El año pasado, Josh Brookes cuajó una temporada sobresaliente en un British Superbike marcado por el dominio absoluto de las nuevas Ducati Panigale V4R, pero tuvo que conformarse con ser subcampeón: no pudo hacer nada ante el talento de Scott Redding, que volvió, vio, venció y se marchó al Mundial de Superbike.
Brookes firmaba su cuarto subcampeonato en el BSB, donde había hecho top 5 en sus diez temporadas allí: todas desde 2009 –cuando llegó tras ser tercero en el Mundial de Supersport- y con la excepción de 2016, cuando volvió a probar suerte en un Mundial de Superbike por el que ya había pasado tras ganar el Australian Superbike de 2005. Sin embargo, los años pasaban y el único título del BSB era el de 2015 con Yamaha.
Con 37 años cumplidos en abril, sabía que sus opciones iban a menguar temporada tras temporada. A eso había que sumarle la presión de ser el vigente subcampeón sin el campeón en pista, por lo que todo lo que no fuese el título sería considerado poco menos que un fracaso del veterano piloto australiano.
Comenzó la temporada y aparecieron rivales de debajo de las piedras: las nuevas Honda con los hermanos Glenn Irwin y Andrew Irwin, las Yamaha de Jason O’Halloran y Tarran MacKenzie y, por supuesto, su nuevo compañero Christian Iddon. El abrumador dominio de Ducati se había quedado en 2019 y Brookes iba a tener que sudar de lo lindo ante rivales considerablemente más jóvenes y hambrientos de victorias.
La temporada entró en una especie de caos, muy propio del BSB. Pilotos que ganaban un día y se hundían en el siguiente circuito. Así, en ese contexto de irregularidad, no era de extrañar que los pilotos más experimentados se fuesen quedando por la zona delantera a base de arañar puntos en los días difíciles, algo vital en un calendario que tras la reestructuración post Covid-19 no tenía el habitual Showdown.
Iddon, Glenn y O’Halloran. Ya tenía los nombres de los rivales con los que jugarse el título en Brands Hatch, donde llegaba como líder gracias a un sólido domingo en Donington, donde los pilotos habían afrontado tres carreras en un solo día que el australiano resolvió con dos terceros puestos y una victoria en la segunda manga.
Quedaban 75 puntos en juego y la cosa no empezó bien: victoria de O’Halloran con Iddon segundo. Lejos de precipitarse, Brookes firmaba un cuarto puesto que reducía su renta. En la segunda carrera todo cambió: victoria de Brookes con O’Halloran segundo e Iddon tercero, ampliando la renta para ser campeón a lo grande: con otro triunfo.
La lectura rápida es que ganó el título por imponerse en las dos últimas carreras. La lectura reposada es que los terceros puestos de Donington y el cuarto de la primera carrera en Brands Hatch fueron vitales. Visto en perspectiva, su vasta experiencia en jugarse títulos en las rondas finales acabo siendo un factor claramente decisivo para, cinco años después, convertirse en bicampeón del British Superbike.
