Ríos de tinta han corrido sobre las muchas aventuras y las escasas desventuras de Marc Márquez desde su desembarco en la categoría reina hace algo más de un lustro. De aquel joven veinteañero que se plantó en la parrilla de MotoGP con el mantra del aprendizaje hasta el actual, mucho más maduro.
Han pasado más de un centenar de grandes premios, en los que ha tenido tiempo de batir innumerables récords de precocidad al tiempo que ha trepado escalones en los ránkings absolutos del motociclismo. Por el camino, ha experimentado una evidente evolución, tanto en su forma de pilotaje –para adaptarse a los cambios de su Honda RC213V-; como, sobre todo, en su forma de entender las carreras y el campeonato.
El problema de Márquez fue que creció demasiado rápido. En 2013 aprendió sin bajarse del podio y en 2014 se encontró con una moto increíble que le permitía de todo. Se hinchó a ganar y se le olvidó aprender: creyó saberlo todo. Lo sucedido después es bien sabido: la moto de 2015 se vio superada claramente por la Yamaha YZR-M1 y el de Cervera no supo gestionarlo, perdiendo el título por primera –y de momento única- vez.
Tuvo, entonces, que reaprender. El 2015 le enseñó la lección más valiosa que ha recibido: en este deporte es obligatorio no dejar nunca de aprender. Que se lo digan a Valentino Rossi. Y en ello está: desde aquel varapalo se ha hecho un piloto mucho más fuerte y completo, ganando dos títulos más sin tener ninguna superioridad mecánica.
Tampoco la tiene en este 2018, donde las Ducati están intratables por momentos. Sin embargo, recién superado el ecuador del campeonato, tiene el título bastante encarrilado. Cuenta con más de dos carreras de ventaja y da la sensación de ser inabarcable desde la perspectiva global: cuando puede, gana. Cuando no, minimiza pérdidas y gestiona su liderato.
Atrás quedan ya el desastre de Termas de Río Hondo y el fiasco de Mugello. Márquez lleva cinco podios consecutivos, igualando la racha que consiguió el pasado 2017 en los mismos circuitos (Montmeló, Assen, Sachsenring, Brno y Red Bull Ring), que de hecho fue su mejor racha de la pasada temporada y mejor que cualquiera de 2016 (no pasó de cuatro podios seguidos) o del catastrófico 2015, donde no logró encadenar más de tres presencias en el cajón.
Si este año no le falla el motor y logra encaramarse al podio de Silverstone será el sexto consecutivo, algo que no logra desde hace más de cuatro años. Concretamente desde su mágico 2014, cuando ganó las diez primeras carreras que, junto a los dos podios con los que cerró 2013, supusieron una racha de 12 podios consecutivos, superando los diez que había logrado en su año de debut entre Catalunya y Malasia.
Es decir, cuando Márquez llegó a MotoGP, lo hizo subiendo al cajón en 26 de sus 28 primeras carreras: todas excepto la caída de Mugello 2013 y la descalificación de Phillip Island ese mismo año. Hasta Brno 2014 no acabó una carrera fuera del cajón: fue cuarto.
Tras aquello llegarían el 15º de Misano y el 13º de Aragón, ambos tras caída. Entró en una espiral en la que parecía no contemplar más opción que la victoria o el suelo, y eso condenó su 2015 a las primeras de cambio, con tres ceros en siete carreras.
Poco a poco ha ido puliendo esos fallos, pero todavía hay ocasiones en las que se deja llevar por el ímpetu de la victoria. Cada vez son menos. Ahora, cuando no puede ganar, Márquez recuerda a su versión de 2013, la que no se bajaba del podio.
Sigue cometiendo errores porque es humano (ver Mugello), y cuando todo se pone en contra continúa siendo aquel crío de Estoril 2010 que se cree capaz de todo, aunque en Argentina el resultado fuera desastroso.
Pero el resto del tiempo, que es la mayor parte, Marc Márquez es la versión más prudente de sí mismo que puede encontrar: la de 2013. La del humilde rookie que es perfectamente consciente de que, por muy bien que sepan las victorias, al final lo que da los títulos es saber aferrarse al podio como si se tratara de oxígeno.
De las últimas 23 carreras ha puntuado en 20. De esas 20, en 19 lo ha hecho en el podio, con la única excepción del cuarto puesto del año pasado en Sepang, cuando necesitaba la mayor cantidad posible de puntos para llegar con más garantías de título a Valencia.
Después, en carrera pueden pasar muchas cosas y cualquier fallo –suyo o ajeno- se puede traducir en un cero, e incluso se le puede complicar el título. Pero, más allá del juego de dados del destino, la sensación es que Márquez ha vuelto a esa humildad propia de un rookie que, cuando puede, gana. Y cuando no, no le bajan del podio. Si le funcionó cuando era rookie, con su actual experiencia es una fórmula casi infalible.
MEJORES RACHAS PODIOS MARC MÁRQUEZ EN MOTOGP | |
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12 | Japón 2013 - Indianápolis 2014 |
10 | Catalunya 2013 - Malasia 2013 |
5 | Valencia 2015 - España 2016 |
5 | Catalunya 2017 - Austria 2017 |
5 | Catalunya 2018 - |