La llegada de Fabrizio Pirovano al motociclismo de velocidad sobre asfalto no estaba planeada: había sido campeón italiano cadete de cross en 50cc con 17 años y subcampeón italiano junior a los 20. El cambio de superficie se produjo a los 26 años, motivado por las frecuentes lesiones de sus caídas en offroad, y solo un año después, en 1987, empezó a dejarse ver en el panorama internacional.
Ese año, además de conseguir el primero de sus cinco títulos italianos al conquistar el trofeo FMI Superbike Sport, debutó en el Mundial de 250cc, en la Fórmula TT y corrió el Europeo de Velocidad de 250cc, siendo 13º. Para 1988 tomó la mejor decisión posible: apuntarse a la primera edición de la historia del Mundial de Superbike.
Fue una temporada extraña, sin dominador claro y donde cuatro pilotos llegaron al final en un puño. Uno de ellos era Pirovano, a lomos de una Yamaha FZR750 del Moto Club Carate Brianza, con la que logró su primera victoria en Le Mans. En la cita final en Manfeild fue segundo en la primera manga y quedaba empatado a puntos con el ganador, Fred Merkel. Sin embargo, en la segunda manga ‘Piro’ solo pudo ser 13º y con un quinto puesto Merkel dio el título a Honda, siendo él subcampeón.
Al año siguiente se enroló en el Belgarda Yamaha y ganó la primera carrera del año, que sería la única de toda la temporada, acabando cuarto en la general. Para 1990 decidió montar su propio equipo, el Pirovano Racing Team, y consiguió la friolera de cinco victorias, incluyendo dos dobletes consecutivos a final de curso en Monza y Shah Alam.
Un arreón que llegó demasiado tarde: la irregularidad del principio de curso le pasó factura y solo le valió para ser subcampeón por detrás de Raymond Roche y su Ducati. Al menos pudo desquitarse en el CIV, ganando su segundo título, primero en Superbike. Quinto en el Mundial al año siguiente, en 1992 se reencontró con la victoria en el WSBK –donde repitió quinto puesto- con un doblete en Monza y recuperó el trono nacional que había perdido ante el propio Merkel.
En 1993 acabaría cuarto, consiguiendo en Estoril su décima y última victoria en el certamen, todas con Yamaha, con la que revalidó el título italiano antes de cambiar a la Ducati 916, con la que en 1994 sumó su quinto título en el CIV pero no tuvo tanto éxito en el WSBK: en dos años con la marca italiana apenas sumó cuatro podios, terminando noveno y séptimo en la general, respectivamente.
Con 36 años se negó a colgar el casco y bajó un peldaño para aventurarse en Supersport. El cambio fue todo un éxito, proclamándose campeón de Europa en 1996 con Ducati en una temporada en la que avasalló a Massimo Meregalli con seis victorias y tres segundos en diez carreras. De ahí pasó a las Series Mundiales de Supersport, siendo octavo el primer año antes de cambiar a Suzuki en 1998, llevándose el título ante Vittoriano Guareschi.
En 1999 se transformó en Mundial y consiguió un podio, permaneciendo dos años más para retirarse a finales de 2001, ya con 41 años. Tras su adiós se metió como asesor en el Alstare Suzuki e hizo alguna reaparición, llegando a ganar una carrera de la Suzuki GSX-R Cup en Misano 2006. Diez años después de aquello, falleció a los 56 años víctima de una larga enfermedad.