Cuando Wayne Gardner comenzó su carrera de un modo continuado en el Campeonato del Mundo de Motociclismo, en la cilindrada de 500 cc, Eddie Lawson ya era un piloto contrastado que acababa de hacerse con el primero de sus cuatro títulos.
Steady Eddie, que era como le llamaban por lo constante y regular que se mostraba carrera tras carrera, se enfrentaba a lo más nutrido del motociclismo estadounidense, con figuras como Randy Mamola o Freddie Spencer, pilotos que levantaban quizás más pasiones por su espectacular manera de pilotar. Y es que el estilo de Lawson era más metódico (dentro de lo que podía serlo con las dos tiempos de los 80).
En 1985, la batalla entre Lawson y Spencer cayó del lado de Fast Freddie, en un año mágico para él porque también se agenció el título del cuarto de litro. Entonces comenzó a hacer constantes apariciones en el podio un australiano al que apodaban el Salvaje de Wollongong, su ciudad natal.
Gardner progresa
Los excesos físicos a los que tuvo que someterse Spencer para ganar provocaron que en 1986 apenas pudiera correr, de manera que Eddie Lawson se postulaba como gran favorito para ganar su segundo campeonato. Su Yamaha era de las mejores motos de la parrilla (si no la mejor) y no parecía haber nadie que le pudiera hacer frente. Fue entonces cuando Gardner dio el paso definitivo y se convirtió en el principal contendiente. Su estilo era diametralmente opuesto al del estadounidense. Para el australiano la Honda NSR500 era un caballo que había que domar, de modo que lo podía llevar a ganar carreras con una brillantez absoluta o a que diera con sus huesos en el suelo. No obstante, en el 86 Lawson arrolló con siete victorias en once GPs.
Cambio de posiciones
Fue en 1987 cuando el estilo salvaje de Wayne Gardner se impuso a la constancia de Eddie Lawson en una temporada marcada por la brillantez del de Honda. Toda Australia siguió con entusiasmo el primer título de un compatriota en el medio litro. Además, Gardner no era de los que tenían pelos en la lengua y daba espectáculo tanto dentro como fuera de la pista. A fin de cuentas, se había labrado una carrera a base de esfuerzo y talento; nadie le había regalado nada (se llegó a financiar trabajando en la construcción y vendiendo motos). Ganó el título dejando a las Yamaha de Mamola y Lawson en segundo y tercer lugar respectivamente.
Lawson recupera el cetro
El duelo estaba dispuesto para 1988. Yamaha vs. Honda. Lawson vs. Gardner. Sin embargo, el mal comienzo del australiano en el mundial provocó que el americano obtuviera una gran renta en la clasificación. Y ya se sabía, Lawson pocas veces dejaba de puntuar. El mundial terminó poniendo a cada uno en su sitio: Lawson ganó con siete GPs, Gardner finalizó segundo con cuatro triunfos y apareció en escena un joven que iba a dar mucho de qué hablar en el futuro próximo, Wayne Rainey, que ganó un gran premio. Ese mismo año, Kevin Schwantz también fue capaz de reinar en dos carreras, dejando vislumbrar lo que vendría en temporadas venideras.