En la historia del motociclismo han aparecido -y lo seguirán haciendo- motos que siempre serán recordadas por unas u otras circunstancias. Una de ellas es la Moto Guzzi V8, que perdura en la memoria de muchos aficionados desde mediados del siglo XX. Y es que ha sido la única que ha competido en carreras con un motor V8.
De hecho, en este caso se ha convertido en mítica sin haber ganado ningún gran premio y, como es evidente, sin haber logrado el cetro mundial. Sin embargo, eso no impide que los pocos modelos que quedan se hayan convertido en motos de culto y piezas de museo que cualquier motorista desearía conducir en alguna ocasión.
Dominar el mundial
Después de los complicados años 40 debido a la Segunda Guerra Mundial, en la siguiente década el motociclismo comenzó a tener un mayor auge entre la población, más aún teniendo en cuenta que mucha gente solo podía acceder a scooters y ciclomotores para desplazarse.
Y el campeonato del mundo era el escenario perfecto para mostrar los avances de cada fabricante. Por aquellos tiempos, los principales dominadores eran Norton, MV Agusta, BMW, AJS…. y Moto Guzzi. Los italianos se mostraban como auténticos maestros en la fabricación y evolución de las motos. Y a día de hoy algunas marcas de origen transalpino siguen situándose entre las mejores del mundo. Pues bien, a mediados de los 50 Moto Guzzi quiso rizar el rizo y crear la moto que estaba llamada a dominar el mundial.
Hay que tener en cuenta que en aquellos tiempos había mucha más libertad en la configuración de cada moto y los fabricantes daban rienda suelta a su capacidad de innovación.
Y llegó el motor V8
Diseñada por el ingenierio italiano Giulio Cesare Carcano, la Moto Guzzi V8, también conocida como Moto Guzzi Otto, solo compitió durante dos años, en 1956 y 1957 y no llegó a lograr ninguna victoria, pero eso no quiere decir que no haya pasado a la historia como una moto especial. No en vano, ha sido la única que ha montado un motor V8.
Y eso no es todo, era un motor V8 de 498,58 cc, con doble árbol de levas en cabeza, ocho carburadores (uno por cilindro) y disposición transversal. Ofrecía una potencia de 79 CV, alcanzaba las 16.000 rpm y llegaba hasta 286 km/h, cifras considerables si tenemos presente que hablamos de hace más de 60 años. Es por ello que está considerada como una joya mecánica.
Sin embargo, el hecho de que se tratase de una maravilla no quiere decir que fuera exitosa en las carreras, ya que su complejidad provocó que hubiera fallos en otros componentes, lo que la llevó a varios abandonos durante el mundial (en aquellos tiempos la fiabilidad tampoco era como en la actualidad).
El fin de la Moto Guzzi V8
Durante los dos años que participó en el mundial tuvo su mejor momento más candente en el GP de Bélgica de 1957, ya que en Spa llegó a rodar a 286,46 km/h, lo que le hizo conseguir una vuelta rápida con una media de 190,86 km/h, un registro que tardó mucho tiempo en ser superado. Sin embargo, la fiabilidad de sus componentes evitó victorias mayores. Y aquello fue el final de su participación en el campeonato.