El que fuera proclamado en la temporada 2010 el primer piloto español campeón del mundo de MotoGP, también fue desde el comienzo de su precoz carrera deportiva un piloto de estilo espectacular y singular personalidad que nunca pasó desapercibido.
Lorenzo no sólo ha sido el mejor español en la era MotoGP, sino que también atesora dos títulos consecutivos de 250 en las temporadas 2006 y 2007, justo antes de irrumpir en la categoría reina en el equipo Yamaha junto a Valentino Rossi.
De aquel duelo llegaron a saltar las chispas antes de que el italiano abandonase la marca japonesa en una maniobra parecida a la que impuso a Phil Read sobre Giacomo Agostini en el equipo MV Agusta de 1973...
Puede que la defensa del título de Lorenzo en 2011 no resistiese el empuje de Casey Stoner y Honda, pero el español jamás se dio por vencido e incluso durante el warm up de la carrera decisiva en Australia sufrió una violenta caída en la que se lesionó gravemente la mano izquierda, acabando prematuramente para Lorenzo lo que ha sido una sufrida temporada para todos los pilotos de Yamaha.
Lorenzo se ha mantenido desde 2009 entre los favoritos al título gracias a su talento y arrojo en la pista, condiciones que ha mantenido desde sus primeros años en el Mundial cuando solo era un rápido adolescente más de la categoría de 125, junto a varios de los pilotos que hoy ocupan las primeras líneas de parrilla de MotoGP.
La temprana experiencia de Lorenzo en el Mundial se remonta al Gran Premio de España de la temporada 2002, cuando no pudo tomar parte en los entrenamientos del viernes y tuvo que esperar hasta cumplir los 16 años al día siguiente, sábado, para salir a pista en su debut en la categoría de 125 con la Derbi del equipo Caja Madrid.
Su verdadero salto cualitativo llegó en la temporada 2003, a los 16 años de edad, con su primera victoria en un escenario tan exótico como el Gran Premio de Brasil en Río de Janeiro y también al manillar de la moto española: «Cuando un piloto consigue por primera vez un gran resultado su mentalidad cambia», comienza Lorenzo.
«El pilotaje puede ser más o menos el mismo, pero es la cabeza lo que te hace mejor piloto. De repente, en la siguiente carrera vuelves a estar delante. Tienes que ser muy tonto o caerte mucho para no mantener esa línea».
La temporada 2003 no estaba siendo especialmente buena, pero es que tampoco lo había sido la pretemporada: «En general, en todas las pretemporadas me han costado mucho coger el ritmo, pero especialmente en la del año 2003», comienza explicando el propio Jorge Lorenzo.
«Siempre estaba a un segundo y medio o dos de los tiempos más rápidos del invierno. La temporada en sí también empezó fatal. En Japón no terminé, en Sudáfrica acabé el 24 y en Jerez creo que conseguí un punto. Durante la temporada cometí muchos errores en carrera como los de Sachsenring o el recto que hice en la chicane de Donington. En defi nitiva, no conseguía ser competitivo».
«La situación era complicada porque ninguno de los pilotos del equipo, ni Alzamora, ni yo, ni Stefano Bianco, estábamos siendo rápidos, y ni siquiera estábamos entrando en los puntos. Llegamos al GP de Cataluña y allí acabé quinto, pero a 25 segundos del primero. El resultado era bueno, pero la distancia con Pedrosa, -el ganador de la carrera-, me parecía una eternidad».
«La Derbi era una moto difícil, no tenía nada de aceleración y el chasis era complicado de entender. Tenía la moto más rápida en velocidad máxima, pero comparada con la Honda y la Aprilia no tenía nada de aceleración. Así que la única opción que tenía para ser competitivo era tener un paso por curva bestial.
Antes de aquella temporada ya tenía un gran paso por curva porque eso lo había machacado con mi padre desde que era muy pequeño, aguantando el gas para mantener un alto régimen de giro, pero en aquella temporada con la Derbi tuve incluso que reforzar esa habilidad y era el más rápido de la categoría en el paso por curva. Pero aún así los resultados no acababan de llegar.
En ese momento nos fuimos al Jarama a correr el CEV y allí gané mi primera carrera del Campeonato de España, con la Derbi, después de tres años desde que había debutado en este campeonato. En ese momento algo cambió en mi mentalidad. Poco después fuimos con el Mundial a Estoril, era rápido desde el principio y en el cronometrado aproveché una rueda de Pedrosa para ponerme tercero en parrilla. Así conseguí salir desde la primera línea por primera vez en mi carrera deportiva. Eso me convenció más aún de que podía mejorar.
En carrera aguanté en el primer grupo hasta casi el final. A partir de ahí empecé a quedarme atrás con Gabor Talmacsi. La carrera la ganó Pablo Nieto, pero ese día puse lo que había que poner. Y ya todo era distinto. Ya me veía capaz de estar delante. Era cuestión de aguantar hasta el final sin venirme abajo».
«Así, cuando llegamos a Brasil comencé siendo muy rápido en entrenamientos, aunque en el cronometrado me quedé fuera de la primera línea porque en 125 los rebufos podían llevar a cualquier piloto rápido hasta la primera línea de parrilla. Yo no conseguí un buen rebufo para la última vuelta, pero hubo pilotos que sí lo consiguieron y me pasaron. Salía quinto en parrilla, pero mi padre y yo, además de otras personas de nuestro entorno, sabíamos que tenía ritmo para ganar».
La carrera fue fiel al estilo de las mejores de la ya extinta categoría de 125. Lorenzo arrancó entre los primeros en un grupo compuesto por Pedrosa, Casey Stoner, Alex De Angelis, Nieto y Andrea Dovizioso, pero no alcanzó la primera posición hasta la Lorenzoduodécima vuelta: «El día anterior Emilio Alzamora me había dicho que, si en carrera se formaba un primer grupo de varios pilotos, el que llegase en tercera posición a la recta de atrás ganaría la carrera», continúa Lorenzo.
«Me puse líder, pero era una de esas carreras en que esa posición apenas te dura cuatro curvas».
«Llegábamos a la última vuelta, yo rodaba cuarto y buscaba la forma de ponerme tercero cuando llegase a la recta de atrás. Me di cuenta de que tenía que espabilar si quería ganar la carrera. Antes ya me había dado cuenta de que hacía la primera curva mucho más rápido que los demás y recuperaba mucha distancia. Ya había intentado pasar a algún piloto por fuera en las vueltas anteriores, pero no lo había conseguido. Pero pensé que había llegado el momento de intentarlo de verdad. Sabía que en esa curva era muy superior, algo fuera de lo normal. Era una ventaja que jamás sueles encontrar».
«Sabía que había un riesgo, pero estaba dispuesto a asumirlo. Intenté pasar a Pedrosa por fuera y mientras lo estaba haciendo comprobé que la moto aguantaba y no se me iba, así que seguí abriendo gas. Mientras asimilaba la sorpresa, me di cuenta de que también me estaba acercando a la moto de Stoner. Y recuerdo que pensé: “Venga, va. De perdidos al río”, y empecé a adelantar a Stoner».
«Pasé por fuera a Pedrosa y Stoner, pero en la siguiente curva me colé y Stoner volvió a pasarme. Pero eso me dejó en tercera posición faltando cuatro o cinco curvas para llegar a la recta de atrás. Así que empecé a tapar huecos como fuera. No quería ponerme segundo, pero tampoco que me dejaran cuarto. Tapé al máximo los espacios y llegué tercero a la recta de atrás. Salí de la curva anterior un poco lejos de Stoner, pero a la distancia exacta para coger un rebufo perfecto. Creía que no le cogería, pero a mitad de la recta la Derbi empezó a tirar y además tenía una gran aerodinámica, lo que no iba muy bien para las curvas, pero sí en las rectas largas».
«Comencé a alcanzar a Stoner y éste al mismo tiempo estaba cogiendo a De Angelis, así que me aproveché de los dos rebufos. No me lo podía creer. Llegué a fi nal de la recta de atrás siendo primero, aunque casi me toqué con De Angelis, que lo intentó por el exterior. A partir de ahí tenía que cerrar huecos y rezar para que nadie me pasase. Incluso antes del adelantamiento, que estaba viendo que sería posible, el corazón se me aceleró y ya no volví a tener un ritmo cardíaco normal hasta una hora después de la carrera. Todo fue muy impactante por la forma en que ocurrió. Fue una victoria que gané en la última vuelta en una carrera con adelantamientos al límite».
Realmente se trató de una de tantas emocionantes carreras del «octavo de litro» en la que los seis primeros pilotos –Lorenzo, Stoner, De Angelis, Pedrosa, Nieto y Dovizioso–, entraron en meta separados por solo 899 milésimas, mucho menos que un simple suspiro: «Aquella carrera fue especial por varios factores.
Yo era un adolescente, tenía muchas inseguridades y estábamos en una situación crítica porque Caja Madrid había invertido mucho en el equipo, las cosas no salían y los resultados no llegaban. En el momento se respiraba una gran presión, fue mi primera victoria en un Gran Premio y, por cómo fue la carrera en sí y la emoción de la última vuelta, ha permanecido como uno de mis mejores recuerdos».