Marc Márquez busca la fiesta perfecta

Marc ha vivido muchas fiestas, pero nunca una tan perfecta como la que podría tener hoy.

Nacho González

Marc Márquez busca la fiesta perfecta
Marc Márquez busca la fiesta perfecta

Marc Márquez necesita sólo cinco puntos para proclamarse campeón del mundo de MotoGP 2017, lo que supone que le vale una undécima posición en el Gran Premio de la Comunidad Valenciana que se está disputando en el Ricardo Tormo.

Aunque no sea algo tan estrictamente matemático, está claro que Márquez no va a ir a quedar undécimo. Lo lleva demostrando todo el fin de semana, buscando el límite como en un gran premio cualquiera –dos caídas así lo atestiguan- y llevándose la pole por delante de Johann Zarco y Andrea Iannone.

Por si fuera poco, después ha dejado clara que, a priori, su intención es conquistar el título ganando la carrera. Tiene lógica: el ritmo de Andrea Dovizioso no invita a pensar, ni de lejos, en que pueda luchar por ganar. Son demasiados los pilotos que parecen estar por delante.

De ahí que Márquez sepa que hay un alto porcentaje de posibilidades de que pueda luchar como le gusta: al límite. Si llegado un punto de la carrera, se ve con la más mínima opción de ganar –y Dovizioso está lo suficientemente lejos como para no tener que preocuparse de un posible triunfo del italiano-, va a darlo absolutamente todo para ganar.

El 93 sabe que el bien supremo es el título, y mientras considere que no está cerrado, no va a acometer más riesgos de los necesarios. Pero cuando crea que sí lo está, arriesgará buscando la victoria.

Le encantaría acabar el año como el piloto con más victorias, y eso pasa por ganar en Valencia, un circuito que le encanta y en el que solamente ha ganado dos veces: la remontada magistral de 2012 en Moto2 y el récord de victorias en su mágico 2014.

Pero, sobre todo, le encantaría poder celebrar la fiesta perfecta, la que nunca ha tenido. Sus cuatro primeros títulos llegaron sin estar acompañados de un triunfo. El quinto sí, pero fue en Japón. Muy lejos de los suyos y con media Europa durmiendo profundamente.

De hecho, tres de sus cinco títulos han llegado durante la gira asiática: 2012 en Australia y 2014 y 2016 en Japón. Solamente dos fueron en el Ricardo Tormo: el primero de su vida y el primero de MotoGP. 2010 y 2013.

En aquellas ocasiones, llegaba al Ricardo Tormo como líder pero sin poder confiarse lo más mínimo. En ambas, hizo exactamente lo que tenía que hacer: asegurar la posición que le convertía en campeón del mundo y minimizar por completo cualquier tipo de riesgo. Le funcionó a la perfección y certificó sendos títulos con una gran solidez.

Para ello, tuvo que traicionarse a sí mismo. A su esencia más pura: el ansia de ganar siempre. Algo que Marc solamente hace en contadas ocasiones, cuando tiene un motivo de un peso tan superior que la victoria, aquello por lo que vive, pasa por completo a un segundo o tercer plano.

Quizás, en este 2017, no necesite traicionarse a sí mismo para ser campeón. Las condiciones son muy distintas a las de 2010 y 2013.

En 125cc, después de su exhibición en Estoril, llegaba a Valencia con 17 puntos sobre Nico Terol y el posible desempate ganado. Es decir, necesitaba ser octavo si el valenciano ganaba. Como Terol estaba en la lucha por la victoria, optó por no arriesgar, quedarse cuarto y dejar irse al terceto cabecero con el propio Terol, Pol Espargaró y Bradley Smith, a la postre ganador de la carrera. Acabó cuarto y se proclamó campeón.

En su primer título de MotoGP, Márquez también arrancó desde la pole en el Ricardo Tormo, donde llegaba con 13 puntos sobre Jorge Lorenzo tras complicarse la vida con la descalificación en Phillip Island y ser segundo en Motegi. Una ventaja importante pero que le obligaba a ser, como poco, cuarto.

Lorenzo buscó ralentizar el ritmo para aumentar las unidades del grupo, pero Márquez no se puso nervioso y finalizó tercero, tras el propio balear y un correoso Dani Pedrosa, que acabó segundo tras estar a punto de irse al suelo en un lance con el de Yamaha. Márquez no entró al trapo y se convirtió en el campeón más joven de la historia de la categoría reina.

En 2017 lo tiene más fácil. Tanto numéricamente hablando –llega con 21 puntos- como por las posibilidades del rival –Dovizioso no parece estar en disposición de ganar-, resulta factible pensar que Marc pueda tener virtualmente cerrado el título a mitad de carrera. Y eso le llevaría a buscar la victoria.

Si finalmente lo consigue, tendrá la fiesta perfecta: pole, victoria y título en casa. Ser campeón ante los suyos y desde lo más alto del podio.