#CaféConGasolina Australia 2016: 'Independence Dry', por Cal Crutchlow

Una década después de Toni Elías en Estoril 2006, un piloto satélite vence una carrera en seco.

Nacho González

#CaféConGasolina Australia 2016: 'Independence Dry', por Cal Crutchlow
#CaféConGasolina Australia 2016: 'Independence Dry', por Cal Crutchlow

En una era de MotoGP dominada por cinco extraterrestres -a saber: Valentino Rossi, Dani Pedrosa, Casey Stoner, Jorge Lorenzo y Marc Márquez-, los terrícolas apenas eran capaces de lograr pírricas victorias con un inconfundible aroma a excepcionalidad, cuyo recuerdo no excedía de la categoría de mera anécdota en el imaginario colectivo. No en vano, sólo fueron dos en un periodo de ocho años (2008-2015): la de Andrea Dovizioso en Donington 2009 y la de Ben Spies en Assen 2011.

Son dos triunfos que la vieja resistencia de la humanidad motera no dudó en sentir como suyos. Dovi, y sobre todo Spies, eran vistos como más cercanos al motero que sale los domingos a trazar curvas sin más pretensión que sentir la libertad de su montura. Y que lograran ganar a esos genios innatos era un triunfo que, pese a su pequeño impacto global, alimentaba la esperanza en la resistencia del espíritu old school del motociclismo.

Surgió la figura de Cal Crutchlow. Un británico barbudo, con cara de pocos amigos y pinta de estar constantemente pensando en alguna jugarreta inofensiva. Afable con los suyos, con los moteros de verdad, pero preparado para sacar el genio para defender lo que es suyo: su equipo, su mecánico, su deporte. Un motero de la vieja escuela con talento suficiente para plantar cara a los elegidos. Y para colmo, en una moto satélite: la Yamaha del Tech 3.

Se fue a Ducati buscando la oficialidad y salió escaldado en apenas un año, para encontrar acomodo en Honda, de nuevo satélite. Quizá un paso atrás para él, pero una gran noticia para la humanización de las dos ruedas, que sufrió con él un difícil 2015 y un frustrante comienzo de 2016. Pasaba el tiempo y seguía sin cruzar la última frontera, la de ser el encargado de devolver la victoria a un equipo satélite o privado, ahora llamados independientes.

Al final no fue él. Bajo el aguacero de Assen, el australiano Jack Miller le ‘birló’ dicho honor cuajando la carrera de su vida y resistiendo sobre su moto en un carrusel de caídas. Pero Jackass no causaba esa empatía: su talento y su talante le situaban más cerca de los extraterrestres que de la resistencia de los humanos.

No se rindió: su segunda posición en Sachsenring tras Marc Márquez suponía su noveno podio en MotoGP. Dos carreras después, llegaría el décimo. Brno fue el escenario, en una carrera en condiciones complicadas en la que cuajó una remontada memorable para ganar en la que ya empezaba a ser considerada su especialidad: las Wet Race, el coto vedado de los independientes, a los que se veía incapaces de replicar dichos triunfos en seco.

De nuevo, surgió Cal Crutchlow. En el quinto aniversario del adiós de aquel rizado melenudo que se debatía entre humano y extraterrestre llamado Marco Simoncelli, y tras un fin de semana marcado por las lluvias, Crutchlow se situó en parrilla, contempló el cartel de Dry Race y salió a citarse con la historia. Con la caída de Márquez, supo que iba a ganar.

Supo que había llegado el día, el día en que la humanidad motera triunfaría sobre la invasión extraterrestre. El día de la independencia (en seco). O, dicho en inglés, que siempre suena mejor: ‘Independence Dry’.

ROSSI YA ACARICIA EL SEXTO

Valentino Rossi llevó hasta el extremo su habitual tónica de ir mejorando de forma imparable desde la FP1 hasta el warm up: esta vez, un lío con los Michelin arruinó su primera sesión de libres, y las inclemencias climáticas le llevaron a una Q1 en la que, para colmo de males, tuvo que compartir marrón con Cal Crutchlow, Jorge Lorenzo o Maverick Viñales, entre otros.

El resultado: 15º en parrilla. Nada decidido, pero pensar en la victoria ya entraba en la categoría de quimera. Esta vez, reventó en mil pedazos el hashtag #ValentinoRemonta. A dos adelantamientos por vuelta, en cuatro vueltas había hecho la mitad del trabajo: era séptimo. En cuatro vueltas más ya era cuarto, a rueda de Aleix Espargaró.

Pasó al de Suzuki y se encontró segundo al dar Márquez con sus huesos en el suelo. Con 17 vueltas por delante, estaba a menos de dos segundos de Crutchlow. La vuelta a la victoria era posible, pero pagó el esfuerzo de la remontada con el neumático blando y, como en Brno, tuvo que sucumbir ante la dureza de (la goma de) Cal.

Eso sí, los 20 puntos y la sexta posición de Jorge Lorenzo le permiten rozar su tercer subcampeonato consecutivo, el sexto de su vida. Serían nueve títulos y seis segundos puestos: 15/21 temporadas en el top 2. Se analiza solo.

SUZUKI YA ESTÁ ENTRE NOSOTROS

La maestría con la que Maverick Viñales, que salía 13º, se deshizo de Andrea Dovizioso para colarse en el tercer escalón del podio propició, por un lado, un cajón integrado por tres pilotos provenientes del purgatorio de la Q1. Por el otro, y con un impacto mucho mayor de cara al futuro, la pérdida de las ventajas de la que gozaba Suzuki, que a efectos prácticos convierte a la marca de Hamamatsu en élite de MotoGP.

El trabajo de Suzuki ha dado sus frutos, y si bien es cierto que ha sido Viñales el que lo ha conseguido traducir en podios y victoria, el buen hacer de Aleix Espargaró es la prueba irrefutable de su evolución. El 41 peleó con bravura hasta que se fue al suelo, pero dejó su propio sello y el de Suzuki, que definitivamente ya está entre nosotros.

No fue el único que dio lustre al apellido: Pol Espargaró realizó una magistral salida que le hizo soñar durante un buen puñado de giros, culminando en un meritorio quinto puesto, muy por delante de un desdibujado Lorenzo. La lucha más bonita fue por la séptima posición, en la que Scott Redding se impuso a Bradley Smith, Danilo Petrucci y un Jack Miller que complicó la vida al Repsol Honda en la general por equipos al tirar a Nicky Hayden, al que luego pidió perdón en un honroso gesto. Por atrás, destaca el primer punto del australiano Mike Jones.

LUTHI, LA INERCIA Y EL JET LAG

Con Moto3 ya resuelta, un Brad Binder que corre (y gana) como si necesitara los puntos, y el estreno de Arón Canet en el podio, las miradas se giraron a Moto2, donde el aliciente era saber si Álex Rins podría recortar puntos a Johann Zarco en su circuito talismán. Todo lo contrario: el español se fue al suelo cuando iba remontando en pos del podio, y el francés se veía incapaz de escalar posiciones y sólo pudo sumar cuatro puntos al acabar duodécimo.

Eso eleva la ventaja del galo hasta los 25 puntos con 50 en juego, pero no queda ahí la cosa: la victoria de Thomas Luthi, segunda consecutiva, le mete de lleno en la lucha por el título. El suizo batió a Franco Morbidelli por potencia y ha mostrado adaptarse mejor que sus dos rivales al jet lag asiático.

En Sepang puede ser el cuarto piloto de la historia en sacar 75 puntos del tríptico –tras Valentino Rossi, Youichi Ui y Marc Márquez-, y la inercia positiva con la que llega a las dos últimas carreras le convierten en aspirante a todo.