El tiempo entre dunas es muy relativo. En el Dakar, 207 segundos pueden volverse eternos o pasarse en un abrir y cerrar de ojos. Sobre todo cuando has pasado prácticamente 140.000 segundos (concretamente 139.857) dándole al gas para ser más rápido que nadie.
Ahí, 207 segundos son un suspiro. Un suspiro que podría haber saldado, de una vez y para siempre, la historia de Chile en el Dakar sobre dos ruedas. 207 segundos separaron a Pablo Quintanilla del británico Sam Sunderland, ganador final. El motociclismo chileno nunca se había quedado tan cerca del toaureg en motos, que tendrá que seguir esperando.
Ya el año pasado, el argentino Kevin Benavides se convirtió en el primer sudamericano en llevarse el triunfo final, adelantando por la derecha en dicha carrera al propio Quintanilla y, sobre todo, a Chile, que desde hace dos décadas parecía el país destinado a llevarse dicho mérito.
Un poco más atrás, el estadounidense Ricky Brabec también les birlaba el honor de poner a América en el palmarés del Dakar en moto, cinco años después de que Toby Price se llevase para Australia el primer triunfo para un piloto no europeo.
Todos esos honores parecían reservados a Chile ya desde 2001, cuando el emblemático Carlo De Gavardo subía al podio final en tercera posición a solo 44 minutos del italiano Fabrizio Meoni. Nueve años después, Francisco ‘Chaleco’ López accedía al mismo escalón, pero mucho más lejos en tiempo: no fue hasta 2013 cuando el mismo Chaleco se acercó más, quedándose también tercero pero esta vez a solo 18 minutos del francés Cyril Despres.
La irrupción de Pablo Quintanilla en 2015 parecía venir a saldar esa deuda histórica al acabar cuarto a 38 minutos del español Marc Coma. Un año después subió una posición y se coló en el cajón, pero a 48 minutos del mencionado Price… del que se quedó a solo 20 minutos en 2019, cuando acabó cuarto.
2020 fue el año en el que ‘Quintafondo’ -que por el camino se había convertido en bicampeón mundial de rallies cross-country al ganar los títulos de 2016 y 2017-, dejó a Chile más cerca que nunca en todos los sentidos: dio un paso más para finalizar segundo y arañó algunos minutos más para quedarse a 16 minutos de Brabec. Además, el joven Nacho Cornejo se perfilaba también como un potencial ganador de la prueba, finalizando cuarto a 31 minutos del estadounidense.
El pasado 2021 fue Cornejo el que hizo soñar a Chile, llegando a ser líder en la segunda semana, hasta que tuvo que abandonar tras una caída. Para este 2022, sus dos estrellas pasaban a compartir equipo en las filas del Monster Energy Honda, donde junto a Cornejo llegaba Quintanilla tras seis años en Husqvarna.
Pese a ser el último en llegar, ya a las primeras de cambio Quintanilla se convirtió en la gran esperanza de Honda tras ver cómo Cornejo, Brabec y Joan Barreda se perdían en la etapa 1B, dejándose una minutada por el camino. Sin hacer ruido, el de Valparaíso iba viendo cómo muchos rivales se quedaban fuera por diversos motivos y la lista de candidatos se iba reduciendo.
Una penalización de un minuto el antepenúltimo día complicó sus opciones y, pese a que lo dio todo en los dos últimos días, no pudo poner la guinda en el pastel y terminó segundo tras Sunderland.
Un segundo puesto que le convertía en el primer sudamericano en subir tres veces al podio final del Dakar y que suponía su séptima presencia en el top ten, más que nadie en activo superando los seis del mítico italiano Franco Picco, al que han igualado Toby Price y el austriaco Matthias Walkner.
Por ponerlo en perspectiva, siete son las veces que acabaron en el top ten dos leyendas como el francés Stephane Peterhansel y el español Marc Coma. De hecho, solamente siete pilotos lo hicieron más veces: ocho el italiano Fabrizio Meoni, nueve el francés Cyril Neveu y el noruego Pal Anders Ullevalseter, diez el italiano Edi Orioli y el portugués Hélder Rodrigues, y once el español Jordi Arcarons y el galo Cyril Despres.
Viendo los nombres con los que se empieza a codear Pablo Quintanilla puede estar realmente orgulloso de lo que lleva haciendo desde 2015, pero es inevitable pensar que se ha quedado a un suspiro de 207 segundos de llevar a Chile a la eternidad del Dakar.