Toby Price invirtió 160.083 segundos en recorrer las especiales cronometradas del Dakar 2023. Su único problema fue que su compañero Kevin Benavides tardó ‘solo’ 160.040.
43 malditos segundos dejaron al australiano sin su tercer touareg. Una diferencia tan mísera que apenas supone el 0,027% del tiempo del ganador. Lo nunca visto en el Dakar. Por poner un ejemplo, sería como perder una carrera de 100 metros entrando en la misma centésima que el ganador.
Tiene Price motivos de sobra para el orgullo, y así los hizo ver al terminar. Pisar por sexta vez el podio final del rally más duro del mundo está al alcance de poquísimos pilotos en la historia -tanto que solo le superan Cyril Després (10) y Marc Coma (7)-, y hacerlo en dos de cada tres participaciones es una auténtica burrada.
No solo rubricaba el doblete de KTM, sino que suponía también regresar al cajón después de dos años seguidos sin pisarlo, cuando en sus seis primeras ediciones solamente había ‘fallado’ en una. Además, destacaba el hecho de haber terminado sin lesiones, algo nada baladí viendo su currículum en los últimos años, en los que los contratiempos se habían ido sucediendo.
Todo eso es muy cierto. Tan cierto como que Toby Price es un ganador, y ningún ganador puede estar del todo contento cuando se queda a un 0,027% de la victoria.
Seguro que, desde que alcanzó la línea de meta en Dammam, Price está dando y dando vueltas a la cabeza, pensando dónde pudo dejarse esos 43 segundos que le han privado de agigantar todavía más su leyenda y conquistar su tercer Dakar, lo que sería hito impresionante en los tiempos de la igualdad mecánica y la profesionalización de los pilotos.
Los 43 segundos que le cerraron la puerta de escribir otra página dorada en su leyenda. 43 segundos que, en el desierto, se escapan en un suspiro. ¿Dónde estuvo ese suspiro? En tres sitios.
Dado que se mantuvo en la pomada desde el inicio hasta el final, no tiene sentido buscarlo en las primeras etapas, donde cada minuto perdido pudo tener compensación al día siguiente. Hay que ir al desenlace, donde se acabó el margen de maniobra y cada segundo perdido pudo cambiar (y cambió) la historia del Dakar. En concreto, a las tres últimas etapas.
Paradójicamente, el Dakar se le empezó a escapar el día que recuperó el liderato. Fue en la antepenúltima etapa, donde firmó la tercera posición a 1:58 de Nacho Cornejo y 24 segundos por delante de su compañero Kevin Benavides. Entre ambos se coló su otro compañero, Matthias Walkner. Esos 24 segundos que le separaron de Benavides lo cambiaron absolutamente todo.
¿Por qué? Por la posición en pista del día siguiente. El primero en el que se podía salir a tope sin guardarse nada, ya que el orden de salida de la etapa final se haría inverso según la general.
Así, en la penúltima etapa, Price salió tercero tras dos pilotos que no se jugaban nada, así que a partir de cierto punto le tocó abrir pista. Todo ello sin saber que, tras él, Walkner sufría un accidente y Benavides tenía que parar a asistirle. El argentino, tras 23 minutos junto al austriaco, reemprendió la marcha y pudo volar hasta la meta con multitud de huellas marcando su camino para llevarse la etapa y ponerse a 12 segundos en la general.
Entre tanto, Price se había dejado casi dos minutos y medio por el camino, y después explicaría dónde. Tras ponerse a abrir pista en torno al kilómetro 90 sufría una pequeña caída (primer suspiro) y, en torno al kilómetro 130, tomaba un rumbo ligeramente equivocado (segundo suspiro).
Esos dos suspiros le habían impedido dejar el Dakar 2023 prácticamente sentenciado, ya que podía haber llegado a la etapa final con cerca de tres minutos de renta. Aun así, tenía 12 segundos para una etapa de playa en la que estrujar el gas, algo que sabe hacer como nadie.
Llegó el primer waypoint y cedía 12 segundos con Kevin, que había salido a la especial tres minutos antes que él. Virtualmente empatados, máxima emoción. En el siguiente fallaba un waypoint y se dejaba un minuto y 37 segundos (tercer suspiro).
Ahí se acabó todo.
Desde ahí echó a volar: en el tercero recuperó 20 segundos. Ya no había más puntos intermedios. Con la llegada a meta de Kevin Benavides, el inexorable reloj de arena del Dakar había empezado una cuenta atrás de tres minutos y 12 segundos. En ese tramo fue 34 segundos más rápido que Benavides, pero no era suficiente. La arena del reloj había terminado de caer 43 segundos antes y el touareg iba a parar a manos del argentino.
Y así, mientras mascaba la decepción de haber estado tan cerca, Toby Price hacía de tripas corazón, disfrutaba como podía de la fiesta de KTM y dejaba la promesa que todo el mundo estaba esperando: “Estoy listo para volver el año que viene”. En 11 meses y medio, el reloj de arena volverá a darse la vuelta, y Price estará allí.