El viernes por la tarde las carreteras de acceso al circuito Bugatti de Le Mans se llenan, formando colas kilométricas de motos y coches llegados de toda Francia y Centroeuropa. Afortunadamente para nosotros, a esas horas estamos en plena operación salida del circuito, aunque puedes pillar cacho en alguna rotonda o cruce.
Lo digo sin saber, solo por lo que percibo, pero diría que no hay tanto movimiento dentro del perímetro de cualquier circuito del Mundial como en el de Le Mans. Aparcamientos abarrotados, tiendas de campaña en cualquier cuneta de las calles interiores del circuito, zona comercial saturadas de gente...
Un ambiente que dura casi todo el fin de semana y que se sitúa muy próximo al paddock, donde sólo se accede con pase acreditado. De hecho, el ruido nocturno es una queja bastante común de los pilotos que duermen en sus motorhomes.
Eso sí, las gradas y zonas de ‘pelousse’ están repletas desde el primer libre del día, y muchas horas antes de arrancar las carreras los domingos. La habitual marea amarilla, alguna que otra bandera roja y cada vez más pancartas de apoyo al ídolo local Johann Zarco. Hay duda que mucha cultura de moto en este Gran Premio.
Si me preguntaras con qué GP me quedo del calendario, al margen de los españoles, a priori el de Le Mans no sería una de mis primeras opciones. No tiene el trazado de Phillip Island, o el entorno de Mugello, o la mística de Assen… Normalmente llueve y hace frío, aunque parece que este año será una excepción. Cruzaremos los dedos por si acaso.
Ni siquiera es un viaje cómodo a pesar de la cercanía del país, porque de París a Le Mans hay dos horas largas de carretera. Pero cuando estás a punto de llegar al circuito hay algo que lo hace especial. Te desvías de la autopista y entras en una carretera de doble sentido con una larga recta vallada a ambos lados. ¡Des Hunaudières!
Estás circulando por el histórico circuito de las Sarthe, o lo que es lo mismo, el trazado de 13.629 metros que durante un fin de semana al año se convierte en el epicentro mundial del motor, gracias a sus legendarias 24 Horas de Le Mans. Y este año más que nunca con la confirmada participación de Fernando Alonso en la mítica prueba de Resistencia.
A mí cada año se me pone la piel de gallina cuando veo las dos chicanes que cortan la recta Des Hunaudières y Mulsanne, con los pianos pintados en el mismo azul y amarillo del circuito Bugatti, el trazado permanente en el que se disputa el GP de Francia y del que sólo se aprovecha en las 24 Horas el paddock, los boxes y el T1 (de la recta de meta a la curva 6, La Chapelle). Es algo único y que te atrapa si te apasiona el Motorsport.