Kenny Roberts Jr., el peso de un apellido que se hizo un hueco entre dos eras

Dos temporadas inolvidables metieron a Kenny Roberts Junior en la historia de 500cc.

Nacho González

Kenny Roberts Jr., el peso de un apellido que se hizo un hueco entre dos eras
Kenny Roberts Jr., el peso de un apellido que se hizo un hueco entre dos eras

Corría el 5 de octubre de 2000 en el Nelson Piquet de Río de Janeiro. Valentino Rossi lograba sostener el empuje del local Alex Barros para lograr su segundo triunfo en la categoría reina. Tras ellos, Garry McCoy ganaba la lucha por el podio a Norick Abe y Max Biaggi. Y 7,7 segundos después de la entrada de Rossi, cruzaba la línea de meta la Suzuki RGV500 con el número dos.

Sobre ella, Kenny Roberts Junior se proclamaba campeón del mundo de 500cc. Un nombre y un apellido capaces de infundir respeto en el paddock como muy pocos, pero que con la coletilla de ‘Junior’ invitaba a cuestionar la preponderancia de valores extradeportivos sobre la meritocracia que se debe presuponer. Aquel día, Roberts Jr tumbó todo prejuicio.

No habían ayudado a reivindicarle sus primeros años en el mundial, donde pese a estar enrolado cuatro años completos en el equipo de su padre, no había logrado ni un solo podio, ni en 250cc en Yamaha ni en 500cc, donde tras un primer año con la marca de los diapasones tuvo que bregar con la Modenas KR3 durante dos temporadas.

Mientras él no lograba meterse en el top ten final de la general, Mick Doohan enlazaba títulos con la misma facilidad con la que Valentino Rossi lo haría a partir de 2001, donde Roberts Jr tampoco era capaz de rascar más de un podio. Vio cómo el italiano enlazaba cinco títulos mientras él y Suzuki se hundían en la zona media-baja de la clasificación.

Aprovechó como nadie el vacío de poder entre la era Mick Doohan y la era Valentino Rossi

Es decir, no fue capaz de ganar ni una sola carrera en la era Doohan (1994-1998) ni en la era Rossi (2001-2005). ¡Pero cómo aprovecho el impasse entre ambos periodos! Subcampeón en 1999 ante Álex Crivillé –que a diferencia de Kenny sí había presionado hasta la extenuación al todopoderoso Doohan-; en 2000 sacó petróleo del titubeante inicio del ‘rookie’ Rossi para adquirir una ventaja que se tornaría insalvable.

Fue un año raro, sin un dominador como había sido Doohan durante un lustro, o como Crivillé el año anterior. En ese 2000, ganaron hasta ocho pilotos: Loris Capirossi, Norick Abe y el propio Crivillé una carrera; y Valentino Rossi, Max Biaggi y Alex Barros por partida doble. Garry McCoy ganó tres y Kenny Roberts Jr venció en cuatro ocasiones, dos de ellas en mojado.

Sólo un año después de erigirse en aspirante, supo aprovechar el vacío de poder para ganar. Entre esas dos temporadas firmó sus ocho victorias, así como 17 de sus 22 podios y nueve de sus diez poles. Fue subcampeón con 220 puntos y campeón con 258, pero el número que peor le sentó fue el uno que portó en 2001, cuando acabó el año en undécima posición en la despedida de las 500cc, iniciando un declive del que la Suzuki GSV-R no le ayudó a salir.

Volvió al paraguas de su padre en 2006 para llevar la más decente de las MotoGP olvidadas, la KR211V. Con ella se reencontró a sí mismo y dejó los últimos coletazos de su talento, subiendo a dos podios para acabar sexto en su mejor año en MotoGP (y el tercero mejor de su carrera). Curiosamente, el año en el que Rossi se volvió humano y sucumbió ante Nicky Hayden.

La KR212V de la temporada siguiente no era ni la sombra, y Roberts colgó el casco. Y con él, se liberó por fin del peso de un apellido, un peso incalculable que durante dos años consiguió levantar para ser el primer hijo de campeón en proclamarse campeón y que, 17 años después, le ha valido para convertirse en MotoGP Legend.