Mi mejor carrera. Álvaro Bautista. Jerez 2006

Cuando un buen piloto se encuentra en un mal momento pueden ser varias las causas que le hayan llevado a semejante situación. Pero en ocasiones la solución a sus problemas pasa por lo más simple, es decir, disponer de una moto competitiva

Venancio L. Nieto Fotos: Gold & Goose

Mi mejor carrera. Álvaro Bautista. Jerez 2006
Mi mejor carrera. Álvaro Bautista. Jerez 2006

Entre el glamour artificial y las selectivas relaciones públicas orquestadas alrededor de los mejores pilotos de MotoGP, puede considerarse paradójico encontrar uno tan afable y accesible como Álvaro Bautista.

El piloto de Talavera de la Reina (Toledo) pertenece a una exitosa generación de campeones españoles surgidos de las copas de promoción que, desde finales de la década de los años 90, ha dado muchos pilotos al Mundial de Velocidad.

El carisma y buenas vibraciones que transmite Álvaro Bautista no solo han calado entre sus compatriotas, sino que han traspasado fronteras para llevarle personalmente hasta África y encontrarse con los niños y adolescentes de las poblaciones en desarrollo a las que ayuda solidariamente, junto al mítico Randy Mamola y la ONG Riders For Health (Motos Solidarias).

Bautista cuenta incluso con el apoyo de su propio «fan club» en el Reino Unido y la «Peña Álvaro Bautista» es la que ostenta más afiliados después del «Fan Club de Valentino Rossi». Jorge Lorenzo y Dani Pedrosa, por ejemplo, también son pilotos españoles de MotoGP y hasta el momento sus trayectorias deportivas han sido claramente más exitosas que la de Álvaro, pero ni ellos, ni ningún otro piloto español, habían recibido antes semejantes muestras de apoyo.

Como en el caso de muchos otros debutantes, los primeros pasos de Álvaro en la escena internacional llegaron en 2002 como invitado de las carreras españolas del Campeonato del Mundo de 125. En 2006 se convirtió en el sexto piloto español en conseguir el título mundial del «octavo de litro», sucediendo a Dani Pedrosa y antecediendo a su paisano Julián Simón en una lista de nombres ilustres.

En las temporadas posteriores de su carrera Bautista no ha conseguido un segundo título, pero siempre se mantuvo entre los hombres más rápidos de 250 hasta que en 2010 dio el salto definitivo a MotoGP, con Suzuki y de la mano de un equipo inglés. Superando barreras como la evolución de un debutante en la máxima categoría, o las limitaciones del idioma, Bautista respondió sobradamente a las expectativas llevando la Suzuki a una evidente evolución que tuvo momentos realmente brillantes durante la temporada 2011.

Habiéndose confirmado ya su paso a las filas de Honda de cara a la temporada 2012 y todavía con la edad adecuada para desarrollar una prometedora carrera en MotoGP, Álvaro tiene ya de todas formas tras de sí una trayectoria llena de intensos momentos.

Puede que ganar el título de 125, luchar por el de 250 o recoger los frutos de su trabajo con la Suzuki 800 abarquen gran parte de ellos pero, como en el caso de varios pilotos de MotoGP, en lo que se refiere a las carreras el mejor recuerdo pertenece todavía a una victoria conseguida en sus días en la categoría de 125:

«Guardo especial cariño por la victoria en el GP de España en 2006. Fue mi primera victoria en el Mundial, pero lo más importante está en las circunstancias en que la conseguí, porque venía de hacer la temporada 2005 en la que nada salió como hubiera deseado. Después de la temporada 2004 las expectativas eran buenas, pero cambié de Aprilia a Honda y la moto no resultó ser ni mucho menos lo competitiva que esperaba. En teoría iba a tener una moto “oficial”, como las de Dani Pedrosa o Andrea Dovizioso en su momento. De hecho, llegué a probar la moto de Dovizioso durante la pretemporada y me impresionó su gran potencial, pero el material que tuve después no tenía nada que ver».

En la temporada 2004 Álvaro se había estrenado en el podio en el Campeonato del Mundo y volvería a visitarlo con cierta regularidad en la segunda mitad de ese mismo año, aunque todavía sin dar ese salto cualitativo que lleva a un piloto a alcanzar su primera victoria.

Así las cosas, después de una temporada 2005 con tan pobres resultados sobre la Honda, surgieron las voces que dudaban incluso de la capacidad de Álvaro como piloto: «Se llegó a decir que necesitaba la ayuda de un psicólogo, pero yo tenía claras las razones de mi falta de competitividad. Para la temporada 2006 había roto mi relación con el equipo anterior, debido a que ellos habían incumplido nuestro contrato e iba a correr de nuevo con una Aprilia, en el equipo de Jorge Martínez “Aspar”. En la primera carrera de la temporada nada menos que en Jerez, y después de haber tenido que escuchar que estaba hundido como piloto, gané y me puse líder de la clasifi cación provisional».

«Aquélla fue una carrera muy especial, aunque no tanto teniendo en cuenta la lucha por la victoria porque seguro que no es la mejor en ese sentido. Tengo recuerdos mejores, pero mi primera victoria es tan especial para mí porque nadie la esperaba. Yo confi aba en mí mismo, pero la posibilidad de ganar la primera carrera en Jerez, también era bastante improbable para mí».

«Desde que me subí la primera vez a la moto en la pretemporada, supe que las cosas iban a ser muy distintas. Me di cuenta de que lo que yo necesitaba no era otra cosa que una buena moto. Volví a disfrutar en la pista, ya que durante el año anterior no lo había hecho en ninguna carrera. Durante la pretemporada mis tiempos no fueron los mejores, pero siempre estuvieron entre los más rápidos.

Al llegar la primera carrera del año me clasifi qué segundo en el último entrenamiento cronometrado por detrás de Mattia Pasini. Pero antes de la salida le dije a Aspar: “Jorge, no sé lo que voy a hacer en esta carrera”. Venía de una temporada en la que mi mejor resultado había sido un cuarto puesto. A menudo eres capaz de prever dónde podrías estar durante la carrera, pero en aquella no podía imaginarme con qué pilotos acabaría luchando.

No imaginaba realmente que podría estar en cabeza porque durante un año no había tenido esa posibilidad. Pero Jorge, simplemente, me respondió: “Tú no te preocupes por nada. Sal a pista, diviértete y no pienses en nada más. Simplemente disfruta y hazlo lo mejor que puedas. Da igual si luchas por ganar o por terminar séptimo. Tú, a lo tuyo”. Que un jefe de equipo que es cuatro veces campeón del mundo te diga algo así, tranquiliza bastante. Así que le hice caso y pensé en salir lo mejor posible, rodar a mi ritmo y que fuera lo que debiera ser».

«Después de la salida rodaba cuarto en la primera vuelta, pero en la segunda me puse primero y comencé a rodar a mi ritmo sin saber exactamente en qué tiempos lo estaba haciendo porque el “display” en la moto con esa información no funcionó en aquella carrera. Rodaba primero, pero a ciegas porque no tenía referencias de otros pilotos y ni sabía si lo estaba haciendo en buenos tiempos.

Mi equipo tampoco me lo marcaba en la pizarra porque suponían que tenía esa información. Al principio me marcaban “ 0” porque rodábamos en grupo. Hasta que me puse primero rodábamos juntos al menos seis pilotos. Así que seguí tirando hasta que en un momento dado me giré y me di cuenta de que ya solo estaban Lucas Pesek y Julián Simón. Los demás se estaban quedando atrás.

Aquello me sorprendió mucho, me giré en la recta de meta y después de la primera curva volví a hacerlo para asegurarme de lo que había visto. Decidí seguir tirando fuerte y arreglármelas después con Pesek y Simón si seguían detrás de mí. Desde luego, es mejor tres pilotos que seis para luchar por una victoria».

«Continué a mi ritmo y varias vueltas después comencé a leer en la pizarra: “ 1”. Entonces me concentré al máximo y cuando llegó la última vuelta comencé a darme cuenta de que iba a ganar la carrera, después de haberlo pasado tan mal hasta llegar a ese momento. Incluso con todo eso detrás, no me resultó difícil mantener la concentración.

Aunque veía que ganaba ventaja respecto al segundo, la prioridad seguía siendo rodar a mi ritmo, tal como me había sugerido Aspar antes de la salida. Solo en la última vuelta me permití pensar en que iba a ganar. Todavía hoy, evocar aquella sensación, hace que sienta una gran emoción», reconoce Álvaro mientras sorprendentemente las lágrimas vuelven a brotar en sus ojos cuando revive aquel momento.

Ante anécdotas así, desde la perspectiva de un observador especializado es fácil entender por qué Bautista despierta admiración y un enorme afecto entre sus seguidores. «Yo tenía confianza en mí mismo y en la capacidad del equipo», continúa explicando nuestro protagonista, «pero estoy seguro de que nadie hubiera apostado jamás porque yo fuera a ganar aquella carrera.

Todos en el equipo se volvieron locos de alegría, pero sobre todo fue un momento especial para mi familia. Para los mecánicos yo era un piloto nuevo que venía de pasar un mal momento, pero mi familia había vivido todo mucho más cerca. Allí estaban mis padres y mis tres hermanas, y todos acabamos llorando y fundidos en abrazos. Aquello fue increíble. Después de un momento crítico Aspar me dio su confianza, apostó por mí y me hizo un hueco en su equipo.

Sé que hizo un gran esfuerzo para mantenerme en el Mundial junto a Pasini, Faubel, Sergio Gadea y Mateo Túnez. Recuerdo que al negociar aquella temporada, disponer del mejor material posible eclipsó completamente lo económico. En la vuelta de honor me paré en las rápidas antes de la entrada en meta, donde estaba mi club de fans. Llevaba la bandera española y parecía que la grada se iba a hundir. Cuando subí al podio y escuché el himno nacional, cerré los ojos y disfruté del momento en el que por fin sonaba por algo que yo había conseguido.

Aquello me trajo nuevas y muy buenas sensaciones. En 125 las carreras suelen estar apretadas hasta el último momento, pero ese día en Jerez me sentí superior y todo cambió mentalmente, hasta conseguir el título mundial en esa misma temporada».