La Suzuki Gladius (nombre de la típica espada de legionario romano, corta y con dos filos), no es en realidad tan fiera como su nombre te hace pensar... Pero tiene gancho, desde luego, y sin duda llamará la atención del público joven al que mayoritariamente va dirigida. Y es que la Gladius es la nueva alternativa de la fábrica de Hamamatsu para entrar en el mundo de las dos ruedas a través de una moto sencilla, eficaz y atractiva.
En cierto modo, viene a llenar, por un lado, el hueco dejado por la casi mítica GS 500 E, cuyo éxito se ha mantenido durante años en nuestro país hasta que la Euro III ha jubilado definitivamente; y por otro, a ofrecer una variante más moderna, cuidada estéticamente, y menos deportiva, de la conocida SV 650, con la que comparte numerosos elementos.
Visual
A las formas voluptuosas del conjunto, Suzuki incorpora en la Gladius el juego con los colores para llamar la atención. Así, incorpora espejos retrovisores y tapas cromadas y pintura bicolor. También el asiento tiene dos tonos, lo que le confiere un aspecto más distinguido. Concretamente, la blanca y azul lleva chasis también azul, aleta delantera blanca y llantas negras, mientras la granate y blanca tiene bastidor y llantas color champán. Éstas son las que en principio vendrán a España, y se estudiará la posibilidad de traer la verde y negra y la negra en función de la demanda.
Al acercarte a ella, rápidamente te percatas de que es más pequeña que la SV 650. Esto repercute en una sobresaliente manejabilidad en parado y a baja velocidad, más aún si tenemos en cuenta la escasa altura del asiento al suelo. De hecho, Suzuki ofrece de forma gratuita un asiento 2 cm más alto y con más mullido, muy práctico para los más altos. A los mandos, la posición de conducción es cómoda y natural, con un manillar de correctas dimensiones, con las puntas ligeramente elevadas, y con un buen radio de giro para maniobrar en ciudad. Los estribos por su parte están adelantados para permitir la adaptación de conductores de diferente talla. Y en frente, a primera vista, se localiza un compacto y moderno cuadro de instrumentos que ofrece mucha información. Hasta indicador de velocidad engranada, algo poco habitual en este tipo de monturas.
Si a estos buenos argumentos, sumamos el agradable tacto de su motor y sus escasas vibraciones, nos encontramos una moto realmente agradable en uno de los ambientes para los que ha sido concebida: la gran ciudad.
Trabajo fino
Dentro del entramado tubular que compone el bastidor de la Gladius, se localiza un motor de dos cilindros en V a 90º refrigerado por agua. Los cambios experimentados por éste son mínimos en relación al que anima a la SV 650, que es a fin de cuentas del que deriva, pero parece que han sido muy precisos porque mejora algunos aspectos de forma ostensible, especialmente la suavidad de respuesta y funcionamiento, al carecer de traqueteos, incluso a muy bajas revoluciones. Las salidas desde parado son limpias y al moverte a baja velocidad y aumentarla progresivamente es una delicia. Sin duda, un aliciente a la hora de adquirir una bicilíndrica de uso ciudadano, ya que es ésta precisamente su mayor desventaja con respecto a las motos de cuatro cilindros de su mismo segmento. A partir de aquí, el empuje es constante y sin altibajos hasta aproximadamente las 10.000 rpm de marcador, momento en que es conveniente subir una velocidad. El cambio, por su parte, es un poco duro, pero no llega a ser incómodo y es bastante preciso y el escalonamiento de las marchas es muy acertado.
Las prestaciones que desarrolla, a falta de verificarlas por nuestro centro técnico cuando contemos con una unidad de pruebas, son más que suficientes dada la filosofía del modelo. En ningún momento echas en falta empuje o velocidad, y con su desnudez llegará a buen seguro a la barrera de los 200 km/h. No está mal para una moto que ronda los 70 CV de potencia máxima.
Equilibrada
El carácter utilitario de la Gladius donde más se percibe es en el comportamiento de su parte ciclo. Al menos ésta fue la primera impresión tras rodar con ella una fría mañana en los alrededores de Oviedo, escenario elegido por Suzuki para instalar su fábrica hace ya unos cuantos años, y para la primera toma de contacto de esta pequeña bicilíndrica.
Es noble y efectiva en autopista y carretera, en zonas viradas sobre buen o mal asfalto. El chasis es equilibrado, la dirección precisa y la agilidad notable. La altura libre al suelo también es muy buena, y te costará rozar con los avisadores. La pega viene cuando le buscas un poco las cosquillas . Es entonces cuando la Gladius adolece de cierta falta de sensibilidad en el tren delantero. No es que se menée o se produzcan movimientos extraños, sencillamente no percibes lo que está haciendo exactamente la rueda delantera. Esto, que se produce bien por falta de rigidez delante, o por el propio funcionamiento de la horquilla, no es realmente un inconveniente si tenemos en cuenta que no es una moto de corte deportivo, ni siquiera comparada con la SV 650 de la que deriva.
Por su parte, el precio aún está por definir. En cuando pase las pruebas de homologación lo sabremos, pero podemos anticipar que se situará en torno a los 6.000 euros, y que su comercialización comenzará a finales de este mismo mes o principios de marzo.
Realmente atractiva, la Gladius llega para colmar las expectativas de conductores y conductoras noveles, o para quienes quieran una moto práctica a la vez que llamativa. Pero no es la única, así que la batalla de las naked medias se plantea muy interesante, con otras novedades como la ER6-N que probamos este mismo número, o la Yamaha XJ6, que os ofrecimos en el pasado.
