El Suzuki Burgman fue el primer scooter en estrena la categoría de los 400. Y, como la experiencia es un grado, lo cierto es que año tras año ha ido revalidando su título de mejor megascooter del mercado. Las razones: su gran polivalencia, buenas cualidades dinámicas, estética que gusta, altura de asiento y sobresaliente capacidad de carga.
Y todo ello con diversas actualizaciones- renovaciones cada cierto tiempo. En 2003 le llegó la inyección electrónica y mejoras estéticas y técnicas. En 2007 se creó la versión actual, con algunos cambios en la carrocería y dejándose por el camino la frenada combinada. Por suerte, en 2009 nació la versión con ABS y se aprovechó la ocasión para mejorar también la frenada de la versión estándar.
Sin embargo, sus éxitos comerciales se habían visto empañados en los últimos años por algunos problemas en el embrague (desde 2007), que obligaron a Suzuki a volcarse con las reparaciones en garantía (e incluso en ocasiones fuera de ella).
Solucionado
Después de mucho tiempo analizando y estudiando la incidencia y tras varias soluciones adoptadas que no acababan de convencer a los usuarios, Suzuki ha retocado diversos aspectos técnicos en su Burgman que parecen haber dado en el clavo y corregido el problema.
Por un lado, se han cambiado los muelles y las zapatas del embrague y su sistema de ventilación, mejorando así su limpieza y evitando la acumulación de restos de ferodo. Como resultado, se ha optimizado su rendimiento y mejorado su fiabilidad, evitando la cristalización de las zapatas. También Suzuki ha acortado ligeramente el desarrollo del Burgman.
En marcha puedes notar el cambio en que ahora sube de vueltas con mayor rapidez, con mejores aceleraciones y además ha desaparecido el típico tirón del que muchos usuarios de megascooter se quejan. Para ganar en estos aspectos ha sido necesario sacrificar ligeramente su velocidad punta, que ahora se queda en los 142 km/h reales (155 de marcador) en nuestra unidad poco rodada (podrán ser más). Aun con esta ligera pérdida en la estirada final, lo cierto es que las prestaciones del motor han mejorado sustancialmente, sobre todo en aceleración corta (0-30 km/h), en la que el Burgman baja de los dos segundos, una cifra poco común en scooter tan grandes.
El de siempre
Exceptuando los cambios mecánicos mencionados, el Burgman sigue siendo el mismo megascooter de siempre. Un aliado de lujo tanto para grandes desplazamientos como para el día a día. En vías rápidas, sus prestaciones le permiten mantener cruceros de 130-140 km/h sin problemas y su protección aerodinámica es muy buena. El único pero que podríamos ponerle es que el extremo superior de la pantalla es demasiado flexible y vibra cuando circulamos a alta velocidad, generando turbulencias, o que las manos quedan poco protegidas.
La posición de conducción es la típica de la familia Burgman, con el asiento muy bajo (720 mm) y manillar alto, lo que permite una postura muy relajada y la sensación de tenerlo todo bajo control, maniobrando a baja velocidad o en parado. El pasajero tiene muchísimos espacio y amplias plataformas para los pies. Es una pena que el respaldo que montaba de serie la versión 2003-2006 ahora sólo está disponible de forma opcional, con sobreprecio.
Frenos
En 2009, Suzuki aprovechó el lanzamiento de la versión con ABS para darle un repaso también a la frenada de la versión estándar, que ha mejorado en todos los aspectos. Sin embargo, nos gustaba el funcionamiento del sistema combinado del modelo antiguo, pues suponía una gran ayuda para los pilotos menos expertos.
El Burgman 400 ABS que hemos probado, con doble disco delantero de 260 mm y trasero de 210, tiene mordiente y potencia de frenada de sobra, deteniendo el scooter en una distancia mínima de frenado y con total seguridad, sin resultar muy intrusivo ni generar situaciones comprometidas. Con el Burgman tienes dos opciones: la estándar por 6.713 euros o la ABS por 7.221. Por 500 euros más, te recomendamos la versión con antibloqueo, tanto si tus recorridos son mayoritariamente urbanos como extraurbanos.