“Gana el domingo, vende el lunes”, una de las frases más manidas del mundo del motorsport y que encierra más verdad en cada una de sus palabras. Porque la competición siempre ha sido el mejor escaparate para las marcas presentes y por lo que supone como banco de pruebas dado que su tecnología viene heredada directamente desde el mundo de las carreras. Y en los últimos 50 años, hay un fabricante de neumáticos que ha ganado más que ningún otro en los principales campeonatos del mundo de las dos y de las cuatro ruedas: Michelin.
En MotoGP no solo es la referencia del presente, sino que es la marca con mayor palmarés de la historia, con un total de 35 títulos en la clase reina, desde que lograse el primero Barry Sheene en 1976 con las rabiosas 500 cc. Aunque sus logros no se centran solo en la velocidad, ya que la firma de Bibendum también ha triunfado en disciplinas como el Mundial de Trial o el Rally Dakar. Por no hablar de los éxitos en las competiciones más prestigiosas de las cuatro ruedas desde la Fórmula 1, al Mundial de Rallyes y, por supuesto, la carrera de casa y donde permanecen invictos desde 1998, las 24 Horas de Le Mans.
‘We Race for Change’ (Corremos por el cambio) es el lema de la firma de Clermont-Ferrand ha estado siempre presente en el mundo de la competición, consciente de que sirve de acelerador para la innovación tecnológica. Esas condiciones extremas que solo se dan en el campo del motorsport es una oportunidad para experimentar, aprender y descubrir nuevas soluciones a la hora de desarrollar esos productos que luego se comercializan en las tiendas.
Si hacemos un repaso a las innovaciones que Michelin ha aplicado al sector de la moto, encontramos innumerables ejemplos que vienen desde bien lejos. Los franceses fueron los primeros en implementar la carcasa radial en las carreras, que posteriormente se establecerían en los neumáticos de carretera. La llegada de la sílice permitió mejorar de manera muy importante el agarre en mojado al permitir que la goma lograse una gran adherencia a baja temperatura. O los neumáticos bi-compuesto, con una estructura diferenciada en la parte central para lograr duración; y en los laterales para aumentaban el agarre.
Lógicamente, los neumáticos deportivos son los que más evolucionan, dada que su tecnología viene heredada directamente de la competición, llegando a unos niveles impensables hace unos años. Su oferta y especialización crece exponencialmente, pudiendo casi elegir un compuesto para cada tipo de situación. La gama Michelin Power es un ejemplo de ello, con cinco modelos distintos que se adaptan a las necesidades del usuario y de sus motos, para los segmentos roadster, sport e hypersport.
Desde los versátiles Power 6, inspirados en la competición, pero con un manejo preciso y ágil para la carretera. O los equilibrados Power GP2, con gran adherencia y diseñados para un uso mixto en la calle y en el circuito. El siguiente escalón serían los Power Cup 2, creados específicamente para la competición, pero homologados para carretera. Y los dos completamente lisos para el máximo rendimiento en circuito. Los Power Slicks 2 y los exclusivos Power Performance de competición, para mejorar el tiempo por vuelta.
El reto actual es mantener la excelencia de los compuestos, con un desarrollo totalmente sostenible, cuyo diseño y producción tengan un impacto limitado sobre los recursos, la biodiversidad y las emisiones de CO₂. Y en este sentido es el campeonato del Mundo de MotoE ha sido un laboratorio imprescindible y que permite probar las innovaciones en condiciones extremas.
Michelin ha sido el suministrador de neumáticos de la categoría eléctrica desde que arrancó en 2019, fabricando unos neumáticos específicos con materiales renovables de origen biológico y reciclados; incluyendo elementos como pieles de limón y naranja, resina de pino, aceite de girasol, neumáticos desgastados y chatarra de acero. El objetivo es claro: conseguir un neumático 100 % sostenible, sin limitar sus prestaciones.
