Es probable que los pilotos más jóvenes y los aficionados más recientes ignoren la importancia que ha tenido, tiene y tendrá en el motociclismo Mike Trimby, inesperadamente fallecido ayer por la tarde en el hotel de Riccione donde se alojaba durante este fin de semana, debido a una insuficiencia cardíaca. Trimby tenía 74 años y toda su vida se desarrolló en un paddock, de carrera en carrera, de Gran Premio en Gran Premio, primero como piloto, después como mecánico, y finalmente adoptando una posición clave en la defensa de los intereses de los pilotos.
Trimby tuvo que sufrir la avaricia y la desidia de ambiciosos promotores de carreras y el desdén de rancios federativos de brazalete y escudo en la solada, y decidió luchar contra ellos para defender a los pilotos. Testigo de la última gran asonada de los pilotos mundialistas en Nogaro, en 1982, cuando se boicoteó el Gran Premio de Francia, meses tomó parte en una reunión de pilotos celebrada en Donington Park, con motivo de la Winter Cup, competición organizada por el antiguo campeón de F1 Jody Scheckter. Allí Trimby se ofreció a trabajar en la puesta en marcha de una organización que defendiera los intereses de los pilotos.
Trimby reunía todas las cualidades necesarias, porque tenía un conocimiento global del motociclismo desde todas las vertientes, como piloto, como mecánico y miembro de un equipo, e incluso como organizador, porque desde 1978 y hasta 2013 fue el promotor del Gran Premio de Macao –la vida está llena de luces y sombras-, lo que le proporcionaba una visión completa de la realidad motociclista.
Durante cuatro largos años, Trimby trabajó para hacer del “Continental Circus” un lugar digno de trabajo para que los pilotos y los equipos dejaran la mala vida de carromato y tienda de campaña, peleando por unos escuálidos premios que les permitieran llegar, con suerte, a la siguiente carrera. Finalmente, en 1986 logró poner en marcha en colaboración con Michel Metraux y Serge Rosset la International Road Races Team Association, la ya célebre IRTA que todos conocemos.
Con el nacimiento del IRTA los pilotos tuvieron voz propia, mejoraron sus condiciones en el paddock y ganaron peso frente a los organizadores. La fluida colaboración entre IRTA y Dorna, desde el Gran Premio de Europa de 1991, carrera que sustituyó al anulado Gran Premio de Yugoslavia, fue determinante para sentar las bases del motociclismo contemporáneo. IRTA fue un decidido enemigo de Dorna cuando ese año se anunció su entrada en el campeonato, pero aquellos días de trabajo en el Jarama eliminaron todos los prejuicios existentes, y Trimby no dudó en calificar aquella organización de Dorna como “el Gran Premio ideal”. Desde ese día, IRTA y Dorna trabajaron codo con codo, y Mike Trimby se convirtió junto a Carmelo Ezpeleta en uno de los pilares fundamentales del motociclismo.
A sus 74 años seguía al pie del cañón, incombustible. Nadie sabe cuándo, cómo y dónde te atrapará la muerte, pero a Trimby lo ha alcanzado en Riccione, en cuyas calles aún huele a ricino y resuenan los ecos de la Honda seis cilindros de Mike Hailwood y las desgarradas voces de los tifosi en aquella jornada en la que Renzo Pasolini y la Benelli 350 doblegaron a Giacomo Agostini y su MV Agusta. DEP.
