Jorge Martín y las balas de plata

El español ha conquistado el título de MotoGP derrotando al invencible licántropo Pecco Bagnaia.

Swinxy

Foto principal: ©MotoGP.com

El disparo con el que Jorge Martín festeja el título de MotoGP 2024
El disparo con el que Jorge Martín festeja el título de MotoGP 2024

Son muchas las leyendas sobre personajes fantásticos que a priori resultan totalmente invencibles, siendo inmunes incluso a las armas comunes. Criaturas como los licántropos (u hombres-lobo) que solamente pueden ser derrotadas mediante una munición muy particular: las balas de plata, un metal al que, por su rareza en estado natural, durante mucho tiempo se le otorgó propiedades místicas.

En los últimos años, Pecco Bagnaia se estaba volviendo prácticamente invencible en la lucha por el título: después de su remontada de 2022 vino el dominio de 2023, donde solo una lesión puso en entredicho su corona, que acabó conquistando con firmeza.

Si la temporada se entiende como un larguísimo día, Pecco Bagnaia se había erigido en el licántropo de MotoGP: arrancaba las mismas con un aspecto normal -dejando muestras de su poder al tiempo que se presentaba como realmente falible- para, con el paso de las horas, ir subiendo su energía de combate para terminar convertido en una máquina perfecta de ganar y hacer podios.

Lo hizo en 2021, con cuatro victorias y cinco podios en las seis últimas carreras. Repitió en 2022, con cinco triunfos y ocho podios en las diez últimas (y no subió al cajón en la última porque le bastó con ser noveno para campeonar); y nuevamente el pasado 2023, donde se rehízo tras la lesión para subir al cajón en las siete carreras finales del año, venciendo dos de ellas.

Jorge Martín se corona campeón en la undécima victoria de Pecco Bagnaia en MotoGP 2024
Jorge Martín se corona campeón en la undécima victoria de Pecco Bagnaia en MotoGP 2024

Ese era el bagaje del ‘monstruo’ al que se tenía que enfrentar Jorge Martín, AKA ‘Martinator’, para proclamarse campeón de MotoGP. A su favor tenía dos puntos: conocía bien a su rival desde hace casi una década y ya había se habían visto las caras un año atrás. Un combate que se saldó con una derrota -si se le puede llamar así a un subcampeonato mundial-; pero, sobre todo, con un aprendizaje brutal.

Martín sabía perfectamente que el mal inicio de año de Bagnaia era un espejismo. Que lo que se había visto en los primeros grandes premios era su versión humana y que, con el transcurso de ese largo día llamado temporada, iría alcanzando una simbiosis cada vez mayor con la Desmosedici; llenándose de poder hasta convertirse en un feroz lobo que no dejaría ni las migas cuando cayese la noche de este 2024.

Lo vivió el año pasado, y de esa vivencia extrajo el aprendizaje fundamental. La derrota de 2023 sirvió a Martín para darse cuenta de que las balas normales no eran tan efectivas contra un licántropo. Que cuatro disparos certeros de poco servían si solo sumaba otros cuatro podios y hasta doce de las 20 balas se perdían en el horizonte.

Por eso, cuando Bagnaia empezó su transformación en lobo, Martín comenzó a disparar su ráfaga de balas de plata. Prácticamente cada vez que Bagnaia subía a lo alto del podio, el madrileño respondía con una bala de plata que le reportaba mucho más que 20 puntos: iba implantando en su rival la semilla de la duda. El mensaje era claro: 'por mucho que ganes, yo no voy a fallar'.

Jorge Martín festeja su podio en el Sprint del GP Solidario de Barcelona que cierra MotoGP 2024
Jorge Martín festeja su podio en el Sprint del GP Solidario de Barcelona que cierra MotoGP 2024

Y así lo hizo. Tras ganar dos de las cinco primeras carreras, Martín solo logró un triunfo más en todo 2024. Pero se llenó de plata: hasta diez veces en 15 carreras se quedó con el segundo escalón (y otras 6 en sprints), obligando así a Pecco a una remontada casi imposible: tenía que ganarlo casi todo y no fallar casi nada.

Casi lo hace. Su licantropía no solo se puede observar entendiendo la temporada como un día, sino también en cada gran premio: su humana figura del viernes va evolucionando y, tras un convulso sábado en el que alterna certeros zarpazos con algún tambaleo, su lobezna figura emerge imponente el domingo para conseguir la victoria.

Así hasta once, más de la mitad. Insuficientes.

Insuficientes porque la coraza de oro que se fue tejiendo a base de triunfos dominicales no frenó el empuje de un Jorge Martín que, además de erigirse como el mejor en los sprint, convirtió los domingos en una ráfaga de balas de plata que, finalmente, le han permitido colocar la placa de plata -valga la redundancia- en la torre de los campeones de MotoGP.

 

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