Con Francia como tradicional dominador histórico del Dakar –y con permiso de la era dorada italiana con Franco Picco, Edi Orioli y Fabrizio Meoni-; poco a poco los pilotos españoles se fueron haciendo hueco en la categoría de motos. El triunfo no llegaba, pero Carlos Mas, Óscar Gallardo, Carlos Sotelo y, sobre todo, Jordi Arcarons empezaban a amenazar con convertir la prueba en una dualidad hispano-francesa.
Así acabó siendo. Tras la tercera y última victoria del galo Richard Sainct –el penúltimo héroe de una estirpe que comenzó con Cyril Neveu, continuó con Hubert Auriol y se magnificó en la figura de Stephane Peterhansel; Joan ‘Nani’ Roma por fin saldaba la deuda española con el Dakar al proclamarse vencedor en la histórica edición de 2004, superando a los galos Després y Sainct.
Tras aquello, dos genios se repartieron las diez ediciones siguientes. A partes iguales: Cyril Després ganó cinco y Marc Coma otras cinco. Doce seguidas para uno u otro lado de los Pirineos: seis por arriba (cinco Després y una Sainct), seis por abajo (cinco Coma y una Roma). Desde 2003 hasta 2015 no hubo intromisiones en la dualidad.
Sin embargo, y como resulta inevitable con la profesionalización del deporte y la globalización de la propia prueba, aquella racha acabó. Ya con el paso de los años habían ido apareciendo por el podio diferentes nacionalidades más allá de Francia, Italia, Bélgica y España; las cuatro únicas que aparecieron en el cajón final entre la edición inaugural de 1979 y 1991.
GLOBALIZACIÓN DAKARIANA
El estadounidense Danny Laporte abrió la puerta en 1992, pero habría que esperar seis años más para ver nuevos países: primero el australiano Andy Haydon en 1998, y un año más tarde el sudafricano Alfie Cox. En 2001 fue Carlo De Gavardo el que llevó a Chile al podio; y ya en 2010 apareció el noruego Pal Anders Ullevalseter.
Ya en la presente década hemos visto más clara esa globalización. En 2011, Hélder Rodrigues abrió la veda de los portugueses; y en 2016, por primera vez en la historia, hubo un podio sin franceses ni españoles. Aquel año, el australiano Toby Price se convertía en el primer (y de momento único) ganador no europeo, y Stefan Svitko añadía a Eslovaquia a los países con un podio en la historia del Dakar.
Al año siguiente, era Sam Sunderland el que estrenaba la bandera británica en el podio desde lo más alto, con Matthias Walkner a su lado poniendo a Austria en el mapa. España y Francia pugnaban por volver al podio, pero esta vez lo hacían por el tercer escalón del mismo. Finalmente, Gerard Farrés pudo con Adrien Van Beveren y completó el cajón.
Para este 2018, pilotos de muy diversas nacionalidades arrancaban el Dakar soñando con todo. A a los mencionados Price, Sunderland, Svitko o Walkner, se unen el chileno Pablo Quintanilla o el argentino Kevin Benavides. Maravillas de la globalización. Sin embargo, dentro de la multiplicidad de países candidatos, los pilotos españoles y franceses siguen siendo una auténtica legión.
Hace ya años que Joan Barreda pretende erigirse en el relevo de Marc Coma, y el Dakar 2018 está siendo la confirmación de que Adrien Van Beveren quiere recoger el testigo de Cyril Despres. Y , al igual que ellos, los dos pentacampeones también tuvieron rivales de diversas nacionalidades como los Francisco ‘Chaleco’ López, Rubén Faría, Giovanni Sala, Chris Blais o los mencionados Cox, Ullevalseter o Rodrigues.
Eso sí, ambos países han contado con pilotos punteros en estos años, pero siempre a la sombra de Coma y Despres. El primero tuvo primero a Isidre Esteve, y después a Jordi Viladoms, Joan Pedrero o Gerard Farrés; mientras que el segundo ha convivido con David Casteu, David Fretigné, Olivier Pain o Alain Duclos.
BANG BANG Y EL RELEVO ESPAÑOL
Con Joan Barreda con 34años y pilotos como Farrés –que ya ha anunciado su retirada- y Pedrero rozando la cuarentena, no terminaba de consolidarse el relevo de Coma más allá del propio ‘Bang Bang’ o de un Iván Cervantes que, con 35 años, no está cumpliendo las expectativas puestas en él.
En un siguiente escalón de edad, con 32 años, se encuentran Laia Sanz –cuyo paso a los coches está cada día más cerca-, Txomin Arana –que busca reencontrarse con su mejor versión después del largo calvario vivido tras su grave lesión- y Jonathan Barragán, que en su estreno en la prueba con GasGas está demostrando tener la velocidad necesaria –su pasado en el motocross ya hacía sospecharlo- para erigirse en un potencial ganador del Dakar, evidenciando que Barreda ya no está solo en la reconquistar del Dakar para España.
Pero tampoco es el único. El Dakar 2018 está demostrando que hay, como poco, otros dos pilotos españoles más que a la hora de dar gas pueden competir con prácticamente cualquiera. Ambos tienen la treintena recién cumplida: uno es Dani Oliveras, que llegaba como el tapado del Himoinsa Team pero que en algunas etapas está dando buena muestra de su velocidad, metiéndose en el top ten y consolidándose como outsider para intentar mejorar el 19º puesto del año pasado.
El otro es Oriol Mena, que también debuta tras su vasto palmarés en enduro y cuya presencia en el Dakar está lejos de ser una simple experiencia vital. Bordeando el top ten en más de una etapa, ha asumido el rol de líder del equipo tras el accidente de Joaquim Rodrigues y está cumpliendo a la perfección en su primer Dakar, luchando por ser el mejor debutante y codeándose con los mejores.
Otros dos nombres que hay que tener vigilados son el de Armand Monleón, de la misma edad que Oliveras y Mena pero cuyo rendimiento no está alcanzando el nivel esperado para un piloto que fue top ten en su estreno hace dos años. El último es Marc Solá, que con 28 años vive su tercer Dakar tras haber rondado el top 30 en los dos primeros, y que con material de calidad también puede soñar con hacer grandes cosas.
Barreda-Barragán-Oliveras-Mena parece ser el cuarteto de herederos de los Coma, Farrés y Pedrero, contando además con otras bazas como Sanz, Arana, Cervantes, Monleón y Solá.
AVB Y EL TESTIGO FRANCÉS
Al otro lado de los Pirineos también hay motivos para soñar con reconquistar el Dakar a corto plazo. Principalmente en la figura del joven y rapidísimo Adrien Van Beveren, que con sólo 27 años recién cumplidos es ya el líder absoluto de Yamaha, ha demostrado una progresión impecable –sexto en su debut en 2016 y cuarto en 2017- y en este 2018 aspira a hacerse con el triunfo final.
Pero, como le sucede a Bang Bang, AVB no está solo. Con un Olivier Pain de 37 años y ya lejos de la versión que le llevó al podio –y con Michael Metge rozando la cuarentena como mochilero de Barreda-; son un puñado de jóvenes los que ansían recoger el testigo de Després y compañía para devolver a Francia la hegemonía de una prueba que siguen considerando suya.
Cerca de él en la general se encuentra su compañero Antoine Meo, que ya hace dos años debutó con una prometedora séptima posición –justo detrás de Van Beveren- y que tras perderse 2017 por lesión, en este 2018 ya ha logrado una victoria de etapa y no hay que descartar que a sus 33 años pueda meterse en la lucha por la victoria.
Algo similar sucede con Xavier De Soultrait, cuya progresión ha sido algo más lenta pero que ya en pasadas ediciones ha demostrado una velocidad que, compaginada con la regularidad que hasta ahora está mostrando en la presente edición, con 29 años le ha convertido en candidato a cualquier cosa en la general.
La lista se completa con otros dos pilotos: por un lado Johnny Aubert, que en su retorno al Dakar seis años después de su debut y pese a tener ya 36 años, está mostrándose muy rápido con la GasGas; y por el otro, un Adrian Metge que a sus 31 años y pese a haberse quedado fuera de carrera muy pronto, ha tenido tiempo de probar su velocidad para situarse como apuesta de un futuro francés en el que también habrá que poner un ojo en el piloto de 30 años Loic Minaudier.
Van Beveren-Meo-De Soultrait-Aubert es el cuarteto que busca hacer olvidar a Despres y compañía, a los que se suman las bazas de los hermanos Metge y Minaudier.