El mundo está lleno de historias de superación. El deporte, quizás por las cualidades que suele requerir, resulta el decorado ideal para esas historias. Lejos de ser ajeno a ellas, el motociclismo es terreno abonado para acogerlas.
Pilotos que saltan barreras que para muchos humanos serían un indicativo de dar marcha atrás y emprender el camino de vuelta hacia una vida más sosegada. Hace poco más de medio año veíamos a Nicola Dutto en la salida del Dakar. El año pasado dijimos adiós a Alan Kempster. Conocemos las historias de Álex Cruz, Ezequiel Porcel y otros Pilotos Capacitados. Y hemos visto a Isidre Esteve y Joan Lascorz competir en coches.
Son solamente algunos ejemplos de cómo el amor por el la velocidad es capaz de saltar las vallas de las limitaciones físicas. Podrían ser muchísimos más, pero no se trata de crear un directorio de nombres, tarea que podría llevar meses de dedicación: si algo abunda en el mundo del motociclismo son las historias. Cada piloto tiene una.
Se trata de hablar de otro piloto cuyo espíritu de superación también ha ido más allá de los límites de la lógica. Esta vez no en lo puramente físico, sino en otras dos direcciones: la enfermedad y la edad. Hablamos del neozelandés Bruce Anstey, uno de los mejores pilotos de la historia de las road races, que estos días anda haciendo historia por las carreteras de la Isla de Man cuando el tiempo da una tregua a los pilotos participantes en el Classic Tourist Trophy.
Este mismo lunes, Bruce Anstey volvió a la Isla de Man, donde es uno de los grandes mitos de la historia del TT: doce victorias (séptimo lugar histórico) y 37 podios, solamente detrás de los 40 de Joey Dunlop y los 47 de John McGuinness.
El neozelandés dio dos vueltas en su Honda RS250 del Padgett’s Motorcycles, marcando un tiempo de 19:28.139 en su segundo intento, que le valió para liderar la sesión en la categoría Ligthweight por delante de Dean Harrison, que tardó veinte segundos más en dar la vuelta a la isla.
Lo impresionante de Anstey no está en el registro, sino en las circunstancias que rodean su participación en el Classic TT 2019. La primera, su edad: Anstey cumplió 50 años el pasado mes de abril. La segunda, su enfermedad: hace algo más de un año su mujer anunció que sufría cáncer de pulmón. Cabe recordar que, en los años 90, el ‘kiwi’ ya superó un cáncer de testículos.
A punto de cumplir 49 años, lo más coherente era pensar que esta nueva enfermedad pondría punto final a la carrera deportiva de Anstey. Pero los pilotos no están hechos de coherencia, y menos en las road races: están hechos del material del que se cosen los trajes de superhéroe.
Por eso, Anstey se negó a que su relación con la isla acabase con un comunicado en abril. Hace unos meses, anunció que volvería al Classic TT, donde también ha logrado tres victorias: la última de ellas hace justo dos años en la categoría Lightweight. Ahora, con medio siglo cumplido y el cáncer superado, Bruce Anstey ha vuelto para demostrar que el espíritu de superación está por encima de la suma de límites.
Gane la carrera de Lightweight o no, ya ha ganado la carrera más importante. Es momento de disfrutar de la carretera. Como si fuera un cincuentón más en crisis, pero a más de 300 por hora entre bordillos y farolas. Y sin crisis.