El embrague antirrebote es una de esas tecnologías que comenzaron su andadura en las motos de muy alta gama y que con el paso del tiempo han terminado siendo habituales en cualquier modelo.
Una breve descripción de este sistema mecánico es que se trata de un embrague destinado a emplearse con el objetivo de mejorar la estabilidad de la motocicleta cuando la conducción puede volverse más complicada o peligrosa. A grandes rasgos, y de forma genera, la función de un embrague, ya sea uno convencional o uno antirrebote, es la siguiente: conecta y desconecta el cigüeñal y la caja de cambios, transmitiendo el movimiento del eje del motor tanto a la caja como a la rueda trasera.
¿Qué sucede sin un embrague antirrebote?
Las motos que no disponen de esta sistema se encuentran con un problema recurrente y es que al bajar las marchas revolucionando el motor, la velocidad del vehículo es superior a límite máximo que permite una relación de cambio en concreto.
Por ejemplo, digamos que en cierta moto los desarrollos del cambio de la segunda marcha solo permite alcanzar una velocidad máxima de 100 km/h. Si reducimos de 3ª a 2ª cuando circulamos a 120 km/h, la velocidad del vehículo es superior a la que permite el desarrollo de esa marcha en concreto.
En situaciones normales, la resistencia del acero de la caja de cambios es superior al agarre entre el neumático y el asfalto, por lo que se produce un derrapaje descontrolado de la rueda trasera. Esto se agrava además porque la reducción de velocidad traslada el peso de la moto y el piloto hacia la parte delantera, aligerando la trasera y facilitando todavía más la pérdida de adherencia, que incluso puede generar que la rueda trasera rebote descontroladamente en el asfalto. Es vehículos más pesados y si el coeficiente de agarre entre el asfalto y los neumáticos es elevado, incluso se podría generar la rotura del motor.
¿Para qué sirve entonces?
El embrague antirrebote es capaz de deslizarse cuando la velocidad de giro del motor es inferior a la velocidad de la moto, hasta igualar ambas velocidades, de manera que se evitan esos incómodos bloqueos y botes, que en el caso de pilotar una moto con mucha potencia y una gran cilindrada, pueden llegar a provocar un accidente. En resumidas cuentas, el embrague antirrebote aporta importantes beneficios a la conducción. Entre ellos destacan los siguientes:
- Se evita que en la rueda trasera se produzca un bloqueo que termine dañando a la transmisión.
- El sistema de suspensión trabaja de forma más eficiente, pues al evitar el bloqueo de la rueda también se impide el hundimiento del amortiguador, que reacciona así de forma más estable y predecible.
- Facilita el tránsito por curva, gracias a una fase de frenada más estable y precisa, lo que implica un menor riesgo de sufrir un accidente por no ser capaces de controlar la moto.
- Asimismo, la transmisión sufre un menor deterioro y desgaste, ya que las fuerzas que se generan sobre ella se aminoran.
- El manejo del embrague se hace mucho más sencillo para el conductor, de manera que no tendrá que preocuparse por cómo accionarlo o por evitar los botes que se puedan producir. Ni que decir tiene que eso repercutirá en una mayor atención a otros aspectos que son claves para una conducción correcta y cómoda. Por el contrario, los embragues antirrebote también generan un tacto en la maneta más aspero y duro para otras maniobras comunes como subir de marcha o reducir a ritmo relajado.
En definitiva, los embragues antirrebote son muy recomendables para que estén instalados en cualquier motocicleta, especialmente en las que cuentan con una mayor cilindrada.
¿Y si el embrague es normal?
Obviamente, las motos que disponen de un embrague normal también tienen la capacidad de evitar los citados saltos, aunque en este caso depende más de la pericia del piloto que de la propia mecánica en sí. La solución pasa por dejar que el embrague patine un tiempo para que la transición resulte menos molesta, aunque eso no evitará la desaparición de todos los molestos rebotes. A fin de cuentas, los nuevos avances siempre suelen destacar por hacer más fácil la vida a las personas.