Emilio Alzamora es uno de los mejores profesionales que se han formado parte de un equipo de motociclismo, ya sea como piloto, como team manager e incluso como representante de pilotos. Y es que este leridano nacido en mayo de 1973 ha destacado siempre por su buen hacer y por su capacidad para gestionar momentos complicados.
Antes del título mundial
No cabe duda de que el año que cambió la trayectoria de Emilio Alzamora fue 1999, cuando consiguió su único campeonato del mundo, convirtiéndose en el segundo en lograrlo sin ganar ningún gran premio (el primero fue “Champi” Herreros en 1989, en la categoría de 80 cc). Pero antes de centrarnos en ese año, hagamos un rápido repaso por la trayectoria del primer piloto que puso de moda llevar el logo de Chupa Chups en el casco.
Heredó la pasión que su padre, también piloto, tenía por las motos, de modo que siempre estuvo sobre las dos ruedas. Eso le llevó a ser campeón de Cataluña con 16 años. Tales logros provocaron que todas las miradas se posaran en este nuevo talento, el cual no tardó en recalar en el Campeonato Mundial. Primero formó equipo con Álex Crivillé en JJ Cobas y después pasó por varias escuderías hasta que consiguió en 1995 sus primeros resultados sobresalientes. Esa temporada logró su primera victoria, en el GP de Argentina, y terminó tercero tras los japoneses Aoki y Sakata. En 1996 volvió a hacer un buen papel con otro gran premio y la regularidad que le acompañó durante toda su carrera. Finalizó en cuarta posición.
En 1997 decidió dar el salto a 250 cc, pero la moto que tuvo a su disposición no le permitió estar en posiciones delanteras, lo que le llevó de nueva a 125 cc al año siguiente, concretamente a Aprilia.
Alzamora en 1999
Tras una temporada nefasta en Aprilia, fue reclutado de nuevo por Honda. Y comenzó la temporada 1999 como el típico piloto tapado que va almacenando puntos mientras sus rivales los pierden por abandonos y caídas.
Durante la primera mitad del campeonato, Masao Azuma comenzó como un tiro con cinco victorias en las ocho primeras carreras. Parecía que el dominio japonés se mantendría en 125 cc (solo había sido interrumpido por Valentino Rossi en 1997). Sin embargo, a mitad de temporada apareció la impactante figura de Marco Melandri. El italiano era joven y muy rápido. Eso le llevó a ganar cinco grandes premios.
Así, mientras Azuma, Melandri y otros pilotos se encaramaban a lo más alto del podio, junto a ellos siempre solía estar el hombre del casco Chupa Chups. Emilio Alzamora consiguió quedar segundo o tercero hasta en diez ocasiones. Su regularidad le había llevado a ser líder en la última carrera, la que dirimiría el campeonato. A Marco Melandri no solo le valía ganar, sino que además el leridano no podía terminar en segunda posición.
Ya en la carrera Melandri tomó ventaja, mientras que Alzamora consiguió alcanzar la segunda posición después de despachar a un grupito. Fue entonces cuando el joven italiano se percató de que aquello no le daría el mundial y ralentizó la marcha para que Alzamora le alcanzase. Y así fue, dando lugar a una sonrojante última vuelta en la que intentó todo para desestabilizar a Alzamora y que este cometiera un error o directamente se fuera al suelo. Pero se topó con una cabeza bien amueblada -ayudado por su jefe de equipo Ángel Nieto- que supo aguantar y acabar segundo. El campeonato estaba en el bolsillo.
Después de aquella temporada, Alzamora defendió el título, pero acabó tercero tras Roberto Locatelli y Youchi Ui, aunque cosecharía dos nuevas victorias. Tras retirarse, el leridano ha sido una de las figuras más habituales del paddock y actualmente está al frente de la empresa AC Management.