¿Qué se puede decir de Valentino Rossi que no se haya dicho ya? Su trayectoria en el Mundial es de sobra conocida; su carisma, desparpajo y personalidad también. Es harto complicado descubrir algo nuevo del astro italiano pero, aún así, nunca está demás repasar sus innumerables hazañas, aquellas que le han elevado a los altares del motociclismo y le han permitido erigirse como el piloto más querido y admirado por la afición. Quizás, una de las más significativas de su carrera sea la consecución de su primer entorchado en la clase reina. Ocurrió hace ahora 14 años, en la campaña de 2001. Fiel a su estilo, el transalpino dejó su impronta en el campeonato por partida doble: con su título, Rossi se convirtió en el tercer piloto de la historia en ganar una corona en tres cilindradas diferentes (antes solo lo habían conseguido Mike Hailwood y Phil Read); al mismo tiempo que inscribió su nombre en los libros de historia como último campeón de los extintos 500cc.
Un curso antes ya había estado a punto de dar la campanada. Solo la inmadurez, fruto de su inexperiencia, le impidieron alzarse con un campeonato que finalmente acabó en manos de Kenny Roberts Junior. Vale tuvo que conformarse con la segunda posición (cosechó dos victorias y siete podios), pero sus extraordinarias dotes metieron el miedo en el cuerpo a sus rivales “Vence este año porque el que viene lo tendrás mucho más difícil" advirtió King Kenny a su hijo. No le faltaba razón.
Un curso después, no falló; al contrario, ganó por goleada. Sus números así lo atestiguan: once victorias, dos podios (una segunda y tercera posición), cuatro poles y diez vueltas rápidas. Italia fue la única carrera en la que se fue de vacío (sus ansias de victoria en casa le hicieron sufrir una caída cuando marchaba segundo) y Alemania y Valencia, los escenarios en los que no pisó el cajón. En total, sumó 325 puntos, 106 más que su inmediato perseguido, Max Biaggi.
Todos le quieren
La superioridad de Rossi en 2001 no pasó inadvertida para nadie, mucho menos para las marcas, quienes se afanaron por contar con sus servicios. Así ocurrió con Aprilia, firma que tentó al italiano con un suculento cheque en blanco. Por entonces, la casa de Noale estaba tomándose su segundo respiro en la clase reina, pausa que aprovechó para desarrollar la RS3 Cube, la tricilíndrica con la que ambicionaban hacer frente a los japoneses. La idea de los transalpinos era que Vale renovase una sola temporada con HRC, la de 2002, la misma en la que ellos probarían que su nuevo proyecto resultaría ganador. El plan también incluía una nueva reunión esa misma campaña, la de su retorno, en la de en la que Rossi y su séquito fijarían el desembolso que debería realizar Aprilia para el retorno del hijo pródigo (recordemos que desde 1996 a 1999 Rossi militó en las filas de los de Venecia).
Afortunadamente para El Doctor, el sueño de Ivano Beggio no llegó a buen puerto, pues la RS3 Cube resultó ser un completo fracaso. Puede que lo intuyera o puede que no, pero lo cierto es que acabó firmando un contrato de dos años con Honda.
Lucha de egos
Al margen del férreo dominio que ejerció Rossi, si algo quedó patente en la temporada 2001 fue que la enemistad que se profesaban él y Max Biaggi llegó a un punto de no retorno. La tensión entre ambos venía de largo (¿Quién no se acuerda del revuelo que generó la frase, “Más vale un día de Rossi que una vida de Biaggi" escrita por una aficionada en una pancarta?), pero en los albores del siglo XXI alcanzó su máximo. El primer encontronazo llegó nada más iniciarse el certamen, en Japón. Allí, el de Tavullia recriminó a Biaggi el haberle obstaculizado de malas formas para evitar que lo adelantara: “En la vuelta anterior pasé a otro piloto en el mismo punto y no me echó fuera. Tú has levantado el codo para sacarme de la pista. Si así es como quieres que sea, lo haremos así. Yo estoy listo", le espetó. El romano, por su parte, se defendió con todo: “No sé porqué dices eso, ha sido una maniobra normal. Estabas por fuera y no podías pasar".
Unos cuantos GGPP más tarde, las palabras dieron paso a los golpes. De camino al podio de Montmeló, los dos italianos se enzarzaron en una pelea a puñetazo limpio. El incidente se difundió rápidamente y, tras la correspondiente entrega de trofeos, el paddock entero comentaba la noticia. Dirección de Carrera no quiso hacer oídos ordos y tomó cartas en el asunto. Les advirtió que si repetían la escena de nuevo, las consecuencias serían graves. Por fortuna, el altercado no se repitió, aunque los dos protagonistas siguieron sin dar su brazo a torcer. Dos semanas después, en Assen, Biaggi y Rossi escenificaron la paz mediante un apretón de manos, pero todos sabían que aquello era forzado.
El final de la historia ya lo conocemos todos: el piloto serio y poco dado a montar espectáculos no pudo con el chico simpático y alegre al que todos adoraban. Ni ese año, ni los sucesivos. Acabó saliendo de MotoGP por la puerta de atrás, mientras veía cómo su gran rival continuaba extendiendo su imperio.