Es difícil realizar una transmisión lineal de la conversación con Dani Amatriaín, un encuentro largo, de emociones contenidas que su fuerte carácter no dejó aflorar. Esta entrevista es un homenaje. Ahora es más presente la actividad de Amatriaín como empresario, como representante de pilotos, pero no olvidemos su pasado de piloto, brillante (un título europeo y tres campeonatos de España), una trayectoria profesional que ha engrandecido con su labor más conocida. Dani se va de las motos, se retira sin rabia, viendo lo positivo de estos años. Lógicamente, de puertas adentro, él y su íntimo círculo sabe la crudeza de la situación por la que ha pasado y pasa, pero se lo guarda, por respeto, por prudencia. Por puro amor a la moto, porque no puede guardar resentimiento contra la actividad que ha llenado buena parte de su vida y le ha colmado de satisfacciones.
¿Qué es lo que te lleva a tomar esta decisión tan drástica?
«Bueno, sinceramente me lleva analizarlo todo… Creo que en el comunicado fui bastante claro y explícito, porque además tardé mucho en realizarlo, y con la ayuda de algún amigo, de esos que siempre están ahí, conseguí expresar el máximo de mis sentimientos, intentando siempre que mi marcha del mundo del motor sea desde una posición muy positiva, porque aunque en la vida, cuando llevas 24 años trabajando y luchando como lo he hecho yo, es imposible que no haya momentos difíciles y duros, que además te dejan tocado».
¿Qué ha pesado más: cuestiones personales o profesionales?
«Bueno, en esta etapa hay un proyecto fundamental y vital para mí, que es Jorge (Lorenzo), algo que explico en el comunicado, esto a mí me ha marcado, tenía puestas esperanzas, y esa ruptura… Y seguramente, cosas, que pueden suceder, y que yo lógicamente no quiero que la imagen de la moto pueda salir dañada, que es algo que en otras ocasiones lo he demostrado, siempre he decidido optar por el discurso del silencio, de no hacer más guerras sobre cosas que han pasado y podría haber hablado…».
¿Cómo es el punto de desencuentro con Jorge? Porque, aparentemente, de puertas hacia fuera, la situación era bastante normal. La imagen que tus equipos y tus pilotos han transmitido, y que tú y tu gestión habéis reflejado, es impecable.
«Creo que la imagen que he dado es, simple y llanamente, la de cualquier otro profesional del “paddock”, no creo que haya sido distinta, no me quiero destacar por nada de esto. El Mundial es un escenario donde las empresas invierten mucho dinero para exponer sus marcas y llevarse una contrapartida comercial, y esto creo que todo el mundo lo está haciendo muy bien».
No quiere ponerse medallas, no quiere honores, pero también se da cuenta, quizás ahora, por primera vez, de lo mucho que se ha escrito y dicho sobre él. Alguien me dijo, cuando le comenté que iba a entrevistarle, que me preparara para verlo emocionarse, pero aunque en el transcurso de la conversación había momentos que podían dar pie a esa descarga de emociones, Dani fue como una roca. Discurre a mil por hora, viene y va sobre los temas, y quiere transmitir cuestiones que para él son importantes.
Hace una pausa.
«Hay un documento… -y rebusca entre sus papeles-. Se habla de la caída del imperio Amatriaín… ¡Bien! Probablemente sí que es cierto es que yo no he sido consciente del volumen, de lo grande que es esta empresa, que realmente no es mío sino de todos los componentes de esta casa, porque aunque haya alguien que se ha pronunciado diciendo que la empresa se ha desmantelado, la prueba es que aquí no se ha desmantelado nada, se ha ido un mínimo tanto por ciento de gente que decidió en su momento marcharse, que lo respeto, pero lo importante es que la base de esta empresa, que también lo digo con todo el orgullo del mundo, se pensó en rejuvenecerla, que es el equipo más joven del campeonato del mundo, con una media de edad de 30 años».
Vuelvo sobre la cuestión. ¿Cuál fue el problema que surgió con Jorge? Porque eso, creo, es la base de todo.
«Tenía claro que éste iba a ser un proyecto muy grande, que este año iba a ser horroroso para mí, y diseñé un plan de trabajo distinto. La empresa se iba a dividir, yo iba a llevar más la parte de Jorge, y Pere Gurt, que entonces era director general de esta empresa, se iba a encargar de otros temas. Incluso íbamos a estar recortar un poco para estar más pendientes de los temas, porque en nuestras manos estaba la carrera deportiva de algún piloto muy joven… Pero por estas cosas que suceden en esta vida, algo de lo que me he ocupado siempre, que es formar equipos y pilotos, me he olvidado de la parte empresarial, y no porque no lo sepa o lo desconozca. Me he equivocado en no haber formado al directivo, el perfil de tío que durante el tiempo que está en la empresa gana mucho dinero pero da la vida por la empresa».
¿Lo tuyo es un adiós definitivo o se trata de una parada en el camino?
«Es un periodo en el que voy a pensar en mí, en cuidarme, en volver a ir al gimnasio, formarme profesionalmente un poco más en las materias en las que creo que puedo mejorar, y luego también, de alguna manera, que la moto me sirva como el conducto para una persona como yo que lo único que he hecho ha sido trabajar y formar a mucha gente. Cuando voy a Monlau Competición y veo mecánicos y me hacen algunas reflexiones, me llena de orgullo. Ver a Emilio Alzamora al frente de Monlau para mí es un orgullo, y soy feliz de que tenga un cargo importante allí, y muchas cosas más. Hoy tengo que coger todo esto, y que me sirva de vía de escape».
Por un momento, Dani parece emocionarse. Hace una pausa, como para coger aire, y habla desde el sentimiento, recordando la satisfacción de sus años de trabajo en Planeta, compartiendo la representación de Emilio Alzamora, su primer trabajo como representante.
¿Hay demasiadas leyendas negras en torno a ti? Supongo que en este trabajo siempre quedan, digámoslo así, cadáveres en el camino…
«Se ha escrito sobre mí que soy peligroso, un enemigo peligroso, y cosas así que he tenido que leer. He tenido que tirar para adelante carreras deportivas de pilotos y lo he tenido que hacer con recursos propios, con empresas que nos han patrocinado, pero siempre partiendo de recursos propios. Yo no me he escondido de nada. Yo he salido a trabajar cada día. He cubierto diferentes facetas en este mundo, he sido manager de un equipo y representante de pilotos a la vez, y compartir ambas funciones y desarrollarlas y no tener muchos problemas no es fácil. Ahora ves aparecer abogados, otras profesiones, o padres o gente que hacen de manager, como si esto, que sé las horas que le he dedicado, ahora cualquiera lo puede hacer. Yo he tenido que cubrir muchas parcelas, y quizás me equivoqué y ése fue mi error, y ahora aparecen abogados y aparece más gente a cubrir esa tarea, con las consecuencias que eso conlleve. Pero digo esto siempre con un ánimo positivo, y sin olvidar que hay una faceta muy importante que es la deportiva… Te podría hablar de gente con la que he tenido problemas pero no dejaré de reconocerle su mérito nunca, y en este país los dos mejores managers y representantes de deportistas creo saber quiénes son».
¿Y quiénes son?
«Alberto Puig y yo. Si alguna vez yo abandono este mundo nuestras diferencias se reducirán un día que nos tomemos un café y seguramente nos reiremos mucho. Hemos tenido unas diferencias en su momento como pilotos, pero no podemos olvidar las cosas que hemos hecho juntos, o él representando a una compañía, y yo a la mía. Y ahí está: la Copa Movistar, la selección de pilotos… Además, ambos hemos trabajado duro y siempre hemos estado ahí, y es así es como formas a un piloto, dejando parte de tu vida ahí, y eso que parece muy fácil, cuando lo tienes que hacer no es tan fácil. La admiración, estima y aprecio por lo que es, no se lo quitaré nunca. Es la primera vez que hablo del asunto y aquí lo dejo, porque así zanjo una historia que, no sé si alguien ha querido sacar provecho o no, pero no existe».
¿Tienes mucha responsabilidad en el carácter y la forma de ser de Jorge?
«Sí, sí, sí. Sí, pero… Si se cree alguien que yo no he hecho trabajar a Jorge, va apañado. Yo le he hecho trabajar lo que no aguanta ningún piloto de todos los que he tenido. Nadie aguanta eso, ese jarabe. Si no lleva esa base que antes le había marcado Chicho, ese chaval no hubiera aguantado a mi lado, porque hoy por hoy no hay ningún chaval que aguante mi ritmo. Esto también, probablemente, haya provocado que yo ya no puedo hacerlo de nuevo. Yo también habré cambiado, mi personalidad ha crecido porque he tenido que hacer de empresario, teniendo otro tipo de batallas que te endurecen mucho, o por lo menos recibes golpes fuertes, de los que hacen daño y te afectan. Mi relación con Jorge es dura; pocas personas se plantan delante de mí… y bueno, nos miramos como nos miramos. Y si le tengo que pegar un berrido en la parrilla de salida, se lo pego y recibo una mirada que me fulmina, pero consigo que esté atento y no se caiga, y consigo cosas de él que, bueno… Ojalá que haya esa persona. Sé que Chicho así lo ha tratado, y que así a Chicho le atenderá. Y si Chicho tiene dudas podrá consultarle a otro que quizás sabe un poco de esto… Y, si Dios quiere, yo estaré viendo las carreras en una tribuna, con unos amigos y con mi moto».
Este texto es un extracto de la entrevista publicada en el número 2.125 de Motociclismo.