La partida de Risk de Marc Márquez

Ha defendido sus territorios y se va líder de vacaciones: su estrategia 2017 está saliendo bien.

Nacho González

La partida de Risk de Marc Márquez
La partida de Risk de Marc Márquez

La temporada 2017 del Campeonato del Mundo de MotoGP se puede entender como una partida de Risk, ese juego de guerra donde interviene el azar del dado pero en el que las estrategias de los jugadores pueden resultar tan determinantes como la propia suerte, o incluso más. Y no hay duda: Marc Márquez está demostrando haberse convertido, con el paso de los años, en un brillante estratega.

El Risk consiste en conquistar y defender territorios a partir de un número inicial de soldados, que en MotoGP no siempre es igual. En 2014, Márquez tenía centenares de efectivos, y los mandaba en tromba a conquistar todo territorio existente, lo cual hizo sin prácticamente despeinarse. Cuando el dado le fue esquivo y sufrió sus primeras derrotas, la partida ya estaba ganada. El mapa era suyo.

Repitió la estrategia al año siguiente, pero con muchos menos efectivos, con catastrófico resultado. El dado no le sonreía y le llevaba de derrota en derrota. Apenas fue capaz de conquistar un puñado de territorios, mientras sus rivales Jorge Lorenzo y Valentino Rossi se repartían el mapa de MotoGP. El 93 se llevó la lección aprendida: necesitaba cambiar de táctica. Se acabó lo de malgastar soldados. Era imprescindible seleccionar las batallas.

Sobre todo porque, desde el pasado 2016, se ha incrementado el número de jugadores en la partida, pero no así el número de territorios, que sigue siendo de 18. Eso le permitió llevarse la victoria final pese a acabar con el mismo número de territorios de la anterior (cinco): la selección de las batallas y, sobre todo, la consolidación y defensa de los territorios claves.

En este 2017 está haciendo exactamente lo mismo: colocar el grueso de su ejército en aquellos territorios que él considera totalmente inexpugnables. Porque lo son. Son los dos lugares en los que no conoce la derrota: Austin y Sachsenring. Sólo así se explica que, en la pausa de la partida, tenga –aunque por poco- la posición de privilegio en el tablero.

Ha sufrido un par de reveses, concretamente en Argentina y en Francia, donde el dado le fue esquivo. Cosas del juego. Sabe que sin un mínimo de riesgo la victoria es imposible, y que el dado también interviene en el devenir de las jugadas. Pero en global, todo va saliendo más o menos según su estrategia inicial.

Austin y Sachsenring son suyos. Otra vez. De los envites de Jerez y Montmeló también salió reforzado, pese a las victorias de Dani Pedrosa y Andrea Dovizioso, respectivamente. En Qatar y Mugello, decorados nada propicios para las virtudes de su maquinaria, apenas arriesgó sus tropas y pudo así salir prácticamente indemne, aguardando tiempos mejores.

Son las partidas las que le han enseñado a redefinir su estrategia, a saber dónde, cuándo y cómo atacar, cuándo permitirse el lujo de tirar el dado y cuándo defender, sobre todo si sus rivales empiezan la partida con muchas más unidades en sus respectivos ejércitos.

Por eso, llegada la pausa, es hora de mirar el tablero. Analizar las posiciones de los diferentes contendientes, y sus opciones de futuro. No es Márquez el que más territorios conquistados tiene, ya que tal honor pertenece a Maverick Viñales, cuyas tropas está situadas en Qatar, Argentina y Francia. Sin embargo, Marc sí es el que cuenta con más soldaditos ubicados en sus dos territorios conquistados, y por eso partirá con una ligera ventaja en la reanudación.

Con un equipo de asesores liderado por Santi Hernández, y junto a un más que merecido descanso, Márquez aprovechará la pausa para reflexionar y trazar la hoja de ruta de las nueve tiradas que le quedan a partida de 2017, donde de nuevo tratará de minimizar el impacto del azar para volver a llevarse la victoria final en Valencia.

Una estrategia donde se pueden intuir ciertas tácticas específicas. Por ejemplo, hay puntos como Aragón o Australia donde todo lo que no sea verle jugar al ataque será una sorpresa mayúscula; mientras que en otros como Austria o San Marino es de esperar una defensa numantina para preservar el mayor número de unidades posibles de cara a futuras batallas.

Por eso, seguramente, la clave que dirimirá el designio de la partida estará en los puntos intermedios, como podrían ser República Checa, Gran Bretaña, Japón o Malasia. En esos escenarios, Márquez tendrá que decidir cuántos soldados arriesgar, cuántas veces tirar el dado o si tendrá que optar por la defensa en un momento dado, algo que seguramente a estas alturas no sabe ni él mismo.

A buen seguro, dichas tácticas puntuales serán escogidas en función del resultado de la batalla anterior; pero lo que es inamovible es la estrategia principal, la misma que el año pasado le condujo hacia una victoria contundente, mucho más clara de lo que nadie esperaba. Con casi toda probabilidad, esta vez no será así, ni mucho menos.

Este año hay hasta cinco contendientes bien posicionados en el tablero; en lo que se prevé como una contienda de desgaste hasta llegar a Valencia, donde es más que previsible que se produzca la batalla final para decidir el vencedor. Y ese es el plan de Márquez, llegar allí con el mayor número de unidades posibles.

Porque no tiene pinta de que esta partida se vaya a decidir por la conquista del mapa, sino por el número de unidades de cada jugador. Es decir, seguramente, en el Ricardo Tormo habrá que tirar los dados para decidir al vencedor, y la duda estriba en saber cuántos jugadores llegarán allí con opciones. El objetivo de Márquez no es otro que ser uno de ellos.

Entonces y sólo entonces, quizás se plantee renunciar a toda táctica y confiarse a que el dado le devuelva una carita sonriente. Pero hasta ese momento, será la estrategia la que le permita no sólo poder llegar hasta allí con el dado en la mano, sino también la que decida si, en el mismo dado, el trofeo de MotoGP aparece en cinco caras o solamente en una.

Y para ello, sabe que no puede desgastarse en batallas estériles, que no está en condiciones de tirar el dado una y otra vez. En la actual coyuntura, MotoGP no es sólo un juego. Es un juego de guerra: de una guerra de posiciones en la que hacerse fuerte en tres o cuatro territorios puede llevar a la victoria. Y Márquez ya ha conquistado Austin y Sachsenring. Los suyos.