La Camí –camino en catalán- permite vivir ociosas excursiones camineras que, además, podéis disfrutar con pasajero. Una caminante para disfrutar del motociclismo de montaña sin prisas.
Tras años sin incluir en su oferta una enduro «light», Gas Gas recupera un modelo de este tipo, diseñado con el mismo espíritu de las versiones anteriores Pampera y Hobby. La fórmula de la nueva Camí es la de ofrecer una moto divertida, diseñada con el criterio de un coste contenido (que redunda en un precio de venta ajustado) por lo que monta piezas menos sofisticadas en frenos, motor y suspensiones, acopladas a una parte ciclo ya amortizada, de modelos anteriores. Aunque inicialmente la Camí nació para el mercado brasileño, que demandaba una endurera deportiva a un precio competitivo, la buena acogida de este modelo en estos dos años de vida «brasileira» ha hecho que Gas Gas haya optado por introducirla en el resto de mercados donde está presente, mejorando para ello el producto.
Este motor 250 4T se muestra brioso a bajo régimen, algo más apaciguado en el medio y voluntarioso arriba de vueltas. Suficiente para su fin aventurero, destacando además por ser parco en consumo. Por ello, la autonomía resulta destacada permitiendo cubrir largos recorridos camperos sin repostar. No destaca el propulsor por su facilidad para arrancar, ni en frío ni en caliente, debiendo insistirse mucho con el botón –a palanca hemos sido incapaces de arrancarla-.
Puzzle
La Camí toma el bastidor de la Enducross 2011, junto a la carrocería de esta versión, incorporando un motor 250 4T de procedencia asiática, dotado de arranque eléctrico –también tiene pedal-. Para la amortiguación se ha recurrido al fabricante catalán Ollé, que aporta bajo su marca R16V la horquilla y el amortiguador, en ambos casos sin mecanismo de regulación externa alguna. Además, estos componentes tienen un recorrido más corto -15 mm. menos delante y 25 detrás-, lo que hace a la moto más baja –tres centímetros menos, verificados, en la altura del asiento-, facilitando así que el piloto llegue más fácilmente al suelo.
Los frenos Nissin de las Enducross han dejado paso a material Braktec, con discos Galfer, mientras que el manillar es de aluminio pero en tubo de menor diámetro. Los radiadores son distintos a los de las EC, fabricados en aluminio pero con un acabado diferente. Anotar que las llantas son Morad; la pata de cabra, la de aluminio en las EC pero recortada –para ajustarse a la menor altura de la moto-; y la decoración, más escueta en diseño y número de adhesivos. Los neumáticos, en esta unidad de pruebas, eran los mismos Metzeler de las EC, aunque la marca anuncia que de serie se montarán unos Pirelli.
Otros detalles de la Camí los vemos en la incorporación de elementos para el uso «urbano» como la llave de contacto, los intermitentes, el faro halógeno y las estriberas para el acompañante. Unas piezas fijadas en robustos soportes de acero –pesan medio kilo, cada una- al subchasis, realizado éste también en tubo de hierro –aluminio en las EC-.
¿A quién va dirigida la Camí? A los ya iniciados en el «off road», veteranos en muchos casos, que quieran montar de forma esporádica y relajada, sobre todo en caminos, y a los profanos de la moto verde, jóvenes y chicas, que ansían descubrir el campo, pasando del camino a la montaña, con cierta naturalidad y afabilidad.
Queda claro que la Camí no tiene pretensiones deportivas extremas, aunque, como hemos podido acreditar, nada le espanta. Hemos cubierto en nuestra prueba un recorrido de todo terreno que habitualmente hacemos con motos más deportivas, incluyendo algunas trialeras de dificultad alta, y esta «GG» no se ha asustado.
Con ella podéis acometer rutas de enduro sabiendo las limitaciones que tiene, sobre todo, la suspensión. La amortiguación trabaja de forma válida y cómoda, siempre que les deis un trato sosegado, pues si la machacáis, ellas os machacan. Nosotros, sacándolo todo un poco de su contexto y buscando sus límites, hemos sentido que la horquilla responde bien pero, exprimiéndola a tope, en compresiones rápidas, seguidas y bruscas, muestra un punto de dureza medio que se traduce en un incómodo golpe seco –las muñecas lo notan- mientras que en extensión parece a veces violenta.
El amortiguador responde de forma óptima a ritmo de aventura, pero si hacemos enduro le falta sensibilidad en compresión y en impactos fuertes -baches o agujeros profundos- y notamos como el tren trasero se comprime a tope.
Para uso recreacional, no competitivo, la moto cumple con su papel de maravilla. Lo mismo que los frenos, que sin ser un material pata negra trabajan bien. Tanto delante como detrás tenemos un buen tacto duro pero acusamos falta de mordiente y progresividad, sobre todo delante, debiendo apretar más de la cuenta –el dedo se fatiga- si queremos retener en poco espacio, yendo deprisa.
Esto deriva en que podemos bloquear con facilidad, así que, lo mejor es no meterse en problemas y rodar sin pretender encontrar su límite, pues éste no está tan alto como el de una Enducross. Quizás al leer esto penséis que no se puede ir rápido con la Camí y no es así. Lo que no se debe pretender con ella, porque no ha sido diseñada para tal fin, es practicar conducción agresiva y pendenciera.
Conjuntamente la «Camino» transmite seguridad gracias al excelente comportamiento de su chasis, noble y aplomado, buen aliado para rodar muy tranquilos pues nunca sorprende con reacciones incorrectas. Por otro lado, está bien asentada porque también su notable peso de 120 kilos –vacía- la hace plomiza. Esta «GG» no es ligera y eso se nota en su conducción en términos de manejabilidad, pero como no ha nacido para meterse en líos trialeros ni en recorridos extremos, no es un dato relevante.
Anotar que la posición de conducción es buena aunque el asiento resulta duro y se nota bastante la anchura del motor –en roderas y pasos estrechos resulta fácil rozar-. La pata de cabra sobresale bastante y a veces molesta, lo mismo que la estribera izquierda del pasajero. Agradeceréis mucho la altura contenida del sillín, sobre todo los menos avezados que en las zonas lentas tienen que echar a menudo el pie a tierra –esta talla media convierte a la Camí en una buena opción para las féminas y los pilotos de pierna corta-.
Aunque, a cambio, menor estatura significa que es más fácil rozar con la parte inferior del chasis, sobre todo en escalones –ojo en los peldaños de bajada porque al tocar con los bajos podemos encallar y perder el equilibrio-.
Al disfrute pacífico de cualquier usuario contribuye el grupo motriz. Nos ha gustado la mecánica asiática porque sus 23 CV son suficientes para tener un empuje válido sin vernos abrumados por demasiada potencia. La Camí rinde lo justo para divertirse en recorridos de dificultad media y no muy rápidos, pues además de por la potencia contenida, se ve limitada en campo por su desarrollo de cambio algo largo –monta corona de 44 dientes- que exige usar el cambio bastante en zonas de segunda y tercera.
Por el contrario, sí que va bien este desarrollo para ir por asfalto, en quinta y sexta, permitiendo mantener una velocidad media por encima de los 100 km/h. El embrague cumple con su cometido pero no es de carreras, tiene tacto algo duro en la maneta –no dispone de accionamiento hidráulico- y, cuando se le exige, pierde fuelle, aunque nunca se viene abajo del todo –se hinchan los discos pero no patinan-.
Nos agrada la «Camino» por su concepto de moto con precio razonable, de fácil manejo, con respuesta equilibrada, bien planteada para disfrutar del enduro ocioso. Gas Gas tiene una buena propuesta frente a una competencia, no muy amplia, en la que hay más modelos trialeros que endureros.
Santi Ayala / Fotos Lluis Llurba
Lo más
Motor dócil pero brioso
Altura baja del asiento
Autonomía de gasolina
Lo menos
Peso alto (120 kg.)
Arranque a pedal holgazán
Tacto de horquilla seco
Conclusión
La Camí es una montura con filosofía de enduro «light» que aporta cierta versatilidad de uso «on/off road». Su motor, suspensión y frenos son trotamundos de recorridos bondadosos y afables. Buena propuesta para los pilotos de iniciación en el todo terreno.
Gas Gas EC 250 Camí 4.990 euros