Si eres piloto de velocidad, tener en la familia a una leyenda viviente de este deporte no te lo va a poner nada fácil a la hora de dejar tu propia huella en los libros de historia.
Quizá debas aceptar de antemano que es muy probable que no consigas igualar su palmarés, pero si tienes el talento necesario y trabajas lo suficiente, puede que tengas la oportunidad de conseguir que el mundo olvide ese vínculo familiar y sepa valorar adecuadamente lo que conseguiste como piloto.
Ése podía ser el caso de otro piloto como Kenny Roberts Jr. Así que, cuando Fonsi González Nieto se introdujo en las competiciones de minimotos durante la década de 1990, el piloto madrileño sabía que en cualquier paso adelante en su carrera deportiva su nombre estaría indisolublemente unido al de su tío Ángel Nieto, el pionero español en el Campeonato del Mundo que había conquistado 12 1 títulos mundiales en las categorías de 50 y 125 cc entre 1969 y 1984.
En mayor grado aún les ocurría lo mismo sus primos Gelete y Pablo, los propios hijos de un campeón al que hasta entonces solo el italiano Giacomo Agostini superaba en las estadísticas absolutas de títulos y victorias en GGPP del Mundial. Con las carreras deportivas de Gelete, Pablo y Fonsi concluidas con la retirada del último de las parrillas de Moto2 en 2010, las estadísticas han seguido favoreciendo más que ampliamente al mentor de todos ellos.
Con la perspectiva que otorga el tiempo transcurrido, se puede decir que cada uno a su forma, tanto Gelete como Pablo y Fonsi también consiguieron dejar una huella más o menos profunda en un momento u otro de sus trayectorias en el Mundial.
Pero fue Fonsi el que llegó más lejos y durante la temporada 2002 luchó por el título mundial de 250 cc, algo que ni su legendario tío Ángel había logrado durante sus años en activo: «Fue una temporada fantástica con una moto que no era la oficial de Aprilia, pero con la que pude marcar la diferencia y ganar cuatro carreras. Pero sin duda, también hice cosas mal y cometí errores», reconoce con humildad el propio Fonsi al iniciar la conversación.
La temporada de Fonsi Nieto en 2002 fue extraordinaria en varios sentidos. No sólo tuvo posibilidades reales de ganar un título que finalmente se escapó, sino que durante el año logró nada menos que nueve «pole position» y venció en cuatro GGPP, algunos de ellos de forma absolutamente épica.
Desde 1999 la incondicional afición española no había vuelto celebrar un título mundial de los nuestros, pero cuando Fonsi Nieto lideraba la carrera de 250 cc en el GP de España de 2002, el circuito de Jerez y todo su público se rindió a sus pies tras una imponente victoria en unas circunstancias que solo un perfecto guión cinematográfico habría podido concebir: «Aunque me quedo con la victoria bajo la lluvia en Estoril como mi mejor carrera, por cómo se precipitaron los acontecimientos en la pista, creo que sin duda el momento más intenso de la temporada llegó antes, con una victoria en Jerez delante del público español que para mí siempre será inolvidable por las sensaciones y los sentimientos que implicaba.
Los pilotos españoles llevábamos varios años sin ganar, y menos en “dos y medio”. Desde niño Álex Crivillé había sido mi ídolo y precisamente ese fin de semana en Jerez había anunciado su retirada. Me llevé a la parrilla de salida una pancarta de apoyo a Álex, y la posibilidad de dedicarle mi primera victoria en un GP corriendo en un escenario así, era algo que no podía ni imaginar en mis mayores sueños. Para mí fue increíble».
Pero según se fue desarrollando la temporada, empezó a quedar claro que el hombre a batir era Marco Melandri, el puntal de Aprilia entonces en el «cuarto de litro». Cuando el campeonato llegó a su undécima carrera en Portugal, con sólo cuatro más que disputar, Melandri había ya había conseguido siete victorias.
Para entonces Fonsi había ganado en España y Francia, pero el piloto español ya llevaba tiempo experimentando la misma y amarga sensación que otros pilotos de la marca en el pasado, como el japonés Tetsuya Harada en 1998: «Con el paso de los años y con la experiencia te das cuenta de los errores que cometiste en ciertos momentos. Jugarte el título mundial contra el primer piloto de una marca italiana para la que también corres tú, es muy difícil por no decir imposible. Da igual qué piloto italiano se subiera a la primera moto de Aprilia. En 2002 el campeón fue Melandri, pero al año siguiente en la misma posición, lo sería Poggiali. Tanto Toni Elías como yo sufrimos entonces las consecuencias de ese planteamiento».
«Creo que Aprilia jugó sucio en todo aquello y no fui el único piloto que se quejó por ello. De alguna forma, siempre hicieron lo que quisieron. Un buen ejemplo de aquella política lo vivimos Elías y yo antes de comenzar la temporada 2003. Fuimos invitados a la fábrica de Aprilia en Noale para la presentación del año. En ella el presidente de la compañía dijo delante de los asistentes que Poggiali era el piloto de la casa y que ganaría el título para Aprilia en 2003. Toni y yo nos miramos sabiendo antes de empezar el año no teníamos nada que hacer».
«En el GP de Cataluña estábamos clasificados en segunda o tercera fila de parrilla después de los entrenamientos. Toni y yo nos quejamos de las motos y nuestros patrocinadores, Telefónica y Repsol, fueron a hablar con Aprilia. Allí les dijeron que no tenían por qué preocuparse porque en carrera “las motos irían bien”. Al día siguiente vino a la parrilla un técnico de Aprilia con el dispositivo electrónico que se usaba para la carburación. Lo conectó en la moto y debió cambiar algunos parámetros importantes porque en carrera me daba vergüenza adelantar a los demás pilotos, por cómo corría mi moto en la recta de Montmeló. Perdí la carrera porque en el equipo me indicaron que quedaba una vuelta más, pero desde luego aquello no era normal».
Salvo sorpresas, normalmente rodando sobre seco es relativamente fácil intuir qué pilotos podrían estar en cabeza o en qué tiempos podría rondar la vuelta rápida, pero cuando la lluvia aparece el panorama cambia radicalmente y los pilotos deben explorar el nuevo límite del equilibrio entre la máxima eficiencia y el exceso, lo que también sirve para destapar diferencias mayores entre los más competitivos:
«El circuito de Estoril siempre me ha gustado y me sentía cómodo en él. Pero bajo la lluvia todo cambió, nuestra puesta a punto fue perfecta y pude encontrar a un ritmo superior al resto. La carrera en sí fue muy complicada y hubo muchas caídas, pero yo me encontraba muy cómodo rodando bajo la lluvia».
Después de una salida declarada sobre mojado el japonés Naoki Matsudo y su Yamaha tomaron la delantera en las primeras vueltas mientras Fonsi y Melandri rodaban entre los diez primeros clasificados, dispuestos a remontar. Con el paso de las vueltas uno y otro recuperaron posiciones junto al doble campeón del mundo de 125 cc Haruchika Aoki. Hacia la vuelta 12 Fonsi ya rodaba segundo tras Matsudo, pero las cosas se iban a torcer muy poco después:
«Cuando llegué a la chicane me caí. No sé si sería por la rabia acumulada durante toda la temporada, pero en ese momento me salió el acto reflejo de no soltar la moto, conseguir ponerme en pie y continuar en carrera casi inmediatamente, aunque me adelantaron varios pilotos. No me desconcentré lo más mínimo después y pude remontar hasta alcanzar a Melandri y a Matsudo, que estaba en cabeza de carrera».
El ritmo de Fonsi era superior al resto y comenzó a remontar desde la séptima posición. Suya sería también la vuelta rápida de carrera con 2’00”120. Siendo hasta dos segundos más rápido que el italiano, en la vuelta 21 Fonsi ya era líder de carrera y comenzaría a ampliar su ventaja, Matsudo se había ido al suelo y Melandri había llegado hasta la segunda posición.
Y así se mantuvieron hasta el último paso por meta de una carrera a 26 vueltas en las que había ocurrido de todo: «Hay algo que muchos no saben sobre ese momento», finaliza Fonsi. «Cuando estaba rodando primero unos seis o siete segundos por delante de Melandri, rebajé el ritmo para que se acercase y, si tenía la tentación de intentar ganar la carrera, quizá podría cometer un fallo que me hiciera acortar la diferencia con él en la clasificación provisional. Si se crecía y cometía un fallo las cosas podrían cambiar mucho en el campeonato. Pero esa temporada Melandri estaba muy fuerte mentalmente y no pudo ser. Entró en meta a algo más de medio segundo de mí y lo había llegado a tener a ocho cuando dejé que se acercara en las últimas vueltas».
«Nunca podré olvidar aquella carrera en Estoril. Todavía hoy en día hay aficionados que a través de Twitter me felicitan por ella y ya han pasado casi diez años. De aquella temporada prefiero quedarme con eso y con todo lo bueno que conseguí. No sé si antes en Mundial alguien había ganado una carrera después de caerse, pero tal y como están las cosas hoy en día, no creo que vuelva a pasar».