Cuando Emilio Alzamora –campeón del mundo de 125 cc en 1999– dio por concluida su carrera como piloto profesional tras una dura temporada 2003, tenía muy claro cuál era el camino que iba a seguir. Su vinculación con Monlau Competición desde 1997 (corrió con ellos en el Mundial de «dos y medio» con una Honda NSR) le llevó a entrar como socio en una compañía que ha crecido hasta un punto inimaginable por entonces.
Alzamora pasó de aparecer por el paddock del CEV en 2004 ya sin el mono y el casco al frente del proyecto base de Monlau a ser 10 años después una de las piezas más «poderosas» (más en un sentido de potencia que de poder) en el Mundial de Motociclismo. Una «obra» que de puertas para afuera culminó el año pasado con los títulos de los hermanos Márquez –el de Álex con su estructura patrocinada por Estrella Galicia 0,0 con la que ha dado un paso más con el acuerdo con los belgas del Marc VDS–.
Al leridano le gusta más destacar el papel como escalera hacia lo más alto, tanto de pilotos como de ingenieros y mecánicos de lo que pasó a llamarse Monlau Repsol Technical School, una estructura que abarca desde la base y la enseñanza a personal técnico que empieza a poblar el paddock, y en lo deportivo a distintos pilotos jóvenes (o más bien niños), siguiendo el camino que desde más abajo aún y desde antes ha trazado el RACC, en gran parte bajo la responsabilidad del que fuera presidente de la Federación, Joan Moreta.
«Bajar de la moto no es un paso fácil para un deportista. Has de tener las ideas muy claras», recuerda Alzamora. «Como piloto estás centrado en la parte física, en la parte de resultados, objetivos deportivos. Cuando pasas al otro lado tienes que dejar eso al margen, en mi caso para ayudar a chavales. Para mí fueron unos años de aprendizaje en la profesión que me llevaron desde hacer diseño de los equipos, hasta buscar patrocinadores, tener el trato con un equipo técnico, mecánicos, ingenieros, saber manejar estos grupos, saber manejar pilotos, a sus familias… Este fue un periodo de aprendizaje que en parte me supuso una sorpresa, el saber hacer ese trasvase de mi experiencia de piloto a estas otras facetas».
Alzamora nos confiesa que incluso para él fue una sorpresa saber que era capaz de desarrollar esa faceta. Dirigió la escuela de Monlau durante un par de años, algo de lo que ahora se encarga Jaime Serrano, como nos recuerda, a la vez que destaca la importancia de otra persona, Iván Ventura (esto es algo que se repite en las conversaciones con el que ahora es famoso por ser el mánager de Marc Márquez, ver cómo rebusca en su cabeza para no olvidar los nombres de las personas que considera importantes en su mundo profesional).
«La etapa dirigiendo la escuela fue para mí muy formativa. Tener que llevar una empresa, ver los problemas que tienen los trabajadores y ver también, a través de los alumnos que teníamos en Monlau, lo importante que eran como hijos para las familias y esa posibilidad de que tuviesen un futuro. Todo esto siempre vinculado a la competición que era mi arma, donde tenía mucha experiencia. Pero me sorprendí al saber sacar adelante esta faceta. Ahora estoy más vinculado a la representación de pilotos, tanto con Marc como con Álex».
Con el espectacular nivel deportivo alcanzado por Marc Márquez, a Alzamora le quedará para el día a día del Mundial 2015 el centrarse en ejercer la figura de mánager del campeón de MotoGP. A esto sumará ese mismo rol con su hermano Álex, lo que complementará con la asesoría deportiva al recién ascendido a Moto2. El resto de papeles los tiene delegados en distintas personas: Jordi Arquer y José Carrión para dirigir la estructura Estrella Galicia 0,0 en Moto3, escuadra que dio un salto en 2014 al convertirse en un box semi oficial para HRC (la oficialidad, por reglamento, no está permitida).
De gestionar la parte de Moto2, en la que también aparece la cervecera gallega, se encargan sus socios de Marc VDS, que tienen este año también una RCV en MotoGP con Scott Redding. En la base anterior al Mundial, el nuevo Campeonato de España y el Mundial Junior de Moto3, estará el ex piloto Víctor Carrasco, recién incorporado a la estructura. En Barcelona sus socios se encargan de toda la parte Monlau escuela, en la que Repsol mantiene una gran implicación con un programa que trata de vincular la formación de profesionales con la competición.
Podríamos decir que esta es la teoría, porque en realidad los 365 días de Emilio Alzamora están centrados en no perder de vista ninguna de las patas de esta mega estructura. «Con lo que me siento más realizado es con formar parte de este oficio y ser capaz de moverme en todos estos aspectos, saber llevar todo esto de la mejor manera posible. Porque al final lo más gratificante es cuando en los proyectos deportivos, con una implicación detrás, los resultados salen. Esto es lo más gratificante. Si quieres estar en este oficio no se puede mirar el reloj, ni los días. Para ganar, si hay que ir a China a buscar un patrocinador, ir a buscar un recambio a Japón o hay que hacer lo que haga falta, se hace. Para ser el mejor del mundo no hay límites. Y encontrar gente que esté con la predisposición de hacer todo esto no es fácil».
El impulso Márquez
Es evidente que el ejemplo de Marc Márquez ha abierto muchas puertas a Alzamora. Si algo se ha ido repitiendo en el Mundial a lo largo de los años es fijarse en los modelos de éxito. Dani Amatriaín apareció con Jorge Lorenzo, le puso en Derbi, le «creó» una estructura en 250 patrocinada por Fortuna que llevó de Honda a Aprilia (Amatriaín ya tenía ese equipo desde hacía años pero terminó siendo el equipo de Lorenzo). Firmó un acuerdo con Yamaha antes de que Lorenzo lograse su bicampeonato en la extinta clase intermedia, y a la vez hizo debutar a otros pilotos como Pol Espargaró. A partir de ahí, el modelo Amatriaín se convirtió en la referencia.
En una charla en Valencia con el ex campeón de 125 Roberto Locatelli, centrado desde que se retiró en ayudar a pilotos, me confesó que Alzamora es ahora el modelo para los italianos, que ese es el método que creía que había que seguir para devolver brillo a un motociclismo que parece que empieza a renacer tras pasar por una travesía del desierto. Alzamora regresó con Márquez al Mundial en 2008, y su crecimiento y el de Monlau han ido en paralelo al del dos veces campeón de MotoGP.
«Intentas crear una línea bajo tu experiencia de valores, de conocimientos. No digo que sea la mejor ni la peor, es la que es. En un piloto hay muchas cosas. Hay que empezar a formarlos técnica y deportivamente, pero deben entender que su profesión no es solo ir rápido en la pista, hay que tener una imagen fuera de ella. Los medios de comunicación son muy importantes, porque son los que transmiten y a través de ellos se transmiten los valores que quieres hacer llegar para que los aficionados y la gente vea quién eres tú, y después también los patrocinadores. Hay que ser agradecido. Quizás estoy en la situación que estoy ahora porque siempre he intentado ser correcto con todo el mundo, y ser agradecido, tanto con vosotros los periodistas, como con los patrocinadores, y con todo aquel que me ha ayudado. Es lo que intento transmitir. Un piloto al final se acaba. Por muy bueno que sea correrá cinco, 10 o 20 años, pero se acaba. Todo lo que tú hayas creado o lo que hayas sido capaz de cuidar, de transmitir, es lo que te encontrarás el día de mañana».
Toda esta reflexión le lleva a valorar lo que ha encontrado en Marc Márquez. «He tenido la gran suerte de conocer a Marc, que es un chaval que esos valores ya los lleva en el ADN. Y en esto coincidimos bastante. Marc, para mí, en mi modesta opinión, es un piloto que marca una nueva generación. Su reflejo, los valores que tiene, aportarán mucho al motociclismo, a esos pilotos que empiezan. Marc, por cómo es, por los valores que transmite: es muy trabajador, es un chaval súper humilde, sabe liderar un equipo y sabe cuidar de su gente. Esto es lo que al final es un buen reflejo para esta generación, ver cómo funciona, cómo va encima de la moto, pero también cuando se baja de ella».
Y aquí, como en otras ocasiones, Alzamora se da prisa en agradecer a los padres de sus dos pilotos por confiar en él para llevar a sus hijos, lo que le está permitiendo vivir una de las épocas más gratificantes de su vida. «Yo he sido piloto y es muy bonito ver cómo ha crecido Marc y cómo está creciendo Álex. Estos éxitos quedan para la historia. Deportivamente de lo que estoy más orgulloso es de haber podido estructurar esta escuela de cómo era al inicio a cómo es ahora, de formar parte de esta empresa que es el motor de muchas cosas.
Y de ver que en el paddock hay 46 ex alumnos trabajando, y que ya hay cinco o seis ingenieros del máster de ingeniería. Al final siempre digo que ésta es una faceta de mi vida, mi trabajo, aunque lo más importante sigue siendo mi familia, que es la que está por delante. No es fácil por todo lo que hay que hacer. Cuando me retiré, me casé y formé una familia, y eso es lo que al final es mi motor y lo que me da la estabilidad para poder llevar este trabajo adelante».