Parecen que ha pasado casi un siglo desde aquel Dakar 2016 en el que un joven argentino llamado Kevin Benavides se plantó como rookie a las puertas del podio al terminar cuarto. Por aquel entonces, el mítico raid se disputaba en suelo sudamericano, y parecía cuestión de tiempo que, por fin, algún piloto de dicho continente se llevase el touareg.
Todas las miradas estaban en el chileno Pablo Quintanilla; que, además de haber subido al podio en esa edición, venía de conquistar el título mundial de rallies cross-country (segundo sudamericano en conseguirlo tras su compatriota Carlo De Gavardo en 2001), un título que revalidaría en 2017. Sin embargo, en el Dakar 2018 la relación de fuerzas del continente comenzó a cambiar.
Lo hizo a corto y a largo plazo. A corto porque Kevin Benavides terminó segundo en su segundo Dakar; y a largo porque fue el debut de Luciano Benavides, seis años y medio más joven que su hermano y que no pudo terminar la prueba. Cinco años después, los dos hermanos se convertían en dos de los grandes protagonistas del Dakar 2023.
Kevin, que ya había hecho historia en 2021 al llevarse por fin el primer touareg en motos para Sudamérica, sorprendió al mundo al abandonar Honda y firmar por KTM para 2022… mientras su hermano pasaba de vestir del naranja de la marca austriaca a hacerlo con el azul de Husqvarna, la marca que Quintanilla había dejado para irse a Honda a cubrir la vacante del propio Kevin.

Después de un 2022 donde las cosas no habían salido según lo esperado para ninguno de los dos, la edición 2023 fue sencillamente perfecta para la familia Benavides. En un final apoteósico como muy pocos se recuerdan, un pequeño fallo de su compañero Toby Price en la etapa final permitió a Kevin Benavides llevarse la victoria por apenas 43 segundos.
Y, mientras su hermano mayor entraba al club de los pilotos que han ganado el raid más popular del mundo con dos marcas distintas, Luciano terminaba sexto y se destapaba con tres primeras victorias de etapa, demostrando que tenía velocidad para aspirar a todo. Todo era felicidad en la familia salteña, pero apenas un mes después, Kevin se fracturó el fémur en Abu Dabi.
Terminaban así todas sus opciones de ser campeón mundial de Rally-Raid, un título que todavía no estaba en las vitrinas de Argentina. Pero no las de la familia Benavides: Luciano decidió coger el testigo y empezó a coleccionar podios como churros: tras ser segundo en Abu Dabi, terminó tercero en Sonora y segundo en Desafío Ruta 40, donde fue el ganador FIM.
Eso, unido a los problemas mecánicos de Price, le permitieron llegar líder a Marruecos, donde la victoria del australiano fue estéril: con otro segundo puesto, Luciano Benavides se convirtió en el primer campeón mundial argentino de la modalidad. Y es que, cuando en territorio argentino se habla de surcar los desiertos sobre dos ruedas, son cosas de casa. De la casa de los Benavides.