Cuando un niño europeo une los conceptos moto y desierto piensa en el Dakar. Cuando lo hace un niño nortamericano piensa en pruebas como las de Baja California. Es solamente un ejemplo de la dicotomía más Europa-Estados Unidos, una rivalidad que en otros deportes polariza el mundo (el golf con la Ryder Cup) y a la que el motociclismo nunca ha sido ajena y que hoy en día alcanza su mayor expresión en el panorama offroad con la rivalidad entre el Mundial de Motocross y el AMA Supercross.
La cultura estadounidense les lleva en muchas ocasiones a centrarse casi de forma exclusiva en lo que sucede dentro de sus fronteras, una percepción alimentada por el éxito cosechado cuando las cruzan: sucedió en la velocidad con Kenny Roberts y en el motocross con las victorias de Eli Tomac como wild card en las rondas estadounidenses de MXGP. También el SuperEnduro ha visto triunfar a pilotos como Colton Haaker y Cody Webb.
Faltaba el Dakar, el raid por excelencia. No por falta de intentos, que los ha habido. Hasta seis pilotos ganaron etapas desde que Chuck Stearns inició la cuenta en 1985. El siguiente sería Danny Laporte, el que más cerca estuvo de ganar al ser segundo en 1992 solo por detrás de Stephane Peterhansel. En 2000 Jimmy Lewis sería tercero, puesto que repitió Chris Blais -que no llegó a ganar etapas- en 2007, el último podio hasta la fecha. Kellon Walch y Jonah Street dieron paso a Kurt Caselli.
Caselli estaba llamado a pelear por ser el primero. Sus dos victorias de etapa en 2013, donde debutó a los 29 años para sustituir al lesionado Marc Coma, le abrían las puertas del futuro. Ese mismo año ganó el Desafío Ruta 40, pero en la Baja 1000 sufrió una accidente que le costó la vida.
Al lugar del accidente llegaron dos pilotos: Iván Ramírez y Ricky Brabec, que fue a buscar ayuda. Era demasiado tarde. Años después Brabec reconocería que fue el momento más duro de su vida, pero que al mismo tiempo quería continuar con su legado y su pasión por la moto. Nacido en la ciudad de San Bernardino, al oeste de Los Angeles, Brabec estaba empezando a dejarse ver por el panorama nacional del motociclismo offroad, que llevaba practicando desde 2007.
Al año siguiente, en 2014, Brabec ganó la Baja 1000 y la Baja 500 con Kawasaki, triunfos a los que añadió la San Felipe 250, la Vegas to Reno y la Imperial Valley para hacerse con el título Hare&Hound del AMA. Honda le echó el ojo y acto seguido el lazo.
Era muy joven pero decidieron probarle a nivel mundialista en la Abu Dhabi Desert Challenge de 2015, donde acudió junto a Joan Barreda y Paulo Gonçalves. La victoria final sería para Marc Coma y Ricky Brabec acabó quinto en la general final, como ganador en categoría Junior y mejor Honda absoluta.
No es de extrañar que Honda le llevase al Dakar ya en 2016 con tan solo 24 años. Acabó en la novena posición, siendo la mejor Honda del equipo oficial –segunda Honda en total tras Kevin Benavides- y con un segundo puesto en la novena etapa. En 2017 consiguió su primer triunfo parcial pero no pudo acabar la carrera, y después subió a su primer podio mundialista al ser tercero en el rally de Marruecos, posición que repitió en 2018 tras haber vuelto a retirarse en el Dakar.
El pasado 2019 fue el de su gran salto de calidad en el Dakar, ganando su segunda etapa y erigiéndose en gran candidato al triunfo final hasta que su CRF450 Rally se paró en la antepenúltima jornada.
Hubo quien pensaría que a Brabec se le había escapado la ocasión de su vida para ganar el Dakar, pero él siempre tuvo muy claro que tendría más, y que las aprovecharía. Se había demostrado a sí mismo que tenía lo más importante, las condiciones para lograrlo. De puertas para fuera los líderes del equipo eran otros, pero Brabec ya hacía tiempo en que había dejado de considerarse un escudero de Barreda, Benavides y Gonçalves para presentarse como firme candidato.
Por eso en este 2020 ya estaba entre los favoritos a la victoria y desde el principio tuvo claro que tenía que situarse en lo alto de la general. Era la mejor forma de que no le tocase acabar trabajando para uno de sus compañeros en la última parte de la prueba. Sabía que la victoria final de Honda -sin ganar desde 1989- estaba por encima de la de cualquiera de sus integrantes, así que no podía especular, daba igual que le tocase abrir pista. De ahí que ganase la tercera etapa y repitiese en la sexta.
Para sus compañeros, acabar la sequía de la marca del ala dorada era lo primordial, pero Ricky Brabec tenía sobre sí el peso de las barras y estrellas, de un país que tiene firmada una sempiterna deuda con el deporte que solo se se salda ganando. Por eso decidió volar desde el primer día y ser fiel a su estilo de ataque para, un año después, culminar el camino que inició Laporte hace 28 años, que siguieron Lewis, Blais y, por supuesto Caselli: llevar a Estados Unidos a la cima del mundo de los raids, el Dakar.