3-1-R-3-1. No es una secuencia extraña de un cambio de marchas, es la secuencia de resultados del australiano Toby Price en el Dakar, donde desde que llegó por primera vez en 2015 se postuló como el elegido para ocupar el trono que llevaban una década jugándose Marc Coma y Cyril Despres.
Comenzó ese año con calma y lo acabó en el podio tras el propio Marc Coma y el portugués Paulo Gonçalves, algo que desde entonces ningún rookie ha vuelto a conseguir. Al año siguiente, ya sin Coma en pista, Price se vistió con los colores de Red Bull en KTM como parte de un quinteto cuyo objetivo era continuar la racha de la marca austriaca en el Dakar.
Era un equipo sin un líder claro, pero Price se encargó de llenar ese vacío de poder desde el primer momento. Era su segundo Dakar y corrió como si llevase una década en la carrera, con una autoridad increíble que le llevó a ganar cuatro etapas y la general final con casi 40 minutos de ventaja sobre el eslovaco Stefan Svitko, segundo con una KTM privada, y con el chileno Pablo Quintanilla completando el podio.
Evidentemente, eso le convirtió en el rival a batir. El número 1 que lucía en la edición de 2017 era una declaración de intenciones: marcar una nueva era. Salió dispuesto a ello y se llevó el triunfo en la segunda etapa, pero en la cuarta todo se torció cuando iba liderando la etapa: transitaba por el lecho de un río cuando se golpeó contra una roca y salió volando por los aires.
Tuvo que ser evacuado en helicóptero. Se había fracturado el fémur en cuatro partes, y para colmo tuvo un susto terrible en el hospital cuando empezó a convulsionar, al parecer por un coágulo en el pulmón. Con el fémur destrozado, una lesión que hubiese hecho meditar la retirada a cualquier, Price prometió que volvería.
Lo hizo: se plantó en la línea de salida del Dakar 2018 con el número 8, mientras sus compañeros Sam Sunderland y Matthias Walkner llevaban el 1 y el 2. Pensar en ganar era una quimera: no había podido competir en todo el año y llegó para recuperar sensaciones. Las fue recuperando y al final pudo empezar a apretar, ganando dos de las tres últimas etapas. Para la general era tarde y acabó tercero a 23 minutos de Walkner y a siete de Kevin Benavides.
Si se entiende el destrozo de su fémur como un reinicio de su trayectoria en el Dakar, tras un tercer puesto ya sólo tocaba ganar. Había recuperado la forma y lo demostró proclamándose campeón del mundo de rallies cross-country en 2018, por lo que de alguna forma iba recuperando el favoritismo. Sin embargo, a mediados de noviembre tuvo que pasar por el quirófano para operarse la muñeca. Todo volvía a complicarse y hubo quien le borró de las quinielas.
Igual que el año anterior, fue dejando pasar etapas, manteniéndose cerca del liderato de la general pero evitando abrir pista y meterse en líos. Fue dejando que algunos de sus rivales fueran cayendo por el peso de su propia ambición, aguantando el dolor en la muñeca, guardando fuerzas. Así, sin fallar ningún día, se puso líder a falta de dos etapas, escogiendo perfectamente el día que tenía que apretar.
Casi lo tenía. Dedicó la penúltima a controlar a sus rivales en la general aprovechando la salida en masa y, en la última, dio una exhibición memorable de velocidad venciendo su única etapa de 2019 por más de dos minutos de renta contra sus perseguidores. No le hacía ni falta, ya que sabía que Pablo Quintanilla había caído y no le podría quitar el triunfo final. En meta sólo tuvo grandes palabras para el chileno, asegurando que merece un Dakar.
Con una muñeca recién operada y dos años después de reventarse el fémur en pedazos, Toby Price alzaba el tuareg como ganador del Dakar 2019, desempatando con Walkner y Sunderland y recuperando su trono: el del elegido para ser el rey del desierto en la era post Coma-Despres. Es, sencillamente, el mejor piloto cross-country del momento.