El buen papel de los pilotos españoles en el Mundial de 250 en las cuatro últimas temporadas, en las que Dani Pedrosa (2004-2005) y Jorge Lorenzo (2006-2007) han sido campeones –aunque podríamos tomar 2002 como referencia de inicio para esa hegemonía, gracias a las brillantes campañas de Fonsi Nieto (2002) y Toni Elías (2003)–, y la buena predisposición de nuestros pilotos en la presente temporada, con un gran rendimiento en las pruebas invernales y disfrutando de un material de primera línea, permitían tener confianza en que éste siga siendo un campeonato con un marcado acento español.
Sin embargo, a pesar de las buenas perspectivas de los entrenamientos del Gran Premio de Qatar, con Álex Debón, Héctor Barberá y Álvaro Bautista ocupando las tres primeras plazas de la parrilla de salida, el resultado de la carrera qatarí no fue todo lo bueno que deseábamos. Barberá terminó en el podio, Debón fue cuarto y estableció un nuevo récord en la pista de Losail, y Bautista, tras unas vueltas de dominio, terminó sucumbiendo ante un neumático trasero que salió defectuoso.
Al final, el protagonismo recayó de forma inesperada en el debutante –era la noche de los debutantes– Mattia Pasini, que sorprendió con una desbordante frescura a los pilotos españoles, que cayeron en la trampa de creerse superiores. El varapalo que todos ellos recibieron en Qatar va a servir para que en Jerez, delante de la afición, con ánimo de quitarse la espina que Pasini les dejó clavada, se vuelquen en el objetivo de triunfar. La estadística, la historia reciente, está con ellos. En los últimos seis años los pilotos españoles han ganado en cinco ocasiones: dos veces Jorge Lorenzo (2006-2007), y una Fonsi Nieto (2002), Toni Elías (2003), y Dani Pedrosa (2005). Sólo la lluviosa edición de 2004 permitió que Roberto Rolfo rompiera nuestra racha.
El año pasado en Jerez asistimos a la carrera más impresionante de la temporada. Y no me refiero a la mejor de 250, sino que hablo de la mejor del campeonato en su conjunto. Los 43 adelantamientos protagonizados entre Jorge Lorenzo, Álvaro Bautista y Andrea Dovizioso nos mantuvieron en vilo a lo largo de las 26 vueltas de la carrera, y en todo el año no volvimos a ver un espectáculo de semejante emoción. Hubo carreras realmente buenas, pero ninguna como aquella, que además sirvió de tarjeta de presentación para Álvaro Bautista, responsable en buena medida, con esa forma de correr tan suya, siempre al límite, siempre en el filo, de la emoción de ésa y muchas otras carreras.
El esperado triplete se resiste. Después de que en 36 ocasiones coincidieran dos pilotos españoles en el podio –en 24 de ellas consiguiendo ser primero y segundo–, ya va siendo hora de que los nuestros se queden con todo el «cajón». Es algo que se ha conseguido en las categorías 80 y 125 en varias ocasiones, pero que nunca se logró en 50, por más que el Mundial en esa categoría fue patrimonio español –ocho títulos de pilotos y 43 victorias individuales en 23 temporadas–, ni tampoco en la desaparecida 350, donde el malogrado Víctor Palomo fue el único piloto español que logró subir al podio.
Ahora no sólo tenemos opciones, sino que éstas han de ser más claras que nunca, pues tenemos cinco pilotos con material de primera línea, con experiencia y capacidad más que sobrada: Álvaro Bautista, Héctor Barberá, Alex Debón, Héctor Faubel y Julito Simón. Cualquiera de los cinco puede hacer un podio, y cualquier combinación entre ellos propiciaría un resultado histórico en Jerez.
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