Hay quienes consideran el WorldSBK como un Mundial B, y por una vez tienen razón. Al menos, según la inicial de los apellidos de los campeones: en Portimao, Nicolò Bulega rubricó una temporada perfecta con el título de Supersport antes de saltar a clase reina; y Jeffrey Buis pudo con la resistencia de José Luis Pérez para convertirse en el primer bicampeón de 300.
Para la ronda final de Jerez queda por resolver el nombre del campeón del Mundial de Superbike 2023, aunque todo apunta a que es un ‘compro vocal y resuelvo’ de manual: Álvaro Bautista llegará con 60 puntos de ventaja a falta de un máximo de 62 por repartirse. Apenas dos puntos le separan de su segundo título consecutivo. Poco más que un trámite.
¿Cómo se ha llegado a ese punto? Por dos motivos: el primero, la impresionante racha de inicio de curso en la que logró 17 victorias en 19 carreras, incluyendo tripletes en cuatro de las cinco primeras rondas: Phillip Island, Assen, Catalunya y Misano. Cuatro circuitos en los que lleva corriendo desde hace dos décadas (Misano desde hace ‘solo’ década y media).
El segundo motivo hay que encontrarlo en este pasado fin de semana, y necesita un poco de contexto. Entre Imola, Most y Magny-Cours -circuitos donde no había corrido jamás hasta que llegó al WorldSBK en 2019- dilapidó parte de su ventaja, en gran medida gracias a la oposición del irreductible Toprak Razgatlioglu, el único que se resistía a claudicar a su dominio.

La caída del sábado de Motorland encendió todas las alarmas… que apagó de inmediato con dos victorias el domingo. De esa forma, llegaba a Portimao con 47 puntos de ventaja y opciones reales de ser campeón. Reales, que no fáciles: necesitaba ampliar esa renta en 15 puntos más, por lo que no dependía de sí mismo ni ganando las tres carreras.
Un triplete que, por otra parte, llevaba cinco rondas sin conseguir. Por todo ello, y el momento de forma de Razgatlioglu, la prioridad no estaba en proclamarse campeón en territorio luso, sino en abonar el camino para Jerez. Se podría pensar incluso que, en un momento dado, no le importaría tirar de calculadora y dar por bueno un segundo puesto en pos del bien mayor.
Una calculadora que no necesitó el sábado, cuando se hizo con una victoria incontestable. Nada que ver con el domingo, donde Toprak consiguió aferrarse a él hasta el final… para terminar sucumbiendo por 126 milésimas en la carrera Superpole y por 142 en la carrera final. No hubo título porque el turco lo evitó, pero tampoco necesitó sacar la calculadora.
La diferencia engaña, ya que siempre tuvo la carrera controlada: conociendo su escandalosa superioridad en la última curva, le tendió un señuelo. Como una liebre en una carrera de perros, cuya función es “ir lo suficientemente rápido como para no ser alcanzado nunca, pero no tanto como para ser perdido de vista”. Resultado: primer triplete después de cinco rondas… y a campeonar en Jerez.
*El entrecomillado pertenece a la canción ‘Señuelo’, de Ozelot.