Considerada y valorada por su facilidad de manejo y talante bondadoso con el piloto, tanto en el motor como en la parte ciclo, la ST 125 ha incrementado estas cualidades mediante una renovación en el diseño de su motor. No hay revolución, pues el bloque motor es el mismo, pero sí cambios de gran calado que repercuten de forma latente en el rendimiento mecánico.
Josep Paxau, responsable técnico creativo de Sherco en el área de trial, ha optado por diseñar una planta motriz en la que se ha variado el flujo interno de los cárteres, el encendido y el escape completo, incluyendo otro silencioso. Éste, producido por Oxia, se aprecia a la vista que es diferente al hasta ahora conocido, que tenía forma externa homóloga a la del depósito que va anclado al lado izquierdo de la parte trasera de las Sherco ST.
Pero la novedad más importante de la 1.25 es el cilindro, de medidas cuadradas, ahora con un diámetro por carrera de 54 x 54 mm., frente a los 56 x 50,7 mm. de antes, en aras de una respuesta global más llena, aun renunciando a tener menos patada a tope de vueltas.
¡Bajos!
En una mecánica de 125 ya sabemos que se puede priorizar en tener potencia máxima, que se consigue en la zona alta, o bien darle protagonismo al bajo y el medio régimen. Y esto último es lo que se ha logrado con esta configuración 2014, consiguiendo más bajos. Un término que años atrás resultaba imposible asociar a una mecánica del «octavo de litro» pero que ahora tiene sentido.
Este propulsor de Sherco es un referente en cuanto a progresividad y linealidad, respondiendo desde el mismo ralentí con solvencia, con chispa y jovialidad, aunque con sentimiento de responsabilidad. Usando la primera como marcha vital, se afrontan las zonas de escalones, empuntadas y grandes rocas con seguridad, sintiéndonos arropados por el motor. No impone respeto la mecánica porque tira pero no se pasa de empuje, tiene más patada que antes en el primer golpe de gas pero sigue manteniendo su autocontrol.
Sandra Gómez, que nos ha ayudado en la prueba, se ha sentido a gusto en su primer contacto con una ST 125: «había probado las otras Sherco mayores pero nunca antes ésta. Tiene muy buen motor para ser una 125 porque aporta muchos bajos y acelera sin titubeos y con rotundidad. No suena nada raro en él, no hay caídas de régimen acusados. Incluso permite, sin venirse abajo, posteriores golpes de gas, tras el primer impulso, si lo necesitásemos en medio de la zona para enlazar con pasos consecutivos. La aceleración desde parado es buena y el brinco que genera para subir es directo».
Esa sensación de protección del motor, de escudero del piloto, salvaguardia de las acciones de quien la maneja, se aprecia en todo momento, en cualquiera de las dos curvas de encendido disponibles –el selector ya no va en el manillar sino escondido y bien protegido en la triangulación izquierda del chasis, tras la pipa de la dirección-. No hay mucha diferencia entre ambas, un poquitín más apagada la aceleración en la «soft» que en la «hard».
La ST nunca nos deja solos, nunca se desmadra, no va por libre sino que siempre va en tándem… La podéis pilotar relajados, sí, sí, con relax, aun siendo una 125, olvidando incluso un poco el uso del embrague, antes tan imprescindible que debíamos pellizcarlo con asiduidad para darle vida al motor. Con esta ST, si hacemos trial excursión, hilando los escalones que encontramos rodando por la senda, podemos prescindir del embrague, gobernando la mecánica sólo con el gas, siempre en primera o en segunda, si la zona nos deja lanzarnos.
Las otras tres marchas apenas se usan en la ST, salvo en las interzonas, donde se pueda coger velocidad. Por cierto que el embrague responde perfecto, siendo artífice también del bienestar del piloto pues su tacto resulta comodísimo –los chavales lo agradecerán- y sus reacciones, muy nobles y lineales, sin arrastrar ni tampoco presentar reacciones bruscas o muy directas. Y ya no ocurre como en 2013, cuando costaba arrancar con marcha engranada, pues ahora el embrague consigue que esto se pueda hacer sin problemas.
Sandra nos destacaba lo siguiente: «tiene un arranque tan sencillo, muy suave, que se podría realizar incluso con la mano. Siempre se pone en marcha a la primera y sin esfuerzo, algo, bien pensado para los chavales que la manejarán».
Eso sí, nuestra unidad de pruebas se calaba con cierta facilidad, algo inusual para el carburador Keihin, debiendo subir algo el ralentí para evitarlo y quedando entonces con exceso de aceleración al cortar gas. La carburación ha influido en este comportamiento anómalo al movernos en zonas de altura superior a los mil metros, pero nada que no se solucione con una puesta a punto específica.
Asentada
Bondad, tolerancia, apacibilidad, docilidad… encontramos también en la parte ciclo. La Sherco siempre tiende a mostrarse simpática y cariñosa con una loable estabilidad general. Los pilotos menos técnicos lo agradecerán porque les ayudará a ganar confianza, y a los que tienen nivel de pilotaje les vendrá muy bien para reforzar esa fe que ya tenían y ahondar en retos de mayor dificultad. La posición de conducción es buena, con un manillar perfecto en el que no hay fijado ningún interruptor que moleste –todos están a buen recaudo-, con una anchura central del chasis apreciable, que nos deja sujetar bien la moto con las piernas.
Buen apoyo también de los pies sobre los estribos, cuyo dentado incluso a veces sujeta de más la planta de las botas, quedándose enganchadas en ellas. Sandra Gómez nos descubría detalles de piloto «pro» como que «la posición del piloto sobre la moto es hacia atrás, para llevar la rueda delantera algo levantada. Se trata de una trialera muy, muy estable. Pero, curiosamente, aun estando el depósito detrás, tengo la sensación de que delante pesa más de la cuenta y no la muevo con plena facilidad. No entiendo el porqué, viendo su esquema de diseño y reparto de pesos. Para hacer cabras hay que poner un toque extra de empeño. Insisto en que es muy estable en trazadas y cuando hay que moverla en parado. No pierde la posición nunca, amabilidad que no gustará a todos pues otros pilotos prefieren una moto más viva con menos dulzor. A su anchura central hay que acostumbrarse».
Haciendo zonas y zonas, junto a la madrileña recabamos más información, observando Sandra que «en las bajadas, el cárter enseguida toca en las piedras, teniendo la sensación de que la llevas muy abajo. En las subidas, como la rueda delantera suele ir en el aire, no se siente así».
Buenas puntuaciones merecen la horquilla y el amortiguador, en la línea del comportamiento apaciguado y lineal de la ST, sin reacciones nerviosas, excesos de rebote, malos modos o pataletas rabiosas. Eso sí, el amortiguador lo hemos notado algo duro, sobre todo pensando que los jóvenes, clientes preferentes de esta ST, no pesan más de 60 kilos. Hablando de peso la ST tiene una buena cifra de 69,6 kilos, vacía, guarismos sensatos aun sin ser la moto más ligera de la clase.
Los frenos, con el nuevo material Braktec que reemplaza al equipo Formula, actúan perfectamente, dejando en el olvido el tacto esponjoso precedente. Con el único pero de encontrar la palanca de atrás un poco levantada para los que piloten con posición «pro», atrasada.
Tremendamente linda, maja guapetona, la ST es agradable a la vista, armoniosa en sus formas y diseño, destacando a su vez por la facilidad que reporta para realizar las tareas comunes de mantenimiento –la única trialera del mercado en la que se saca el filtro sin herramientas, en apenas unos segundos-.
Con mucha claridad, convicción, rotundidad y expresividad «habla» la ST 125. Una moto «pequeña» pero con la grandilocuencia de las mayores.
SAyala Fotos: De Diego
Colaboran: Sandra y Mariano Gómez
Lo más
Motor con buenos bajos
Bastidor aplomado
Accesibilidad mecánica
Lo menos
Pedal de freno alto
Amortiguador algo duro
Altura mínima
Conclusión
El rediseño del motor acentúa la facilidad de manejo de la 1.25 al dotarla de más par a en la zona baja y media de giro. Justo la franja que más usa el piloto novel que tendrá esta moto para aprender. El chasis aplomado complementa la nobleza de la Sherco.