Hace ya tres años que Yamaha remodeló por completó su WR de enduro. El motivo no fue otro que la presión que ejercía KTM con su, por aquel entonces, nueva EXC-F. El objetivo de la marca de los diapasones no fue otro que recuperar el terreno perdido. Recordemos que hasta la llegada de Iván Cervantes a la clase E1 con la firma austriaca, Yamaha no tenía rival alguno. Desde el año 2001 hasta 2004, la marca azul conquistó el Mundial de E1 con Stephane Peterhansel, Peter Bergvall y Stefan Merriman.
Sin embargo, las impresionantes zancadas de la competencia para encabezar la categoría propició que la 250 4T empezara a perder la brillantez de antaño. Es por eso que los ingenieros nipones contaron con el presupuesto necesario para incorporar componentes de primerísima calidad.
Diseñaron un nuevo y ligero chasis de cuna en aluminio y un revisadísimo propulsor que aprovechaba mucho mejor la entrega de potencia. Desde entonces, han pasado tres años; tres temporadas en que Yamaha solamente la ha dotado de una tapa de culata en color negro y nuevos gráficos. Cambios para darle una apariencia más atractiva, pero que no han sido suficientes para hacer frente al constante avance de la competencia.
Asimismo, y pese a que no han actualizado uno de sus modelos más emblemáticos, éste sigue siendo uno de los caramelos más apetitosos para los aficionados. Nunca ha perdido sus excelentes cualidades endureras y su propulsor, aunque es menos potente que otros, es ideal para el que quiere iniciarse en este deporte.
Bajo control
Si bien la crisis económica se ha cebado con la firma de Iwata, al igual que muchas otras, es muy probable que en 2011 la reacción de ésta sea más que contundente.
Teniendo en cuenta que este año se ha hecho un impresionante despliegue tecnológico con la YZ 450F, puede que se sirvan de dichos conocimientos para mejorar las versiones de enduro. Sin embargo, y hasta que esto suceda, el motor sigue siendo el mismo de los últimos años. Respecto a su competencia más directa, éste se mostró pobre de potencia a cualquier régimen.
Además de presentar un vacío a medio régimen que nos impedía salir bien de las curvas, sobre todo de las cerradas. Le cuesta partir desde parado y, una vez pasa las 7.500 rpm la moto se estira bien, pero sin transmitirnos ninguna sensación de gran empuje. El motivo de todo ello es atribuible al silencioso que tiene que superar las rigurosas homologaciones europeas de control de ruido y que delimita mucho las aptitudes del propulsor.
En la parte ciclo, el bastidor es extraordinario. Sin duda, lo mejor del modelo, pues es el gran responsable de que se mueva con una soltura y rapidez envidiables, además de aportar un gran seguridad en el tren delantero a alta velocidad. Por otro lado, las suspensiones pecan de blandas, tanto la horquilla como el amortiguador. Pese a que son cómodas y absorben con eficacia pequeños baches, desfallecen cuando queremos llegar al límite de sus posibilidades.
Todo lo contrario que la frenada, a cargo de un disco delantero con un excelente mordiente y de un trasero que cumple sobradamente su objetivo, tanto por su potencia de frenada, como por el exquisito tacto que ofrece la palanca. De brillante también debemos catalogar la posición de conducción. Acabados que, como siempre, son propios de la marca. Yamaha emplea unos materiales exquisitos que llevan a esta enduro a ser una de las más atractivas de la categoría. Eso sí, si queremos competir con ella habrá que trabajar mucho…