Del ‘Azul oscuro casi negro’ hemos pasado a los ‘Men in black’. Cuando se supo que Movistar no seguiría patrocinando a Yamaha, en la marca japonesa debieron pensar algo así como ‘Un monstruo viene a verme’, recordando esa era en la que no tuvieron patrocinador. Sin embargo, pronto llegó el relevo y la firma de Iwata amplió su presencia en ‘La familia Monster’, prometiendo de cara a su presentación para MotoGP 2019 algo parecido a un remake de ‘El día de la bestia’.
Sin embargo, la misión de Valentino Rossi y Maverick Viñales es la de asustar al resto de pilotos de MotoGP mientras divierten a los espectadores, con lo que les pega bastante más el cartel de 'Monstruos S.A'; que en este caso podrían ser las iniciales de ‘Salen Adelante’, ‘Siempre Arriba’ o ‘Sonríen Alegres’, dado el optimismo que irradiaban tanto los pilotos como el resto de los participantes en el enlace Yamaha-Monster en MotoGP.
Los desaires internos ya son cosa del pasado: tanto el organigrama del equipo como las estructuras particulares de los pilotos han sufrido diversos cambios para dejar en la historia todo lo sucedido en la infausta temporada 2018. Como se dice en estos casos, borrón y cuenta nueva.
Es el momento de dejar de entender la trayectoria de Yamaha donde cada temporada funciona como un compartimento-estanco, sino como un continuo en la línea temporal de MotoGP, donde salvo en las dos primeras temporadas han sido una de las marcas de referencia, con los evidentes altibajos que han tenido todas las marcas.
Una línea continua en la que lo que se generan son tendencias, y ahí es donde Yamaha tiene que focalizar el ataque: en revertir la tendencia actual –que ha ido cuesta abajo desde 2015- y volver a estar donde debe: peleando por ser la mejor marca.
La realidad, como se observa en la siguiente gráfica, es que MotoGP vive un clima de igualdad cuyo único precedente fue la temporada 2017, y en este 2018 pilló a Yamaha a pie cambiado: sus dos competidoras mejoraron y Suzuki llegó incluso a amenazar su tercer puesto. Se imponía una reacción a varios niveles.
Cada cambio de lustro ha coincidido con picos de éxito de Yamaha (2005, 2010, 2015), pero desde el último pico el problema no ha sido no mantenerse en la cúspide, sino haber ido cayendo poco a poco sin atisbo de reacción. Hasta ahora. Rossi lo pidió con insistencia y Viñales también solicitó esfuerzos por parte de la marca, que tras pedir perdón, pasó a la acción para tratar de revertir la tendencia.
Hay motivos para el optimismo: en un año para olvidar, sus pilotos terminaron tercero y cuarto (única marca con los dos pilotos en top 4), y aunque fueron terceros en constructores, no se quedaron tan lejos de Honda y Ducati. Es decir, el nivel de Yamaha es tan elevado que casi se considera tocar fondo a ser la tercera marca de MotoGP, lo que les ha servido para espabilar, cambiar ciertas cosas y montar un equipo de pruebas en Europa con un piloto de la talla de Jonas Folger.
La era Movistar ya es historia. La llegada de Monster Energy como patrocinador principal es una forma de ejemplificar ese cambio: una imagen agresiva en las motos, pero unida a la sonrisa de Rossi y Viñales. Asustar a los rivales y divertir al público. Al fin y al cabo, dicen que las risas generan diez veces más energía que los sustos.