Hace unos años, KTM decidió reducir su estructura oficial para el Dakar y confiarse a los tres pilotos que más éxitos les habían dado en los años anteriores: el británico Sam Sunderland, el austriaco Matthias Walkner y el australiano Toby Price; utilizando sus otras marcas para acomodar a pilotos como Luciano Benavides -que recaló en Husqvarna junto a Pablo Quintanilla- o Laia Sanz.
Así habían conseguido canalizar el relevo de los tiempos de Marc Coma y Cyril Després, expandiendo su dominio pese al empuje tanto de Honda como de Yamaha y de las propias marcas del grupo KTM. La premisa durante varios años clarísima: si algo funciona, no lo toques. Y funcionaba.
Sin embargo, llegó el año 2020 y Ricky Brabec acabó con 18 años de hegemonía y, lo que pareció ser un traspiés pasajero, se repitió en 2021 cuando el argentino Kevin Benavides repitió el éxito para Honda, con el propio Brabec dando el doblete a la marca del ala dorada. Las circunstancias cambiaron y se acabó imponiendo otra máxima: si no te mueves, pierdes.
EL INCONFORMISMO DE KTM
KTM recuperó ahí su proverbial inconformismo, amplificando su proyecto dakariano aprovechando la pluralidad de marcas y equipos que maneja y reestructurando la estructura oficialísima: decidió mandar a GasGas a Sam Sunderland -que les había salvado el honor con el tercer puesto en 2021- junto a la estrella en ciernes Daniel Sanders.
El motivo del movimiento de Sunderland era el fichaje del argentino Kevin Benavides, que se mostraba como uno de los pilotos más fiables del Dakar con una victoria, dos podios y cuatro top 5 en sus cinco primeras participaciones. Unos números de auténtico genio.
Ya de entrada, su fichaje era un winwin para KTM, al suponer un golpe de efecto múltiple. En primer lugar -y el más obvio-, potenciaba su estructura, reforzando y actualizando su equipo oficial sin perder a Sunderland. En segundo, dejaba a Honda sin uno de sus dos grandes baluartes (junto a Brabec).
Y, por último, el golpe moral del contundente mensaje que mandaba: por mucho que Honda hubiese ganado los dos últimos Dakar, el vigente campeón prefería la oferta de KTM y se llevaba el 1 a la marca austriaca.
EL INCONFORMISMO DE KEVIN BENAVIDES
Ahí entra en juego el inconformismo de Kevin Benavides. El mismo que en 2015 le hizo cambiar el enduro por el rally. Un fichaje que cerraba un ciclo para el salteño, ya que cuando decidió apostar por el cross-country estuvo cerca de firmar por KTM antes de decantarse por la oferta de disputar el Desafío Ruta 40 con el Honda South America Rally Team.
Un año después ganaba su tercera etapa en el Dakar, mostrando un talento innato inusitado para la modalidad al que fue dotando de la constancia necesaria para no alternar exhibiciones con desastres y tornarse en uno de los pilotos más sólidos del mundo hasta convertirse en el primer sudamericano en ganar el Dakar, adelantando por la derecha a un Pablo Quintanilla que, irónicamente, sería el elegido por Honda para reemplazarle.
Más ironías guardaba el destino: en el Dakar 2022, el de su debut con la KTM y el 1 en el carenado, la victoria final fue para el piloto al que había desplazado en su llegada (Sunderland) por delante de su sustituto en Honda (Quintanilla). Él no tuvo tanta suerte, teniendo que abandonar por una rotura de motor… aunque pudo reengancharse después.
Sin embargo, si había decidido cambiar de marca era por su brutal inconformismo. Llevaba años viendo cómo Honda actualizaba una moto vieja -con las limitaciones que eso implicaba- y decidió enrolarse en una fábrica como KTM que estaba enfrascada en el desarrollo de una moto nueva. No era un cambio de aires, era la decisión de alguien que cuando corona una duna ya tiene la vista fijada en la siguiente.
TOUAREG EN DOS AÑOS
Por eso, el fiasco del Dakar 2022 no hizo titubear ni a KTM -que de alguna forma había recuperado el triunfo de la mano de GasGas- ni al propio Kevin, totalmente consciente de la crueldad de la prueba y con la moral alta tras saber que había hecho un gran trabajo más allá de los problemas mecánicos.
Para 2023 pedía un Dakar más largo y duro, ya que el 2022 había sido “muy rápido y casi sin navegación”. Una vez más, decidió plantear la carrera de forma semi conservadora, huyendo de la vorágine de ganar etapas y abrir pista al día siguiente. De hecho, en las doce primeras etapa solo acabó una etapa en el top 3.
Sin embargo, desde la tercera etapa no salió del top 3 de la clasificación general. Se manvuo siempre al acecho, esperando el momento definitivo para jugarse el Dakar con quienes aguantaran por arriba, que resultaron ser su compañero Toby Price y el estadounidense Skyler Howes, que había sido el elegido por Husqvarna para reemplazar a su reemplazo (Quintanilla).
En la penúltima etapa, por fin destapó el tarro de su endiablada velocidad para llevarse el triunfo y quedarse a 12 segundos de Price en la general para citarse en un mano a mano fratricida en el que no perdonó, aprovechando un fallito del australiano para ganar el Dakar en 43 segundos; convirtiéndose en el primer doble ganador de Arabia, el primero en ganar con Honda y KTM y el primero en ganar dos Dakar en tres años desde Marc Coma.
Como un déjà vu de lo sucedido un mes antes con su selección de fútbol, Kevin Benavides se aferraba a la épica para dar a Argentina una victoria in extremis en suelo árabe y, tal y como hiciera su compatriota Leo Messi con el ansiado trofeo, dormir abrazado al touareg que ha devuelto a KTM como premio supremo al inconformismo mutuo.
