Kevin Benavides y el peso de un continente

El piloto argentino se ha consolidado como la gran esperanza del sueño sudamericano.

Nacho González

Kevin Benavides y el peso de un continente
Kevin Benavides y el peso de un continente

Kevin Benavides ha hecho algo más que devolver a Honda al podio tres años después del segundo puesto de Paulo Gonçalves: ha logrado el mejor resultado en la historia de un piloto sudamericano, echándose a la espalda el peso de un continente.

No es ningún secreto (más bien es una perogrullada) decir que la mudanza del Dakar a Sudamérica en 2009 propició el crecimiento, a todos los niveles, de los pilotos sudamericanos en la prueba que, concebida en Francia, se fue propagando por el viejo continente, principalmente a través de Bélgica, Italia y España.

En los 80, sólo el estadounidense Chuck Stearns en 1985 –con seis etapas y el sexto puesto final- quebró el monopolio europeo. Ya en los noventa comenzó un cierto aperturismo, más por intrépidos aventureros que por desembarco masivo.

Con permiso de otros norteamericanos como Danny Laporte (primer podio no europeo en 1992) o Jimmy Lewis, el australiano Andy Haydon o el sudafricano Alfie Cox; fue Sudamérica la que empezó a dejarse ver. Los brasileños abrieron la puerta con Klever Kolberg y los hermanos De Azevedo: André y Jean, pero nunca cruzaron el umbral del podio.

Eso fue obra del primer gran mito sudamericano del Dakar: el chileno Carlo De Gavardo. Todavía en África, se metió hasta seis veces en el top ten, siendo tercero en 2001 y ganando seis etapas entre 2001 y 2006. Fue él quien llevó Sudámerica al Dakar antes de que el Dakar llegase a Sudamérica.

Tres años después, el Dakar se mudó. Argentina y Chile cogieron el testigo. También sus pilotos: en motos, con nombre, mote y apellido: Francisco ‘Chaleco’ López.

Llamado a romper la dualidad entre Marc Coma y Cyril Despres, el chileno pasó un lustro a su sombra, siendo tercero en 2010 y 2013 y cuarto en 2011. Su adiós dio el relevo a su compatriota Pablo Quintanilla, cuarto en 2015 y tercero en 2016. Cuarto podio sudamericano: siempre Chile, siempre tercer escalón.

Mientras, sus vecinos argentinos se iban haciendo hueco. Empezando mucho más tarde y sin un precursor en África; hasta 2013 no hubo un piloto argentino en el top ten final: Javier Pizzolito, octavo.

Pasarían tres años hasta el siguiente. Con 27 años, Kevin Benavides acababa cuarto en su debut. De inmediato se convirtió en el ídolo local, pero precisamente Quintanilla le cerró el paso al podio. Para colmo, el australiano Toby Price les adelantaba por la derecha y se convertía en el primer no europeo en ganar el Dakar.

2017 no fue bien: Kevin se lesionó antes de empezar y Pablo abandonó por enfermedad cuando iba segundo. El mejor sudamericano fue Franco Caimi, octavo.

En 2018 la apuesta sudamericana era triple: Caimi, fichado por Yamaha, no pudo terminar; mientras que Quintanilla iba perdiendo tiempo por problemas mecánicos. Así, todo el peso del continente recaía en Benavides, en su segundo Dakar. El de Honda llegó a irse líder al día de descanso, llegando a casa con serias opciones. Y fue en casa donde se perdió y las perdió.

Con todo, 2018 no sólo ha sido el primer Dakar con tres sudamericanos en el top ten (Benavides segundo, Quintanilla octavo y el prometedor chileno Nacho Cornejo décimo). Sobre todo, ha servido para certificar que Kevin Benavides es el elegido para, por fin, dejar un Dakar en su nueva casa