Si hay una batalla que Marc Márquez está perdiendo en el ecuador de MotoGP 2019, es la del relato. Da igual la de veces que lo diga o lo serio que se ponga al decir que el título no está, ni mucho menos, ganado. La percepción general es que lo tiene en el bote, que la suma de sus triunfos y la inconstancia de sus rivales le ha puesto una alfombra roja hacia el octavo título mundial.
La realidad numérica da la razón al de Cervera: bajo el prisma matemático, está lejísimos de estar ganado. La renta de la que dispone es de poco más de dos carreras cuando todavía restan diez por delante, lo que equivale a 250 puntos, casi el quíntuple de la diferencia que maneja ahora mismo.
Sabiendo todo esto, lo que le hace perder la batalla del relato es la superioridad global que está mostrando con su Honda, en una temporada en la que o gana o queda segundo (extrayendo Austin de la ecuación) y, sobre todo, en la que mientras él ha ganado más de la mitad de las carreras –cinco de nueve- ningún otro piloto ha sido capaz de ganar dos.
Mientras sus rivales pelean por la segunda posición de la general esperando que llegue un golpe de suerte que abra las puertas de un título que cada vez parece más cercado, Marc Márquez opta por la prudencia. No se trata de poner la venda antes de la herida, más bien consiste en poner las barbas en remojo.
Sobre todo, viendo lo que ha sucedido al otro lado de la línea imaginaria que separa el paddock de MotoGP del de Superbike, donde Álvaro Bautista parecía ir disparado hacia el título hasta que sus fallos y la regularidad de Jonathan Rea comenzaron a darle la vuelta a la tortilla, siendo ahora el norirlandés el que tiene su quinto mundial a tiro.
Viendo cómo han cortado las barbas del talaverano, resulta lógico que el ilerdense insista una y otra vez en meter las suyas en remojo. Por muy bien que esté saliendo todo, sabe que en cualquier momento puede torcerse, que una simple caída puede dar alas a los demás, y que alguno de sus contrincantes puede entrar en un momento dulce y enlazar dos o tres triunfos seguidos que cambien el panorama del campeonato. Y, por supuesto, tener en cuenta que una lesión puede llegar en cualquier momento, y que sin necesidad de ser algo grave le puede obligar a perderse 2-3 grandes premios.
Sin embargo, y pese a que la base de la situación es similar (un piloto con mucha ventaja con mucha temporada por delante), también hay que considerar las particularidades de cada caso. Una de las diferencias es que aunque la renta de Bautista sobre Rea llegó a ser de 61 puntos, las particularidades del Mundial de Superbike con tres carreras por ronda y 62 puntos a repartir en cada una, nunca llegó a un circuito el viernes con la absoluta certeza de que saldría de allí como líder pasara lo que pasara.
Por el contrario, Marc Márquez ‘solamente’ dispone de 58 puntos de diferencia respecto a Andrea Dovizioso, pero en MotoGP solo hay una carrera y cada Gran Premio reparte 25 puntos, por lo que el de Cervera podría perderse la cita actual de Brno y la siguiente en el Red Bull Ring y, suceda lo que suceda sin él en pista, llegar como líder a Silverstone.
El otro punto es que, de momento, no tiene un rival que haya sabido mantenerse siempre aferrado al podio como hizo Rea cuando Bautista no cesaba de ganar. Ahora empieza una parte de la temporada que a priori beneficia a Ducati y Andrea Dovizioso (y Danilo Petrucci), mientras que Maverick Viñales y Yamaha confían en seguir la buena inercia de antes de vacaciones (45 puntos en dos carreras), con Álex Rins y Suzuki intentando recuperar la regularidad mostrada al inicio de curso.
Con todo esto, se puede inferir que, en efecto, Marc Márquez volverá a ser campeón si el Mundial de MotoGP 2019 sigue transitando muy cerca de la vía de la normalidad. Tan cierto como que el desvío de dicho camino puede estar en cualquier curva, que diez grandes premios son un mundo y que en el motociclismo la normalidad es algo muy relativo.
Márquez tiene que asumir que la batalla del relato está perdida. Que la calidez de las sensaciones siempre se impondrá en la opinión colectiva sobre la frialdad numérica, y es algo que debe entender. Necesita entender que el público se guía por las emociones pero que él no puede dejarse llevar por esa corriente de opinión.
Saber gestionar eso –a diferencia de lo que hizo en 2014, cuando se complicó tras ganar las diez primeras carreras- es la batalla más difícil a la que Marc Márquez se enfrenta en MotoGP 2019.