polyccio’ regresaba a la casa de Mattighofen con un halo del retorno del hijo pródigo. Una vuelta que se vio truncada con la caída de Portimao y que ahora, casi tres meses después, espera materializarla en las colinas del Mugello.